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En el fútbol colombiano, dos leyendas de 39 años transitan senderos opuestos en el ocaso de sus carreras. Mientras Dayro Moreno, el irreverente goleador histórico, vive días de gloria, mientras disfruta la vida sin restricciones, Radamel Falcao García, el profesional ejemplar, no ha podido brillar es su llegada al club de sus amores.
Dayro Moreno ha construido una trayectoria impresionante con 354 goles como profesional. Su carrera lo ha llevado por 11 equipos en 6 países diferentes. En su paso por Europa con el Steaua de Bucarest, eso sí, registró apenas 13 goles en 59 partidos, una moderada tasa de 0.22 goles por encuentro. Sin embargo, lejos de las exigencias del fútbol europeo, Dayro florece.
Falcao en Europa fue ídolo. 0,83 goles por partido en el Porto, 0,77 en el Atlético de Madrid y 0,60 en el Mónaco, a años luz del hoy goleador del fútbol colombiano. Pero los últimos años, el balón los ha tratado diferente. Mientras Falcao intentaba adaptarse al Rayo Vallecano, Dayro ha sido una máquina imparable. Las estadísticas son contundentes: en el mismo período desde 2021, Dayro ha disputado 109 partidos anotando 74 goles (0.68 goles por partido), mientras Falcao ha jugado 98 encuentros con apenas 18 anotaciones (0.18 goles por partido).
El “Viejo” Dayro no esconde su personalidad festiva. Reconoce abiertamente su afición por el aguardiente y la rumba, desafiando los estereotipos del futbolista disciplinado. A pesar de—o quizás gracias a—este estilo de vida, sigue siendo determinante incluso en competencias internacionales como la Copa Sudamericana, donde aún firma golazos memorables.
Falcao es lo opuesto: disciplina, vida familiar impecable y ética de trabajo intachable. El mismo delantero que alguna vez Pep Guardiola catalogó como “el mejor ‘9’ del mundo” cuando Messi y Cristiano dominaban el mundo, no encuentra la red en el fútbol colombiano.
¿Cómo explicar esta paradoja? Quizás el fútbol colombiano, con su ritmo particular y sus características toscas, favorece el instinto natural y la improvisación de Dayro, mientras neutraliza las virtudes técnicas refinadas de Falcao. El juego directo, físico y menos estructurado parece ser terreno fértil para el uno, mientras representa un desafío adaptativo para el otro.
Las lesiones han sido implacables con Radamel, pero más allá de lo físico, parece haber perdido ese aura intimidante que lo caracterizaba. Los defensores ya no tiemblan ante su presencia y su apodo ya no refleja la furia de antaño.
El resultado alegra por Dayro, pero entristece por Falcao. Mientras uno desafía los manuales del profesionalismo tradicional sin sacrificar efectividad, el otro se encuentra atrapado en la paradoja de no poder brillar en un entorno menos exigente que las grandes ligas europeas donde hizo historia.
El fútbol, imprevisible, demuestra una vez más que no existe una fórmula única para el éxito. La despreocupada espontaneidad del “Viejo” Dayro contrasta con la seriedad profesional del “Viejito” Falcao. Filosofías de vidas opuestas con resultados inesperadamente invertidos en esta etapa final de sus ilustres carreras.