Tags: Fútbol; Catar 2022; Mundial de Fútbol
Es año de mundial, raro como nunca. Desde 1930, el Mundial de Fútbol se realizó en el verano del norte. Aun disputándose en Chile, Argentina o Sur África, el mundial siempre arrancó a más tardar a mediados de mayo. Este año, el de Catar se disputa del 21 de noviembre al 18 de diciembre. Salvo variante del virus que nos acecha hace ya dos años, nada lo evitará. Para Sur América el Mundial es particularmente importante.
Históricamente el mundo del fútbol se divide en dos: Europa y Suramérica. Tras 400 años de conquista, colonización, y opresión, desde hace cien fue el fútbol lo que nos permitió tratarlos de tú a tú. Todo cambio con ese viaje de Uruguay en 1924. Llegaron de incognito a Francia, pusieron un país, un continente, en el mapa. Hasta 2002, no solo miramos a los ojos a las grandes potencias. Fuimos superiores. Sur América, Brasil, fue el primero que triunfó en continente ajeno. De la mano del niño genio, Pelé, Brasil derrotó a los dueños de casa en la final de Suecia 1958, tras aplastar en semifinales a la primera gran selección francesa, aquella de los hijos de inmigrantes: Fontaine, Kopa y Piantoni.
Pero el fútbol suramericano, aquel del que nos sentimos orgullosos, es en esencia Argentina, Brasil y Uruguay. Chile, en su mundial, quedó tercero, y el resto nos congratulamos con pequeñas victorias de las que sacamos pecho, pero que no están escritas con letras doradas en la historia del evento más importante de la humanidad. Es decir, mientras por acá hemos sido incapaces de diversificar la gloria, en el viejo continente han destacado selecciones como Hungría, Polonia, Unión Soviética, Bulgaria, Portugal, Yugoslavia, Croacia, Suecia. Todas al menos semifinalistas en un mundial.
A las grandes generaciones de Perú, de Colombia, de Paraguay, de Ecuador, de Bolivia les quedó grande ese penúltimo escalón que pone a todo un país a imaginarse levantando la Copa del Mundo. Hasta 2002, el fútbol sudamericano competía y superaba a los europeos. La debacle, desde entonces, ha sido lenta, pero continua. En 2006, en la que quizás ha sido la omisión más grande de los mundiales, Pékerman, ganando a Alemania, dejó a Messi en el banco para meter a aquel gordito del Inter, Cruz (¿quién, hoy, sabe quién es?). Entonces, como en 2010, los finalistas fueron europeos.
En 2014, sin mucho fútbol, pero con chispazos de Messi, Argentina dignificó nuestro fútbol, pero perdió ante Alemania la final. La derrota es histórica a todo nivel. Fue la primera vez que Europa triunfaba en tierras americanas. Nunca un continente había ganado tres mundiales en línea. Colombia, con el mejor equipo de su historia, no pudo jugar la semifinal. A diferencia de holandeses, belgas, checoslovacos, turcos o austriacos, además de los citados antes.
Tras el fracaso generalizado de Rusia 2018, 2022 es una necesidad para Suramérica. Es año de mundial. Los porqués, y lo que podemos esperar lo vamos charlando este año.