Tags: Mundial Rusia 2018; Colombia vs Inglaterra; Yerry Mina; Harry Kane; Octavos de Final; Néstor Pékerman; Juan Cuadrado; James Rodríguez; Mateus Uribe
Colombia tiene que estarle agradecida a Pékerman. Puso a Colombia en los mundiales donde nunca había estado. Tuvo un gran grupo de jugadores, es cierto. Pero también Colombia tuvo grandes nombres en los noventa, y en tres mundiales apenas superó la primera fase una vez. Y ese partido ante Camerún en el ’90 careció de las emociones del Colombia vs Brasil de 2014 o el Colombia vs Inglaterra de 2018. Con Pékerman el equipo salió eliminado por campeones del mundo. No por un entusiasta equipo africano cuyo centro delantero era un cuarentón semiretirado. Por otra parte, quizás por ser rivales de tanto renombre, Pékerman siempre regaló 60 minutos. Tanto en Brasil como en Rusia. Veamos las cifras únicas que preparamos para analizar este aspecto del juego de Colombia ante Inglaterra.
Inglaterra marcó gol de discutible penal en el minuto 57 de partido. Kane, en una imagen ya habitual en Rusia 2018, se paró frente al balón y convirtió su tercera pena máxima del torneo. Colombia de inicio regaló el balón a los ingleses. La falta de James, el mejor futbolista colombiano desde Willington Ortiz, puede servir como excusa. Pero Inglaterra era más nombre que fútbol. Jugadores valorados en millones de libras esterlinas que en el campo no mostraban la excelencia con el balón que su precio sugiere. Kane, por ejemplo, tuvo un acierto en el pase en el campo rival de 57,1%. Los colombianos Quintero, Falcao o Cuadrado acertaron el 64,5%, 77,3% o el 72,2% de los pases en campo rival. No era Inglaterra una perita en dulce que dicen los españoles. Pero tampoco era el ogro invencible que ellos mismos se creían.
El punto es que Colombia salió pensando que Inglaterra era más de lo que efectivamente era, y regaló el balón. Y Colombia es peligrosa con balón. La Figura 1 muestra la evolución de la posesión del balón cada 15 minutos. Una hora Inglaterra tuvo el balón hasta un 60% del tiempo. La posesión de balón, estudiamos con el caso de España, no es determinante. Pero no tenerla, también mostrábamos, no es necesariamente mejor. En cualquier caso, con posesión o sin posesión, hay que profundizar para generar peligro.
La Figura 2 muestra la profundidad de Colombia cada 15 minutos durante la primera hora de juego. Es decir, se considera cada secuencia de pases que pasó por el área azul y se evalúa que sucedió con cada uno de esas jugadas. En los primeros 15 minutos el resultado refleja el excesivo respeto de Colombia por Inglaterra. Durante los siguientes 15 minutos algo más intentó Colombia pero apenas un pase en profundidad y un tímido disparo desde fuera del área. Finalizando el primer tiempo, y especialmente por el lado derecho algo se mostró, pero sin éxito. Durante todo el primer tiempo apenas un pase en profundidad. Muy poquito.
La Figura 3 muestra la última media hora de partido. No evaluamos el tiempo extra, donde Colombia dominó el primero, porque eso históricamente es otro partido y poco tiene que ver con intenciones. Estamos evaluando la profundidad del juego colombiano desde el área azul. Por ello no aparece el gol de Mina que llegó de un tiro de esquina. Sí observamos el maravilloso disparo de Mateus Uribe que dio origen al tiro de esquina.
La Figura 3 muestra que las intenciones ofensivas de Colombia durante los 15 minutos siguieron ausentes. Fue el momento, recordemos, en que la agresividad de Colombia, no con el balón, sino con la protesta y alegadera. Fueron esos 15 minutos cuando los jugadores se desesperaron y con el árbitro de dudosa calidad presto, el miedo por una expulsión afloró entre la hinchada colombiana.
Una vez pasado el choque del gol, y el desespero, Colombia arreció, y por primera vez en el partido alzo la cabeza y le vio los ojos al arquero ingles. Se la jugó toda. Quedaba el conjunto suramericano a merced de un contragolpe. Pero poco o nada de fútbol tenía Inglaterra para realmente intimidar a Colombia. Entonces, como con Brasil en cuartos de final de 2014, Colombia, ya sin nada que perder, olvidó la camiseta del rival y lo arrinconó contra la portería contraria. Entonces, como hace cuatro años, Colombia marcó. Entonces, como hace 4 años, Colombia se quedó con la miel en los labios. Entonces, como hace cuatro años, Colombia se preguntó por qué esperar al final. Entonces, como hace cuatro años, el que habría pasado sin los temores iniciales no quedó más que para debate.
A Pékerman hay que agradecerle. Pero a Pékerman también hay que preguntarle. ¿Por qué el exceso de respeto? ¿Por qué esperar al final? ¿Por qué no mostrar el fútbol que se tenia, y buscar la victoria sin esperar a la necesidad del arrebato? Colombia podía intentarlo de otra manera. Ya sólo queda felicitar a la selección por la garra, y lamentarse sobre lo que pudo haber sido y no fue.
El ciclo de Pékerman fue maravilloso. Pero es un ciclo cerrado. El debate sobre su relevo será furioso. Más allá de la nacionalidad y de sus cualidades como técnico, debe ser una persona lo más alejada de las maquinarias que manejan el fútbol criollo. Históricamente eso es lo que más daño hizo a la selección nacional.