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Va a llevar un tiempo entender qué tiene Europa que no tiene Sur América. Hay que buscar explicaciones de largo plazo y de corto plazo. Necesitamos entender la coyuntura y la estructura. Así que arranquemos por los más sencillo, miremos los datos genéricos de los equipos suramericanos durante sus enfrentamientos con equipos europeos en Rusia 2018.

El análisis lo haremos con diferencias de medias. Un sencillo método que para los partidos considerados calcula la media de los equipos suramericanos por un lado, y de los equipos europeos por el otro. Utilizando la dispersión de los datos se puede establecer si la diferencia es lo suficientemente grande para considerarse importante o, en términos estadísticos, significativos. Cuántos más datos, mejor. Para este ejercicio consideramos los 13 partidos jugados entre europeos y suramericanos lo que nos da 26 datos. No lo ideal, pero diciente. En cualquier caso presentamos la media para que el lector pueda extrapolar también sus propias conclusiones.

Se jugaron 8 partidos en primera fase. Tres partidos los ganaron los equipos suramericanos, hubo dos empates y, en consecuencia, tres ganaron los europeos. En octavos de final hubo tres enfrentamientos. Una derrota, un empate (que Colombia perdió por penales) y un triunfo (de Uruguay). Finalmente, en cuartos de final, dos derrotas.

Es decir, a medida que avanzó el torneo, a medida que los rivales son tornaron más complicados, peor fueron los resultados. Fueron 13 partidos ante equipos del viejo continente para un pírrico rendimiento del 38,5% fruto de 4 triunfos, 3 empates y 6 derrotas.

La Tabla 1 muestra los resultados del análisis. Los equipos suramericanos hicieron más pases correctos, más pases incorrectos y tuvieron un mejor porcentaje de acierto en los pases. También hicieron más pases en el último tercio, tanto totales como porcentualmente hablando. Incluso, el número de pases correctos y totales es, en términos estadísticos, mayor. Es decir, los equipos de Sur América hicieron un número significativamente más grande de pases que sus contrapartes europeas.

Esos mayores números de pases hizo que los equipos suramericanos hicieran más pases claves (pases que llevan a un disparo) y, significativamente, hicieron más disparos. Es natural que si se hacen más disparos el valor de goles esperados o xG por equipo sea más alto (ver la explicación del modelo acá). Así que se calculó el xG por jugador, es decir, indica qué tan probable era que los disparos de un jugador terminasen en gol. En promedio la dificultad de los disparos suramericanos y europeos fue igual pues tenían un 12 de probabilidad de que fuese gol. En otras palabras, esos pases adicionales de los suramericanos no se tradujeron en una mejor posición de disparo. Tampoco, evidentemente, se tradujeron en goles. Si se tradujeron en atajadas. Los arqueros europeos, a pesar de De Gea, atajaron 3,54 disparos por partido. Los suramericanos 1,54. Es decir, un arquero europeo realizó una atajada cada 4,24 disparos. Un arquero suramericano cada 6,8 disparos. ¿Será que nuestra gloriosa historia de grandes arqueros también es cosa del pasado? Pensando sobre el tema encontramos que hay un solo arquero suramericano en ninguno de los gigantes europeos. El que más se acerca es Keylor Navas en el Madrid. Pero es Tico, centroamericano, no entra en nuestro análisis.

Nuestro modelo del mejor arquero, basado parcialmente en los goles esperados, muestra en la Tabla 2 que únicamente Ospina, tras su destacada actuación ante Polonia aparece entre los mejores arqueros de cada una de las fechas. Y Ospina no es titular en el Arsenal. Quizás haya que investigar si nuestros porteros ya no son lo que fueron. Las cifras así lo sugieren.

Finalmente, la Tabla 1 muestra que los equipos suramericanos recuperan más o menos el mismo número de balones que los europeos, pero interceptan más. Ese apelativo de la garra, tan difícil de cuantificar, quizás también haya que reevaluarlo. La garra, esa lucha y esas carreras para apretar y lograr réditos a punta de lucha no se traducen en mayor recuperación del balón y, además, los equipos del viejo continente interceptan significativamente más balones por partido que los nuestros. El problema quizás sea mejor disposición en el campo, así no pongan tanta “garra”.

Finalmente, la Tabla 1 muchos centros, más incorrectos que correctos, que quizás lleven a más disparos pero claramente no llevan a más goles o a disparos mejor posicionados. Dejemos los duelos aéreos ganados por los europeos como seña de su mayor envergadura.

El análisis apenas es parcial. Pero es sugestivo. Son muchas las dimensiones en que el fútbol suramericano está fallando. Quizás cómo jugamos, como atajamos también tenga que ver.