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El Mundial de Rusia 2018 en su primera fase se ha caracterizado por dos cosas. El uso del VAR y el generoso tiempo añadido al final de los partidos. El VAR ha tenido sus pros y sus contras. Marruecos por ejemplo se fue echando pestes porque alegan que Ronaldo debió ser expulsado. Irán un poco más de lo mismo. No quiso pasarse por VAR una evidente mano de Piqué. Colombia, eso sí, se salvó ante Senegal gracias al VAR. El otro punto destacable es el tiempo añadido que perjudica y beneficia según las circunstancias. En Rusia el tiempo extra ha sido muy productivo.

En la primera fase del Mundial se marcaron 122 goles, lo que da un promedio de 2,54 goles por partido. La distribución en el tiempo no es uniforme. En el primer tiempo se anotaron 47 goles, 75 en el segundo. Harry Kane, el inglés al que se enfrenta Colombia en octavos de final anotó 5 goles. Bélgica, Inglaterra y Rusia, los dos primeros cabalgando en el desigual Grupo G fueron las selecciones más goleadoras. Nueve tantos los belgas, 8 ingleses y rusos.

Hay un aspecto muy llamativo, según muestra la Figura 1. Diez goles se marcaron entre el minuto 70-74. Nueve entre los minutos 50-54, y 85-59, y ocho entre el minuto 30-34 y 55-59. Sorprendentemente, al menos para mí, es en el minuto 90 y posteriores cuando, con diferencia, se anotaron más goles se anotaron: 16. El 13,1% de los goles que se marcaron en tiempo extra.

Si sumamos los 9 goles entre el minuto 85 y 89, se anotaron en los áproximadamente 10 últimos minutos de juego del los partidos 25 goles. Dicho de otra forma. En promedio se anotó un gol al final del partido en ¡1 de cada 2 partidos!

La Tabla 1 muestra la secuencia de goles en esos tiempos extra. 5 goles en el minuto 90, 4 en el minuto 92 y 3 en el minuto 94. De ahí sale otra de las características de Rusia 2018. La emoción a raudales. Los goles al final son para llorar, de alegría o tristeza. Alemania se iluminó con el gol de Kroos ante Suecia, Argentina lloró con el tanto de Rojo, Corea (y México de paso) celebró una victoría épica y única. En la fase de grupos, esos goles tardiós serán la diferencia entre la gloria y la depresión. Excelente que concedan más tiempo los árbitros al final. Lo que unos sufren, otros gozan. Es fútbol en estado puro.