El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: accidente aéreo; Alianza Lima; Atlético Nacional; Bobby Charlton; Chapecoense; Copa Sudamericana; El Gran Torino; Il Grande Torino; Manchester United

La Associação Chapecoense de Futebol o simplemente Chapecoense es una institución de fútbol que pocos fuera de Chapecó, Santa Catarina; más cerca de Bolivia que de cualquiera de las grandes urbes brasileñas, sabían de su existencia. En 2016, como en los cuentos de hadas,  gigantes suramericanos como San Lorenzo o Independiente se enteraron de su existencia. El 28 de noviembre de 2016, el Chapecoense, entra a la leyenda más triste del fútbol mundial. El avión que los transportaba a jugar la final de la Copa Sudamericana se estrelló cerca de Medellín. Fue entonces cuando, tristemente, todo el mundo supo de su existencia.

El Chapecoense se fundó en 1973 al fusionarse el Atlético de Chapecó e Independiente Futebul Clube. Un equipo joven comparado con los más de 100 años de San Lorenzo o Independiente o incluso con los 69 del Atlético Nacional. En consecuencia, los logros deportivos distan mucho de sus contrapartes en la Copa Sudamericana. Apenas unos cuantos logros, principalmente derivados de sus triunfos en el estatal Campeonato Catarinense se veían en una vitrina huérfana de grandes trofeos, pero llena de ilusión.

El sueño se acabó al estrellarse el avión que los transportaba. La final, los dos partidos más importantes de la historia, son hoy un mal recuerdo. No es, por supuesto, la primera tragedia de un equipo de fútbol. Sobre las historias tristes del Manchester United, Torino y Alianza Lima escribí hace unos años.

La medianoche llegó en su versión más trágica. El futuro es incierto, pero el mundo sigue girando. El Manchester United perdió todas las competiciones en que estaba inmerso tras el accidente. Diez años después alcanzó la gloria europea. Era un equipo dirigido por Matt Busby, sobreviviente, cuyo motor era otro que había estado en los escombros de Munich: Bobby Charlton.

Tras el accidente el Torino alcanzó a ser campeón de liga, pero jugó sus últimos partidos con juveniles, enfrentando a otros juveniles. El que para muchos era el mejor equipo del mundo, con Valentino Mazzola entre ellos, nunca logró recuperarse del todo. Su eterno rival, la Juventus, de la mano de la Fiat, desde entonces lo ganó todo. Todo menos el corazón de los turineses. Aún hoy, el Torino sigue siendo el equipo de Turín. La Juve lo es del resto de Italia.

En 1987 el Alianza Lima, en un accidente alrededor del cual aún hoy se tejen teorías de conspiración, perdió entre otros a la joven promesa del fútbol peruano, Luis Escobar. El título de liga se esfumó en beneficio de su gran rival: Universitario de Deportes. Alianza que ya llevaba 9 años sin ganar el Descentralizado peruano, no lo volvería a ganar hasta 1997.

La tragedia del Chapecoense se magnifica si consideramos que viajaba rumbo a una final, una final continental, la final más importante de su historia. Como en Munich hay sobrevivientes, algunos jugadores sobrevivieron: Alan  Ruschel, de 27 años y Follman de 24.  Ojalá el futuro les depare alegría en torno al balón.

La historia nos dice que el espectáculo debe continuar. La Conmebol, correctamente, ha suspendido todas las actividades hasta nuevo aviso. Algunos rumores, sin fundamento a la hora de escribir estas líneas, dicen que Nacional le daría el título de la Copa Sudamericana a Chapecoense. No es ese el tributo que merecen las victimas. De Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, salieron a jugar al fútbol. Algunos, tras la catástrofe del Manchester United, hablaron de cerrar la institución. A posteriori lo mejor que pudieron hacer fue levantar la cabeza y honrar a los muertos haciendo aquello que más les gustaba: jugar al fútbol.

La final, como dijo el Presidente de Nacional, pasa a segundo plano. El título, sea del Nacional o Chapecoense, no sabrá igual. Nadie celebrará como Platini celebró el gol de la victoria de la Juve ante el Liverpool tras los 39 muertos de Heysel. Pero, a mi parecer, sería útil disputar el trofeo, quizás diferente, quizás a partido único, en un tiempo prudencial. Sería la mejor terapia para colaborar con la recuperación moral de una institución que hoy está destrozada.

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