El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: Diamante Negro; Leónidas da Silva; Mundial 1954; Racismo en el fútbol

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La discriminación por cualquier motivo  (origen, religión, idioma, color de piel), es casi tan antigua como la humanidad misma. Sin embargo, a diferencia de otros venerables ancianos, éste no merece ningún respeto.

La historia del racismo en el fútbol daría para un interesante libro sobre la evolución del hombre en los últimos 150 años. Hoy simplemente quiero mencionar algunos detalles que me quedaron sonando mientras revisaba alguna hemeroteca preparando la historia de la Batalla de Berna de 1954.

Pero antes de aquella batalla, cabe mencionar el caso de Leónidas Da Silva, el “Diamante Negro”, el primer crack universal del fútbol brasilero. Destacó durante el Mundial de Francia de 1938 en la primera actuación brillante de Brasil en un Mundial de Fútbol. En primera ronda, marcó tres de los seis goles con los que Brasil derrotó 6-5 a Polonia. Uno de ellos, dice la leyenda de los mundiales, lo anotó descalzo porque los guayos le estorbaban.

Más adelante, en la que quizás es la decisión más estúpida de los campeonatos mundiales, Leónidas no jugó porque decidieron reservarlo para la final. No sólo era una semifinal, era contra Italia, el vigente campeón. Brasil perdió y ya con Leónidas en el campo, lograron el tercer lugar y el “Diamante Negro” se proclamo goleador del torneo.

Leónidas sufrió el racismo imperante en el fútbol brasileño de la época. Sin embargo, igualmente fue parte del cambio hacia un fútbol abierto, libre de ataduras racistas.  Y es que el fútbol brasilero del primer cuarto del siglo XX era ridículamente racista. Quizás por eso estuvo tan lejos de la gloria que años después lo caracterizaría. Los ejemplos abundan. Al suramericano de 1921, por decreto presidencial, ningún jugador negro podría viajar con la selección por un asunto de prestigio nacional. Arthur Frienderich, de quien se dice marcó más goles que Pele, jugó entre 1909 y 1935. Mulato, de ojos verdes, dado que su padre era alemán y su madre brasileña,  jugaba con el pelo planchado para ocultar sus ancestros africanos.  El Fluminense de principios de los años 20 reconocía la capacidad futbolística del jugador negro. Pero pretendía que sus hinchas no lo supieran. Así que los obligaba a usar un polvo de arroz para pasar como blancos ante la afición del equipo.

El Vasco da Gama de Río sembró la semilla del fin a la discriminación racial al ser el primero en aceptar, prácticamente desde su fundación, a jugadores negros en la institución. Si bien inicialmente los demás clubes de Río lo excluyeron de su torneo donde sólo podían jugar blancos, eventualmente lo admitieron y en 1923, con jugadores negros en el plantel, logró coronarse Campeón Carioca. La “apertura” no evitó que el mismo Leónidas tuviese que viajar a Europa para los mundiales de 1934 y 1938 separado de sus compañeros blancos de selección.

Pero su desempeño en el mundial de 1938 lo hizo héroe, para ricos y pobres, negros y blancos. Así que una fábrica de chocolates lo contrató para ser su imagen: el chocolate ‘Diamante Negro’. La campaña fue un éxito. Incluso el Flamengo, uno de los clubes que se había negado a participar en una liga con negros, cedió a la calidad de Leónidas y lo contrató en 1936. Costó, pero Leónidas abrió el camino para la gloria eterna del fútbol brasileño.

La “Batalla de Berna” motivó una crónica que no tiene pierde por parte del enviado especial al mundial por el Diario ABC de Madrid, España. El ABC, fundado en 1903, es de línea conservadora, y durante la dictadura de Franco estuvo fuertemente alineado con las ideas del gobierno de la época.

El enviado especial a aquel mundial, cuyo nombre no encontré referenciado, se deja ver con unas perlas inaceptables hoy día. Es el año 1954, recordemos. Apenas nueve años después del final de la II Guerra Mundial, 15 del fin de la Guerra Civil Española. Afirmaba el periodista: “Se decía por algunos que el encuentro Hungría – Brasil -auténtica final- iba a ser el ‘match’ del siglo. Futbolísticamente se equivocaron, pero en definitiva acertaron más de lo que ellos mismos se podían imaginar. (…) Al equipo brasileño le favorece y perjudica su color. Cinco casi negros y un mulato para un equipo es mucho color”. Y sigue el hombre analizando la gresca: “Esta aportación proporciona a su equipo portentosa agilidad y fuerza, pero no es tan seguro que la cabeza la hagan funcionar para otra cosa que para darle rudamente al balón. Y hoy el fútbol hay que jugarlo con mucha inteligencia, además de instinto”.

Anticipando la semifinal que se avecinaba; aquel maravilloso Hungría 4 – Uruguay 2, decía el enviado especial, no sin razón en este caso, que “Uruguay es” de los cuatro equipos que seguían en liza: Alemania – Austria fue la otra semifinal “posiblemente, el único equipo que puede ganar a Hungría. (…) Tienen un negro en el equipo, pero el once uruguayo tiene en su conjunto el reflejo característico de los blancos: menos desiguales ante las fases buenas o malas y cabeza más fría. ” El negro es ni más ni menos que el “Negro Jefe”, el gran Obdulio Varela. Aquel a quien todo presidente uruguayo iba a rendir honores a su casa el día de su cumpleaños.

La crónica se vuelve aún más interesante porque no sólo ataca a los los jugadores negros. La Cortina de Hierro también recibe su bofetada: “Los húngaros, mucha más pequeños y menos fuertes” que los brasileños, “desplegaron una táctica mucha más cerebral que instintiva. A los húngaros, viejos europeos y grandes deportistas, no hay que confundirlos con su actual gobierno” que cabe anotar para aquellos un poco quedados con la historia, era comunista alineado con el régimen soviético. Según el periodista, éste era un gobierno que “tienen la desgracia de soportar y no puedo yo caer en el simplismo de pasarles a todos por el mismo rasero. Ningún especial mérito tiene el comunismo en la excelencia de su juego. Siempre han sido los húngaros tan magníficos futbolistas como formidables nadadores.”. Ignoraba, por supuesto el cronista, que Gustav Sebes, entrenador de aquella maravillosa selección húngara era un firme comunista que afirmaba que el esquema de juego estaba basado en tales ideas donde unos debían apoyarse en los otros permanentemente para obtener un beneficio común.

Ahora, dada la evidente actitud racista del enviado especial del ABC al Mundial de Suiza, 1954, revisé las crónicas del Mundial de 1950 y 1958. Ni antes ni después de 1954 encontré referencias como las expresadas en 1954. Incluso, en 1950, hablando de Obdulio Varela lo describían como lo que era: “el alma del equipo uruguayo”. La explicación de lo escrito y publicado en 1954 requiere una investigación que va más allá de los objetivos de esta entrada.

 

El lector habrá sentido lo retrogrado de las ideas expresadas en este escrito. Lo triste es que aún hoy, ya bien entrado el siglo XXI, algunos sigan ofendiendo por el color de piel. Pero si eso es inaceptable, es absolutamente ridículo que en Colombia, donde cerca del 50% de los futbolistas son negros, haya alguna hinchada que realice cánticos racistas al contrario por tener aquel jugadores negros. Seamos serios. En Colombia todos somos negros, blancos, indios, caribe, rolos, amazónicos, llaneros, paisas …. somos pura raza ….. colombiana.

golyfutbol
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