Tags: Campeón olímpico de fútbol; Gustav Sebes; Hungría 1954; Juegos Olímpicos; Mundial 1954; Puskas; Torneo Olímpico de Fútbol; Vuelta Olímpica
La historia del torneo olímpico de fútbol es tan rica en historia como desconocida para el gran público. De hecho, dos de los mejores equipos de todos los tiempos forjaron buena parte de su leyenda en las Olimpiadas.
Como no podía ser menos el primer campeón fue la selección de los inventores del fútbol, el Reino Unido en 1908. Aunque hubo fútbol olímpico con anterioridad, la FIFA apenas reconoce aquel torneo como el primero entre otras cosas porque ésta apenas fue fundada en 1904. Los británicos repitieron título cuatro años después jugando, como dictaba el espíritu olímpico, con un equipo amateur. Sólo equipos europeos participaban en aquellos años.
La primera crisis del torneo llegó pronto cuando, ante las presiones para que los jugadores profesionales del Reino Unido no jugasen, la flema británica se abstuvo de participar en las siguiente ediciones. Esto no fue óbice para que el carácter europeo del torneo se mantuviese hasta 1924 cuando una selección desconocida proveniente de un país impronunciable llegó, vio y venció. Uruguay, con un novedoso fútbol de control del balón ganó en la final a Suiza 3-0. Las burlas hacía los uruguayos pronto derivaron en admiración, aplausos y respeto. Al final del partido, el público en pie vitoreaba a los campeones uruguayos. Para corresponder, los uruguayos dieron una vuelta al campo saludando a los aficionados. Así surgió, en Paris, una tarde de junio de 1924 la más grande tradición de todo equipo campeón: la vuelta olímpica.
En 1928, la rivalidad entre Argentina y Uruguay cruzó el charco y se instaló en Europa. Acostumbrados a batirse regionalmente desde finales del siglo XIX, la final de Amsterdam entre los vecinos del Rio de la Plata era la primera oportunidad de demostrar quien de los dos ostentaba la supremacía universal. Uruguay batió 2-1 a Argentina y se “ganó” el derecho a organizar el primer Mundial de Fútbol dos años después. Uruguay también ganaría aquel Mundial y se ganó el derecho de ser catalogado como uno de los dos mejores equipos de la historia olímpica.Su serie de seis años de victorias al primer nivel es sólo comparable con el Brasil de Pelé o la selección española actual.
El carácter _amateur_ del torneo y el impulso global que las dos victorias uruguayas le dieron al fútbol restaron protagonismo al torneo olímpico. Además, después de la Segunda Guerra Mundial, el Bloque del Este de Europa dominó el torneo gracias a un formalismo surgido de las entrañas del comunismo: allí no había jugadores profesionales. Era una competencia desleal entre jugadores profesionales disfrazados de amateur y jugadores aficionados del resto del mundo. El Este dominó el torneo por casi tres décadas sin poder trasladar ese domino absoluto a los Mundiales de Fútbol. Hubo, sin embargo, una notable excepción: La Hungria campeona de 1952.
Los magiares mágicos o el equipo de oro como fue conocida la selección liderada en el campo por el Teniente Coronel del ejercito húngaro Ferenc Puskas, inició una larga racha de imbatibilidad el 4 de junio de 1950 en un amistoso contra Polonia. Los cambios tácticos de aquel equipo hicieron historia y crearon escuela. Sin ánimo de entrar en un debate táctico (interesante, pero largo), la mejor manera de entender el juego húngaro es aquella frase de Puskas donde afirmaba que todos atacaban y todos defendían: una revolución en su tiempo. Revolución que se fundamentó en las fuertes ideas socialistas de su entrenador Gustav Sebes quién entendía que debían apoyarse unos a otros permanentemente para obtener un beneficio común.
En los Juego Olímpicos de Helsinki, 1952, Hungría barrió a sus rivales. Marcó 20 goles en 5 partidos. Recibió apenas dos. La racha victoriosa de un equipo único siguió en los años siguientes. En 1953 se convirtió en el primer equipo no británico en derrotar a Inglaterra en Wembley. Es quizás el partido más importante de la era moderna puesto que enterró las viejas tácticas británicas y mostró al mundo el novedoso esquema que ellos utilizaban. Es el partido del siglo. Aquel día, Puskas y compañía ganaron 3-6. En la revancha, jugada en Budapest, les empacaron siete goles a los ingleses.
El Mundial de 1954 era ideal para inmortalizar una generación única de futbolistas. En primera ronda enfrentaron y golearon a Alemania, 8-3. A Alemania la entrenaba el _Zorro _Herberger. La leyenda dice dos cosas sobre aquel partido. Primero, a Alemania le convenía perder porque se jugaría el pase contra la débil Turquía a quien ya había derrotado con facilidad. De hecho, en aquella derrota contra Hungría, no participaron cinco jugadores que después sí estarían en la gran final. La importancia de perder radicaba en los rivales de cuartos y semifinales. El ganador enfrentaría a las dos potencias suramericanas presentes en el torneo: Brasil y Uruguay. En segundo lugar, Liebrich lesionó (¿deliberadamente?) a la estrella Magyar, Puskas, con una patada directa al tobillo.
Hungría jugó cuartos de final contra Brasil a quién derrotó 4-2 en la denominada Batalla de Berna. Un partido violento que incluyó la expulsión de Boszik, el capitán húngaro. En semifinales, Uruguay por primera vez en la historia de los mundiales perdía un partido, 4-2. El 2-2 del tiempo reglamentario exigió jugar tiempo extra. Fue entonces cuando el _negro Andrade,_ marcador de uno de los mejores cabeceadores de todos los tiempos -Kocsis-, se lesionó.
El espinoso transito de Hungría a la final, ajena a las sospechas posteriores de dopaje de los alemanes, contrastó con la forma relativamente simple como Alemania clasificó. Puskas lesionado desde el primer partido con los alemanes jugó a pesar de no estar totalmente recuperado. Sin embargo marcó y rápidamente Hungría se puso 2-0 adelante en el marcador. En una de los más grandes ajustes tácticos de los mundiales, Herberger demostró porque le decían el Zorro. Alemania, recompuso líneas, marcajes, reorganizó el ataque y remontó el marcador. Faltando cuatro minutos, Puskas, evidentemente disminuido físicamente marco el empate a tres. Ese tanto, sin embargo sería anulado por indicaciones del juez de línea.
Hungría invicta desde 1950 en 32 partidos, campeona olímpica, cayó en la final del mundial. No _volvería a perder hasta 1956, 18 partidos adicionales. Pero la entrada de los tanques soviéticos a Budapest aquel año no sólo acallaron la naciente revolución húngara sino también dio por terminado el ciclo dorado de una generación de futbolistas únicos. Hungría canceló su participación en el torneo olímpico de 1956.
Con excepción de la victoria francesa de 1984, en buena parte debido al boicot del eje soviético a los juegos de Los Angeles, el éxito de los países del Este continuó hasta 1992. Aquel año, no fruto de la caída del muro, sino consecuencia de un cambio definitivo en el reglamento, España se proclamó campeón. El torneo olímpico es hoy un campeonato mundial Sub-23 con el refuerzo de tres jugadores mayores. A pesar de las victorias africanas o la decisiva presencia de Messi en la Argentina campeona del 2008, no ha habido, y probablemente no habrá en los Olímpicos equipos de la talla de la Uruguay de los 20 o la Hungría de los 50.
¿Y Brasil? Brasil nunca ganó los olímpicos. ¿Será en 2012? … ¡Fue en 2016!