El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: Nestor Lorenzo; Selección Colombia; Copa Mundial Suecia 1958

Nestor Lorenzo, invicto con la selección de fútbol de Colombia convocó sólo a jugadores “foráneos” para los partidos contra España y Rumania. Poco importa que previamente haya derrotado a potencias como Alemania o Brasil, parte de la prensa nacional se le vino lanza en ristre: “¿cómo es posible que no haya convocado jugadores de la liga doméstica?”

La respuesta, sencilla, la dio Lorenzo: el nivel actual del torneo es bajo. Los números lo corroboran. La edad promedio del top-6 de goleadores en Colombia es de 32,5 años. Los seis primeros incluyen al Córdoba (20 años) y Yeison Guzmán (26 años). El promedio de los otros cuatro es de 37 años. Poco más que agregar.

Más allá del patriotismo desmedido, llama la atención la falta de objetividad de cierta crítica y ese aparente afán por volver al pasado cuando sólo se era seleccionable si se disputaba la liga doméstica.

La historia, para bien, ha cambiado. El mundo de fronteras cerradas, de privilegio artificial a lo que se produce dentro de las fronteras, aquel estado estático añorado por ciertos sectores ideológicos es cosa del pasado. Actualmente no pasa lo que antes era moneda común.

Quizás el caso más significativo de la historia del fútbol sea el de Argentina en el Mundial de Suecia en 1958. En lo que entonces se denominaba Campeonato Sudamericano, aquel disputado en Perú en 1957, Argentina arrasó. Los carasucias, una delantera de ensueño compuesta por Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz, marcaron 25 goles en seis partidos. A Colombia le metieron ocho, a Brasil tres.

Tras la victoria ante Brasil, Argentina era campeón. Cuenta la historia que salieron a celebrar, compartieron con algunas distinguidas damas que les presentaron en la playa y perdieron el último partido ante Perú 2-1. Herido en su orgullo, organizaron un partido de revancha. En esta ocasión, Argentina ganó 4-1.

Aquel equipo era máximo favorito para ser campeón del mundo en Suecia. Tentados por las ofertas italianas, Angelillo se fue al Inter, Maschio al Bologna, y Sívori a la Juventus. Por defecto, era la costumbre, Argentina no llamaría ninguno de los tres ídolos del ’57 a disputar la Copa del Mundo en Suecia.

Aún así, Argentina era campeona de América, y clasificó con claridad. Era favorita a conquistar su primer título mundial. Así, al menos, lo creían en Argentina. Consecuentemente partió de Buenos Aires ante los vítores de miles de compatriotas. Aunque marcó primero, perdió 1-3 con Alemania y ganó luego a Irlanda del Norte. Para McIlroy, jugador norirlandés, los argentinos eran “un poco de hombres gordos y bajitos con barriga, que nos sonreían, al tiempo que saludaban a las chicas en la tribuna”.

La debacle llegó en el tercer partido. 6-1 les empacó Checoslovaquía, volverían a Buenos Aires bajo una lluvia de monedas y la crisis tardaría décadas en superarse. La historia está para aprender de ella. A la selección deben ir los mejores. Siempre. Hoy ninguno juega en Colombia. Felicitaciones a Lorenzo por convocar a los mejores. Sin importar de donde vienen.

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