Tags: Vallas en los estadios; Tragedia en fútbol; Barras bravas
La FIFA, tan fácil de criticar, tiene sus puntos positivos. El Mundial Sub-20 de 2011 que se celebró en Colombia nos trajo visos de modernidad y desarrollo, impensables sin la intervención de una autoridad externa reconocida universalmente. Hasta ese momento, los estadios parecían corrales, con vallas rodeando el campo para contener a las hordas de aficionados que invadiríamos el césped a la menor ocasión. Hoy, los estadios carecen de vallas. Eso, bajo ningún concepto, debe cambiar.
Las vallas se quitaron en Europa a finales de los ochenta porque eran una amenaza de muerte para los aficionados. La gota que rebasó el vaso ocurrió el 15 de abril de 1989. Se jugaba en Sheffield la semifinal de la FA Cup entre Liverpool y Nottingham Forest. Aunque el Liverpool tenía más hinchas, para evitar confrontaciones camino al estadio, las tribunas se asignaron equitativamente lo que implicó menores puntos de entrada, en particular, menos torniquetes disponibles.
La hinchada del Liverpool, intentando entrar al estadio antes del inicio del cotejo, se aglomeraba en los escasos torniquetes. El lado del estadio que ocuparían se comenzaba a llenar desproporcionadamente al tiempo que más y más gente se congregaba en los torniquetes intentando acceder a tiempo. La policía, para facilitar la entrada, abrió dos torniquetes adicionales primero, y dos más minutos después.
La entrada se facilitó, pero las gradas estaban llenas. Quienes entraban a la tribuna, ya llena, apretaban a los que estaban delante. La gente comenzaba a apretarse unos contra otros, y los de más adelante, contra las vallas que rodeaban el estadio. El partido comenzó, puntual, a las 3 p.m., pero la gente seguía entrando, seguía apretándose. Cinco minutos pasaron para que la valla cediera. Pero la gente, apretada unos con otros, y contra la valla, no podía moverse. El partido se suspendió. Ya era tarde, muchos murieron por asfixia, simplemente por presión de los que venían detrás. 97 hinchas del Liverpool que fueron a disfrutar del más hermoso de los espectáculos, murieron, por errores humanos, pero también porque existían las vallas.
Como dije, esto fue la copa que rebasó el vaso. Las vallas, ya en el pasado habían sido cómplices de tragedias evitables. Inglaterra primero, Europa después, la FIFA más tarde, decidieron que las vallas no pueden existir en un estadio de fútbol.
En Colombia recientemente se propuso recuperar las vallas debido a las invasiones de las barras bravas de Nacional y Caldas en sendos partidos del rentado doméstico. El problema no son las vallas, son las barras bravas. En Inglaterra las acabaron mejorando la infraestructura, numerando la silletería, subiendo el precio de las entradas, implementando tecnología (individualizando a los criminales) y ajustando la legislación (obligando a que estuvieran en una estación de policía durante los partidos) entre otras medidas. Todo, muy importante, con el apoyo del estamento político, contrario al populismo criollo que las quiere fomentar, quien sabe si para pagar favores. El camino, eso sí, nunca es poner vallas.