Tags: Ricardo Gareca; Brasil 1982; Holanda 1974; Hungría 1954; Pelé
Decía hace unos meses Ricardo Gareca que la influencia europea no ha favorecido al jugador sudamericano porque pierden habilidad, gambeta, inventiva. Jugar a dos toques, anotaba, genera apuro, no rapidez. También declaró que no tiene sentido trabajar táctica con los chicos quienes deben ser formando técnicamente, la táctica es para los mayores. ¿Hasta dónde tiene razón?
La historia del fútbol es de aprendizajes trasatlánticos. Si Uruguay sorprendió a Europa en los años veinte con una forma diferente de tratar el balón, Sur América absorbió la influencia de entrenadores húngaros durante la primera mitad del S. XX. Escribía la prensa española en 1952, cuando Millos derrotó al Real Madrid en sus bodas de oro: “ganen o pierdan los Millonarios, numerosas jugadas durante el transcurso del match tendrán carácter de pura exhibición, de delicada orfebrería (…) No hay en este fútbol colombiano patadones ni despejes largos”.
Apenas unos años después, en 1958, un rival irlandés decía de los argentinos: “era un equipo de hombres bajitos, gordos con barriga que estaban más pendientes de saludar a las aficionadas en la tribuna que del balón”. Si bien derrotaron a Irlanda, cayeron 6-1 antes Checoslovaquia, un resultado que cambió la historia del fútbol argentino.
La humillación argentina, se unió a la eliminación brasileña del mundial de 1966 para llevar al fútbol sudamericano a perseguir la europeización por el camino equivocado. Nuestro fútbol se tornó agresivo, violento, donde el resultado era lo más importante, y la preparación física debía primar. Brasil ‘70 fue un oasis fruto de unos salvajes que querían sentar a Pelé. Zagallo, con cinco dieces, construyó el arma ofensiva más eficaz que se haya visto.
Los setenta continuo la tendencia de los sesenta, hasta que llegó Brasil, 1982, el más bello después del ’70, la derrota más impactante, después del ’58. El resurgir del fútbol lírico se frenó en seco. Más con la desabrida victoria brasileña de 1994.
En Europa, mientras, la fuerza dejaba campo a otro fútbol. Holanda ’74 (estos con gran despliegue físico), y Francia 1982 demostraron que la lírica era un camino, que si bien no ganaba, era un camino a explorar. Fue el Barcelona de Cruyff en los noventa, el de Guardiola después y la España del 2008 - 2012 quienes mostraron que la técnica y la táctica se podían fusionar para emanar belleza sin sacrificar resultado. Hasta los alemanes tomaron nota. Sudamérica se estancó táctica y técnicamente desde que la sentencia Bosman del ’95 se llevó a nuestros mejores futbolistas.
Gareca tiene parcialmente razón. Trabajar con material menor es difícil. Tácticamente no ayudó el fracaso de Bielsa en 2002. Encima, los cracks que juegan en Europa, lo demuestra nuestro fracaso en mundiales desde 2006, no logran integrar su aprendizaje con la idiosincrasia local. Pero a la larga es culpa nuestra. Nada hemos hecho para preparar entrenadores innovadores en Sur América. Ninguna estrategia hemos diseñado para incentivar y mantener los procesos de formación. Solucionemos, no busquemos culpables en el más allá.