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Tags: Copa América 2021

Colombia 1986. Colombia 2001. Colombia 2021. Ya en tres ocasiones nos han otorgado la sede de un evento futbolístico de relevancia. Nunca Colombia ha podido organizarlo en condiciones. Somos un país de excusas, de peros, de evasivas. El Mundial de 1986 no se hizo. La Copa América del 2001 la hicimos. Sí. Pero fuimos maltratados. La Copa América del 2021 tampoco será.

En 1974, doce años antes del Mundial, la FIFA le otorgó sorpresivamente la sede del Mundial a un país sin historia futbolística. En realidad, sin historia deportiva. Un dirigente visionario, con espíritu grande, Alfonso Senior, pensó que el Mundial serviría para visibilizar lo bueno que tiene Colombia. El Gobierno López no hizo nada. Turbay constituyó una corporación privada a cargo del Grupo Santo Domingo y el grupo Gran Colombiano para que fuera ellos quienes lo organizaran. Sólo Los Ángeles en 1984 ha logrado organizar un evento de tal magnitud, los olímpicos en este caso, con financiación privada. Mientras tanto Kissinger, el mismo que impulsó decenas de golpe de estado en América Latina, gran amante del fútbol, quería llevar el mundial a los Estados Unidos. Así, que viendo que a falta de cuatro años Colombia no había hecho absolutamente nada consiguió que la FIFA le exigiera a Colombia estadios, torres de comunicaciones, aeropuertos y trenes. Lo impensable en este país.

Colombia, con un discurso familiar, rechazó tales exigencias. Betancur habló de las necesidades reales del país. En su discurso de renuncia, dijo que la “multinacional” FIFA pretendía servirse de nosotros, que siempre tan vivos, no permitiríamos tal atropello. Multinacional como expresión despectiva porque en este país, ayer como hoy, el que tiene, lo hizo robando, el que no tiene, es porque lo robaron. Afirmó que no había tiempo de atender “las extravagancias de la FIFA”. México 1986, como antes Chile en 1962, sí pudo atender tales extravagancias, apenas meses después de recibir el impacto de sendos terremotos devastadores. Alfonso Senior nos definió: “Colombia es un país enano al que no le quedan bien las cosas grandes”.

En 2001 el país estaba inmerso en medio de ataques terroristas, de las FARC particularmente. El torneo, asignado desde 1986, le fue retirado a Colombia por la Conmebol a 15 días del inició de la Copa América tras el secuestro de Mejía Campuzano, dirigente deportivo muy cercano a la dirigencia deportiva suramericana. Tras el golpe inicial, se pidió aplazar el torneo a 2002. Sin embargo, por razones económicas, la Conmebol se vio forzada a permitir el torneo en 2001. Argentina denunció supuestas amenazas de muerte y renunció al torneo a pesar del ruego de los dirigentes colombianos para que trajeran la Sub 20. Brasil trajo la C, Uruguay jugadores del torneo local reforzado por alguno que disputaba el torneo mexicano, Canadá también renunció. Así que aquí llegaron Honduras y Costa Rica, y Colombia por fin pudo ser Campeón de América.

En 2021 no habrá Copa América. Desde el punto de vista sanitario la Copa América era viable pues (i) la burbuja del fútbol profesional había demostrado ser razonablemente efectiva, y (ii) en caso de mantenerse arriba los casos de Covid-19 durante la realización del torneo, los eventos se realizarían sin público. En su renuncia oficial (que consistió en pedir traslado de fechas, como en 2001), el gobierno argumentó de manera poco convincente que el torneo necesitaba público. No caló el discurso en Conmebol que quitó el torneo a Colombia.

El problema central vuelve a ser el del 2001. La inseguridad perpetua del país. En el país hay actualmente un movimiento social cuyas protestas se motivaron política y económicamente, pero que ha derivado en un discurso anárquico que protesta contra todo: policía, gobierno, abrir los colegios, empresarios, multinacionales y ahora el deporte. Piden por los derechos humanos mientras se bloquea el paso de bebes a los hospitales, se restringe el transporte de medicina a las ciudades, se pierden cultivos y se queman y saquean establecimientos comerciales. Pura contradicción. Quienes están hoy en las calles son principalmente jóvenes que según las últimas encuestas confían en la Universidad Pública y las redes sociales. Lo dicho. Pura contradicción. La Copa América no se realiza en Colombia porque el gobierno ha sido incapaz de mantener el orden y de hacer que prevalezca la ley.

Los grandes eventos no se realizan para volver ricos a los países. Puede suceder incluso lo contrario. La evidencia muestra que el gran efecto de organizar este tipo de eventos es que los habitantes del país organizador se sienten felices con el torneo. Colombia, el mismo país que rozó los primeros lugares de felicidad (en dudosas encuestas eso sí), no logra ser feliz ni cuando los demás son felices. A la larga el país no organiza la Copa América porque las divisiones son tan profundas que los odios mutuos prevalecen. Estamos estructuralmente divididos. No nos une ni una pandemia, ni una Copa América. Así, imposible invitar a los vecinos a una fiesta.

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