El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: SuperLiga Europea; Champions League

La Superliga europea, está frenada, pero no muerta. Por ello es necesario plantear esquemas que hagan viable y sostenible la Champions League. “La principal crítica al formato de Superliga que plantearon los 12 autoelegidos es su estructura cerrada”. La dinámica del fútbol en sus casi 160 años de historia ha llevado a que quienes son grandes hoy no lo sean mañana. Ni siquiera los sempiternos Real Madrid y Barcelona. Antes de la llegada de Di Stéfano, el Real Madrid apenas había ganado dos títulos de liga, cuando el Athletic de Bilbao ya tenía 5, el Barcelona 6 o el Atlético de Madrid 4. El Barcelona, por su parte, entre 1955 y 1990 apenas ganó 4 títulos de liga, y no fue hasta 1992 que quedó campeón de la Copa de Europa. El Madrid, además, estuvo 32 años sin levantar la orejona.

Ese formato cerrado, centrado en unas pocas ciudades de apenas tres países, era la receta perfecta para matar el fútbol. Pero la Superliga planteaba algunos puntos que merecen ser tenidos en cuenta. El más importante de ellos, el de su supuesta inviabilidad económica, es relativamente sencillo de resolver. Si los costos son muy altos, y los ingresos son insuficientes, lo natural es incrementar ingresos o disminuir costos. Si los ingresos no pueden aumentar más (ya antes de la pandemia, los derechos de televisión en las grandes ligas se estaban negociando a la baja), hay que frenar la espiral de gastos. Y en el fútbol el principal rubro es el de los salarios.

Messi, nos enteramos hace unos meses, gana €140 millones anuales. Los rumores sobre una posible salida de Haaland del Borussia Dortmund hablan de primas para el agente y el padre que rondan, para cada uno, los €20 millones. ¿Por qué los equipos más ricos no pueden acordar en conjunto con la UEFA una restricción de salarios y limitar el porcentaje a intermediarios? Fijar topes de €100 no va a quebrar futbolistas, pero sí va a hacer viables a los equipos, al tiempo que los obliga a competir por algo más que dinero.

Otro punto importante es el de la competitividad de las ligas nacionales que hoy oscilan entre los 18 equipos de la Bundesliga y los 20 de las demás. Desde hace muchos años se ha planteado 16 como el número ideal. Además de minimizar partidos frente a equipos menores, permitiría abrir espacio para más partidos de alto nivel en Europa.

Limitar el número de equipos en la primera división de cada país permitiría, por ejemplo, reducir mediante eliminatorias directas, con cabezas de serie, los 32 equipos iniciales a 16. Posteriormente dividir los 16 en dos grupos de 8, todos contra todos a ida y vuelta. Este esquema de un sólo partido para pasar de 32 a 16 equipos es evidentemente un riesgo para algunos grandes. Por ello el campeón de las tres primeras ligas según el coeficiente UEFA y el Campeón reinante pasarían directamente a la fase de grupos. Esto daría un valor adicional a ser campeón de la liga. Al haber sólo 12 cupos disponibles para los grupos de ocho, los ocho ganadores de la primera ronda con menor diferencia en su respectiva eliminatoria jugarían sendos partidos a ida y vuelta para entrar a la fase de grupos. Es decir, pagaría más ganar la eliminatoia por 3-0, que pasar por penales.

Posteriormente los 2 mejores de cada grupo jugaría semifinales a ida y vuelta. Todo tarminaría en una gran final. Con este esquema, el campeón juega 19 partidos, suponiendo que juegue primera ronda y clasifique derecho a los grupos. Pero puede jugar 21 partidos si debió disputar un cupo a la fase de grupos después de la primera serie eliminatoria. Esto contrasta con los 13 partidos actuales. Es importante enfatizar que esto sólo tiene sentido en un escenario donde las ligas no tengan más de 16 equipos. Se logar así incentivar los partidos de alta competitividad, y se mantiene la puerta abierta para esos equipos que de vez en cuando logran romper las reglas y se codean de tú a tú con los grandes.

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