Colombia es candidata a ser elegida sede del Mundial de Fútbol Femenino en 2023. Sus rivales son pesos pesados. Una candidatura conjunta de Australia y Nueva Zelanda, y otra de Japón. Más con el corazón que con la cabeza, aún aspiro a que Colombia sea la elegida.

El primer mundial femenino, si bien oficioso, se disputó en Italia en 1970. Ante 40.000 espectadores en Turín, las locales cayeron ante Dinamarca. Un año después, en Ciudad de México se disputó la final de un segundo torneo mundial, siempre de carácter oficioso. Ante 110.000 espectadores, en el estadio Azteca, nuevamente las danesas frustraron a las locales. 3-0 derrotaron a la selección mexicana.

Llegados los años ochenta, FIFA comenzó a visualizar el negocio potencial del fútbol femenino. En 1988 organizó un invitacional, y ya en 1991 se disputó el primer campeonato mundial de fútbol oficial. Desde entonces el mundial se ha disputado ininterrumpidamente cada cuatro años con lo que en 2023 se disputará el décimo mundial FIFA. Sur América, en esta rama del fútbol, no es históricamente lo que es en la versión masculina. Sólo en una ocasión alcanzó la final, Brasil que perdió 2-0 ante Alemania en 2007. Estados Unidos ha ganado cuatro veces, Alemania dos, Noruega y Japón 1.

Una ventaja simbólica en la carrera es que nunca el Mundial Femenino se ha disputado en América Latina, si bien si ha viajado a Estados Unidos y Canadá. Es cierto, que tampoco en Oceanía, aunque sí en dos ocasiones en China. Si bien FIFA tiene sus condiciones, en ocasiones exageradas, por todos conocidos, también impone normas que tienen la capacidad de mejorar estructuralmente el deporte en el país sede, especialmente si es uno como Colombia. Recordemos el mundial Sub 20 de 2011 que se disputó en Colombia. Adicional a la mejora de estadios (fue la última gran renovación de El Campín), también fue clave en quitar las peligrosas vallas que separaban el terreno de juego de las tribunas.

Tras la revisión, Colombia, naturalmente, calificó baja en infraestructura. No tiene un estadio de 55.000 espectadores, necesario para la final, los lugares de entrenamiento son pobres, la misma calidad de los estadios está por debajo de los estándares FIFA, y además las conexiones entre sedes debe ser casi exclusivamente aérea, pues la conexión por tren es inexistente y las carreteras no pueden ser consideradas “una solución viable”. La mayor debilidad de Australia y Nueva Zelanda es eso, son dos países. La de Japón son los altos costos de transporte.

Está complicado. El reporte de FIFA otorgó 4.1 puntos a Australia/Nueva Zelanda, 3.9 a Japón, y 2.8 a Colombia. Traer el mundial sería una oportunidad única para finalmente invertir decididamente en el fútbol femenino, además de mejorar estructuralmente la infraestructura deportiva. Alguna vez dije que desarrollo se puede definir como la capacidad de organizar un Mundial de Fútbol, o una Olimpiadas sin necesidad de inversiones adicionales. Estamos aún lejos de ello.