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El fútbol es un negocio. Frase trillada que ha dado para miles de escritos de toda índole. Pero en Colombia el negocio se comió el fútbol. En el resto del mundo los grandes equipos usan sus ingresos para acaparar a los mejores jugadores dejando con lo mínimo ligas como la colombiana. En Colombia el dinero se lo reparten unos señores que desconocemos, dejando sin fútbol de calidad a los aficionados. ¿Cómo fue eso?

Uno de los aspectos más criticados del fútbol colombiano durante décadas era la falta de ascensos y descensos, algo natural en el primer mundo futbolístico. Eso cambió en el año ’91. A cambio de ceder en el tema del descenso, los equipos de primera división seguirían perteneciendo a la Dimayor, la rama profesional, recibiendo tratamiento preferencial. Al tiempo que los que descendían seguían perteneciendo a Dimayor, los que ascendían se convertían en miembros. Y cuando descendían seguían siendo miembros de Dimayor.

Hoy son 36 los equipos afiliados a Dimayor. Están todos lo históricos, que para mi generación son los 14 que hasta por allá el año ’91 jugaban más o menos regularmente la primera división. Han aparecido 22 equipos nuevos. El problema de las nuevas incorporaciones no es su existencia per se. El problema es que la estructura evolucionó hacia un sistema de incentivos perversos donde suceden dos cosas que oscurecen el futuro de nuestro fútbol: (i) Es mejor negocio jugar en la B que jugar en la A, y (ii) los equipos que aún tienen ciertos objetivos deportivos (sea por interés propio, o presión social de la hinchas y periodistas) no pueden acceder a los cuantiosos recursos de la televisión.

El problema central está en el sistema de votación y los recursos de la televisión, fundamentales en Europa, Sur América y desperdiciados en Colombia. En la Premier League, por ejemplo, famosa por su distribución equitativa entre equipos de primera división, la repartición es 25% según el número de transmisiones por TV, 25% según la posición en liga, y 50% se reparte equitativamente. Además, desde esta temporada, los ingresos por transmisiones internacionales que se repartían equitativamente, serán también distribuidos parcialmente con base en méritos. Es decir, los objetivos están alineados para que primen los intereses deportivos. Es mejor jugar en primera división que en segunda.

En Colombia los 36 equipos votan igualitariamente para determinar cómo se reparten los recursos de TV. En consecuencia, los ingresos que generan equipos como Nacional o Millonarios, los disfrutan por partes iguales equipos como Atlético FC u Orsomarso, cuyo nivel de interés es esencialmente cero. Es tal el nivel del negocio para estos equipos de reciente fundación que el 40% de los equipos de la Dimayor se fundaron en el S. XXI. La Tabla 1 muestra esto por décadas de fundación. La Tabla 2, al final de esta entrada, muestra el año de fundación de cada club según aparece en la página de la Dimayor. Allí se ve, que Leones supuestamente se fundó en 1944, antes que Millonarios, Nacional o Tolima. Si bien en la página hay una enredad historia para justificarlo, aún así 10 equipos de la B fueron fundados después del 2000, seis de ellos desde el 2010. Es un negocio tener equipo de fútbol para gozar de la afición que millones de hinchas sienten por Cali, Junior o Santa Fe.

Estos equipos del S. XXI sobreviven sin hinchas en la B, porque disfrutan de ingresos de TV de primera división. Mientras tanto quienes quisieran luchar por una Libertadores o Sudamericana no pueden acceder a recursos que generan ellos. En Colombia el negocio se comió el espectáculo del fútbol. Nos han dejado las migas. Los equipos de siempre, los que aún quieren fútbol de verdad en Colombia deberían implementar lo que hace unos pocos años intentaron: una nueva Dimayor. El fútbol profesional no es sólo aquel que paga a futbolistas (en el caso de estos equipos menores, cifras muy bajas). El fútbol profesional es el que es capaz de arrastrar hinchas al estadio.