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Con el desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo. Así decía la abuela. Cierto en el caso de la Conmebol. Así el desayuno haya sido hace más de 100 años, y el almuerzo lo estemos viviendo hoy, con la demostrada incapacidad de estructurar fluidamente la Copa América 2020.
La Conmebol cataloga a la Copa América como el torneo de selecciones más antiguo del mundo. En realidad antes se jugó el British Home Championship, cuya primera edición data de 1883⁄84, y que disputaron las cuatro selecciones británicas hasta 1984. En 1908 el fútbol llegó a los Juegos Olímpicos. Sí, la Copa América –denominada así desde 1975, originalmente Campeonato Sudamericano de Naciones – es la tercera porque arrancó en 1916. Pero al inició de ese primero campeonato, en el que participaban Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, el torneo no era más que un evento de la celebración del Centenario de la Independencia argentina.
En la mitad del torneo, bajo la batuta del uruguayo Héctor Rivadavia Gómez, se creó la Confederación Sudamericana de Fútbol. Mientras tanto, los partidos del torneo corrían, y Uruguay se proclamó campeón. Con el torneo ya terminado, y tras algunas reuniones adicionales, se concluyó que aquel torneo de 1916 había sido el primer Campeonato Sudamericano de Naciones y que Uruguay era su primer campeón.
El torneo habría de disputarse anualmente, si bien con ciertos saltos, hasta 1929. Sin embargo, no fue hasta 1975 que, por primera vez, se contó con la participación de las 10 selecciones suramericanas. El desorden histórico para su organización contribuyó, por ejemplo, a que Pelé -quien jugó con la selección Brasil entre 1959 y 1971- sólo la disputase en una ocasión.
En marzo y abril de 1959 Brasil, Campeón del Mundo, acudió a Argentina con lo mejor del repertorio. Pelé aunque goleador, no pudo impedir el triunfo argentino. La siguiente edición de la Copa América se jugó en diciembre de 1959. Sí. El mismo año, apenas unos meses después. A Ecuador no fueron Bolivia, Chile, Colombia y Perú. En la década de los sesenta y setenta apenas se disputaron cuatro ediciones. En 1963, en Bolivia, Chile no fue invitada por conflictos fronterizos, Uruguay no acudió mostrando su desacuerdo con la sede. Argentina y Brasil mandaron un equipo secundario.
¡Y así! En 1975, cuando por primera vez coincidieron los 10 equipos sudamericanos, el torneo se jugó a lo largo y ancho del continente, sin sede fija. Así fueron también los torneos de 1979 y 1983 hasta que la Conmebol entendió lo poco práctico del sistema y decidió que a partir de 1987 se disputaría en sede fija, cada dos años, rotando pero comenzando por Argentina. Mal que bien, fueron los años dorados de la Copa América a excepción de Colombia 2001.
Aquel año, Argentina se negó a venir por supuestas amenazas de muerte. Ni siquiera escuchó la súplica de los colombianos pidiendo que mandaran la Sub 20, proclamados campeones del mundo de la categoría apenas unos días antes de comenzar el torneo. Los demás sudamericanos mandaron la B. No en vano Honduras eliminó a Brasil y fue el rival de Colombia en semifinales.
Tras acabar con las rotaciones en 2007, la Copa América no se disputó hasta 2011. Bianual era muy frecuente. La Copa Centenario 2016 fue fruto de negocios turbios que obligaban a unos y otros a comprometerse para salir de los tribunales.
Con opaco sentido comercial, la Copa América será cada cuatro años coincidiendo con el equivalente europeo, y los Juegos Olímpicos. En ese enredo, programan dos seguidas, 2019 y 2020, está última en dos sedes: los dos países más apartados del continente: Colombia y Argentina. Sobre el lugar de la final, nada se sabe. El fracaso suramericano en mundiales no ha sido incentivo para estructurar profesionalmente nuestro fútbol. Necesitamos más que futbolistas. La dirigencia nos aleja de la élite. Se requiere un giro.