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Me equivoqué. ¡Qué alegría! El partido de ida de la final de la Copa Libertadores 2018 entre Boca y River no fue la fiesta de empuje, pecheo e insulto. Hubo, por supuesto, empujones, pecheos e insultos, pero en el rango aceptable. Tampoco, es cierto, fue una obra de arte futbolística. Pero sí se jugó al fútbol, mucho más de lo que yo intuía. River salió a buscar el partido. Boca, sorprendido en un comienzo, reaccionó con garra a mitad del primer tiempo. El resultado fue un partido intenso, lleno del fútbol que hoy por hoy pueden dar los equipos en Sur América, muy divertido para los millones de aficionados que lo vieron en el mundo entero. Boca y River dieron una gran imagen del fútbol suramericano.
Ese empate a dos deja abierto el desenlace para el partido de vuelta. El internet está lleno de análisis del partido. Así que por ahora revisemos lo que nadie más tiene: la red ajustada por dificultad de pases. La Figura 1 presenta el juego de River Plate durante el primer tiempo. Se alcanza a vislumbrar la sorpresa de Gallardo, salir con tres centrales, Martínez Quarta, Maldana y Pinola. Efectivamente se ve cómo Pinola tocó el balón en una posición central, haciendo un vértice con Martínez Quarta por derecha y Maldana por izquierda. Casco y Montiel cumplieron la labor de mantener el equipo abierto al tiempo que Santos Borré tocaba el balón tirado hacia el centro.
Cuanto más rojas las líneas que conectan los jugadores, más complicado el pase exitoso que se realizó. Borré, por ejemplo, conectó exitosamente pases estadísticamente complicados con Gonzalo Martínez, Pratto, Casco y Montiel. Ello lo hizo acreedor de ser el jugador central (el más relevante en la red de pases) durante la primera parte.
Boca fue casi avasallado por River al comienzo del partido. Con Pavón intentó algunas descolgadas por izquierda pero sin mayor éxito (Figura 2). A la larga, terminó siendo un equipo más ancho, casi empujado por River, con una desconexión significativa entre Pavón y Olaza por derecha con el resto del equipo. Aunque le rindió a Boca el primero tiempo –marcó dos goles–, aunque en el segundo tercio de la primera mitad logró equilibrar la balanza, el fútbol xeneize fue menos fluido que el de River y eso se refleja en que el jugador central fue Izquierdoz, lejos de imaginarse que sería el autor del empate del archirrival.
La Figura 3 muestra la red de pases de River Plate, muy tirada a la derecha, lejos de la simetría que se observó en el primer tiempo. Enzo Pérez fue el eje del equipo, pero las conexiones más complejas terminaron por unir a Pratto y Montiel, posteriormente Quintero e Ignacio Fernández.
Boca, cabe recordar, recibió el empate cuando quizás se veía más cercano de marcar el tercero. Posteriormente, al final del partido, Armani sacó con todos los méritos un balón de gol a Benedetto que nunca debió fallar. Son de esas jugadas en que se felicita al arquero, pero se mira rayado al delantero. Armani o no Armani, era gol. De hecho, la Figura 4, que muestra el mapa de xG del partido de ida, indica que el gol que falló Benedetto era el que mayor probabilidad tenía de ser gol de todos los disparos que se realizaron durante el partido. Todavía está por ver la trascendencia de semejante fallo.
La Figura 5 muestra un Boca intenso en ataque, con Barrios como eje del equipo. Pero si algo destaca es el desorden de Boca. Hoy por hoy el fútbol, el balón, es millonario. Boca vive del empuje, la garra y la fuerza. El orden, como se observa en la Figura 2 y Figura 5, no es su gran virtud.
El empate deja todo abierto para el partido de vuelta. Ojalá veamos otro partido como el de la ida. Me equivoque, pero no en todo. Sigo pensando que sólo con el pitazo final del árbitro en el partido de vuelta sabremos con certeza quien es el nuevo Campeón de la Copa Libertadores. Lo importante es que el campeón sea un digno representante suramericano en el Mundial de Clubes. De eso que hace años no tenemos.