El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: Chile; Copa Confederaciones; Copa Confederaciones 2017; Materazzi; Portugal; VAR; Video Assistant Referee; Zidane

La Copa Confederaciones experimentó, por primera vez en un torneo de selecciones, el video assistant referee o VAR. En principio, según la International Board (IB), debe utilizarse únicamente para revisar decisiones de gol o no gol, de penal, de tarjeta rojas (pero no segunda amarillas) y errores en la identificación de un jugador. En el fútbol, deporte de pasión donde los haya, el exceso de VAR puede terminar siendo contraproducente.

El fútbol no puede negarse eternamente a la tecnología. Pero ha sobrevivido exitosamente 154 años sin ella. Por ello cambios radicales pueden terminar matando la gallina de los huevos de oro. Dos son los problemas principales que ha dejado ver el VAR en la Copa Confederaciones. Por un lado frena la dinámica del partido. Por otro, socava la autoridad del árbitro.

En cada una de las 14 ocasiones que se usó el VAR (sin considerar los dos últimos partidos del torneo), el partido se frenó en promedio 47 segundos. Los eventos sin VAR, detuvieron el reloj apenas 13. Aunque la Copa Confederaciones no generó suficientes datos para evaluar estadísticamente el VAR, la descripción sigue siendo interesante.

La comparación anterior, por general, quizás no sea la más idónea. Mayor precisión se obtiene comparando el tiempo que transcurre entre el momento en que se marca un gol (o se anula) y aquel en el que se pone de nuevo la pelota en juego. Entre uno y otro pasaron en promedio 47 segundos cuando se utilizó el VAR. En eventos similares en que no se utilizó el VAR, transcurrieron 35 segundos. En momentos en que se plantea recortar el partido a 60 minutos, deteniendo el reloj cuando el balón no está en juego, el VAR resulta ser un factor que ralentiza aún más el partido.

VAR Gol3

El número de observaciones, insisto, es limitado,pero lo sucedido en Copa Confederaciones también muestra un impacto del VAR en jugadas relacionadas con las tarjetas. 69 segundos se paró el partido en eventos VAR, 34 en eventos no VAR.

VAR Tarjetas4

El segundo problema del VAR es que no elimina el error humano. A cambio lo puede exacerbar. Consideremos la polémica jugada en la semifinal Portugal – Chile en la que el árbitro no pita penal. El juez iraní considero que no era penal ni jugada para revisar. Sin duda, aunque equivocado, lo hizo de buena fe. Pero el uso del VAR lo determinan humanos. Según el International Board el VAR sólo debe utilizarse cuando el “árbitro haya tomado una decisión (incluyendo haber dejado que el juego siguiese)” o si algún incidente ‘serio’ no es visto por los árbitros del partido. A Nacional, en el Mundial de clubes le pitaron un penal que nadie vio. A Portugal no se lo pitaron. La consistencia, o falta de ella, siempre será un problema humano.

Vale la pena mostrar lo que sucedió con el VAR en jugadas en que sí se pitó penal.  En este caso las jugadas No VAR se resolvieron más rápido. Insisto nuevamente en las pocas observaciones disponibles pero, por otro lado, quizás el VAR tenga utilidad en este tipo de situaciones pues una vez se revisa la jugada, perjudicados y beneficiarios creerán en la validez de la decisión y las protestas mermarán.

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Los árbitros sudamericanos están en pie de guerra contra el VAR. ¿Qué profesional se siente tranquilo cuando tiene que tomar una decisión en milésimas de segundos pero el mundo entero la puede revisar (y anular) tras dedicarle un minuto a la misma analizándola desde cinco ángulos distintos? Los árbitros hablan de no que es “mejor no pitar nada en las áreas”. Quizás el iraní de la semifinal pensó lo mismo.

Jugadas como el gol validado a Inglaterra ante Alemania en la final de 1966 o no validados como el de Inglaterra ante Alemania en el Mundial del 2010 tienen que ser cosa del pasado. El VAR, aunque no existía, se utilizó con éxito en la final del 2006 cuando la repetición de televisión expulsó a Zidane tras su famoso cabezazo a Materazzi.

El VAR debe adaptarse al fútbol, no el fútbol a él. Es decir, la dinámica del juego debe ser la misma con VAR o sin VAR. Quizás las normas no deben ser tan rígidas sobre qué debe o no debe validarse por el VAR. La pelea, el penal, el escupitajo, la agresión sin balón, el balón que pasó o no la línea. El equipo arbitral debe determinar qué puede corregirse sin dañar la dinámica. En el caso del penal a Chile, por ejemplo, debió informarse al juez inmediatamente que se había equivocado.  Él no tiene que parar el juego. Esto no es fútbol americano. Afuera hay unos jueces que, siendo oficiales, ya tomaron por unanimidad la decisión. En otras palabras, el éxito del VAR exige repensar la figura del árbitro como voz definitiva. El VAR tiene potencial, pero no está listo. No debe usarse en Rusia 2018 (más allá de sí fue o no gol). Debe continuar estudiándose durante los próximos años en torneos menores de FIFA. Acelerar su introducción puede hacerle, al mismo VAR, mas daño que bien.

En esencia el VAR debe ser un complemento de lo que hoy existe, no puede pretender ser el juez que logra perfección en la justicia. Ella no existe. Como dijo alguna vez Mario Benedetti, escritor uruguayo, “la perfección es una pulida colección de errores”.

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