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Si el fútbol es gol, Gerhard Müller, goleador por excelencia, ¿por qué no está considerado uno de los mejores jugadores de todos los tiempos?
Estrella del Bayern Munich de los años setenta, estamos hablando de un tipo que marcó para el equipo bávaro 566 goles en 607 partidos. Con 365 goles en la Bundesliga sigue siendo el máximo goleador en la historia de la competición. Dado que jugó 427 goles, tiene un promedio goleador de 0,85 goles por partido. 40 marcó en 1971-72, récord vigente. En el año calendario de 1972 anotó 85 goles. récord sólo superado por Messi (y Chitalu). Superó aquel año la increíble cifra de los 75 goles del gran Pelé, si bien 12 goles los logró en un torneo temporal que instauró la Bundesliga porque el inició de ésta se había retrasado con motivo de los Juegos Olímpicos.
Müller, el bombardero, como fue conocido mundialmente, ganó cuatro títulos de Bundesliga, tres Copas de Europa, la Recopa del año ’67 y la única Copa Intercontinental que se dignaron jugar en 1976. Fue campeón de Europa en 1972 con la selección de Alemania Occidental y, además, Campeón del Mundo en 1974. En 2 mundiales que jugó, anotó 14 goles en 13 partidos, incluyendo el decisivo de la final de 1974 y el no menos decisivo frente a Polonia en la ronda semifinal de ese mismo mundial. En la selección marcaría 68 goles en 62 partidos (1,1 goles por partido). Miroslav Klose tuvo que jugar 137 partidos para marcar los 71 goles que supera (si bien no en el promedio) los goles marcados por Müller.
El bombardero fue nombrado balón de oro por la Revista France Football en 1970. Entonces, cabe aclarar, el trofeo se otorgaba al mejor jugador europeo, luego Pelé y compañía no entraban en competencia. Pero ganó. En 1972, compartió el balón de plata con otro grande del fútbol alemán: Günter Netzer. Ambos detrás de Beckenbauer. En 1973 fue balón de bronce. Es curioso que en los años de mayor gloria deportiva, 1974, cuando ganó la Copa de Europa con el Bayern y el Mundial, 1975 y 1976 cuando el Bayern completó el triplete, no estuvo entre los tres mejores.
Son cifras impresionantes que hablan de un jugador superlativo. A Müller le pasa en Alemania un poco como a Garrincha en Brasil. El mundo lo reconoce, pero el mejor era Pelé … salvo para los brasileños. El dominio del fútbol aleman en la primera mitad de los setenta se fundamenta en la calidad y visión de Franz Beckenbauer. Pero un alemán nunca dejará en el tintero el nombre de Gerd Müller. Sin embargo, destaca que fue nombrado el jugador del año de Alemania en 1967 y 1969, bastante antes de alcanzar sus mejores logros.
Nacido en Nörlingen, Müller, hincha declarado del Nuremberg, nunca pudo jugar en el equipo de sus amores. Fue el Bayern quien lo llamó en el ’64 para que contribuyera con sus goles al ascenso. El entrenador, Tschik Cajkovski lo apodó el ‘pequeño gordo Müller’. A él le parecía un levantador de pesas.
El físico no le impidió triunfar. Fue siete veces goleador de la Bundesliga (en dos ocasiones compartió honores) y bota de oro europea en 1970 y 1972. ¿Por qué, entonces, no se considera a Müller uno de los más grandes de la historia? ¿Por qué no está en el Olimpo con los Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Maradona o Messi?
Müller era un rematador. Lo que con los años se vino a conocer como el ‘típico’ tanque alemán. El lo decía, “gol es gol, desde que cruce la raya”. Es decir, su problema era recibir y/o controlar, disparar y celebrar. Quizás, aunque sea cierto que el fútbol es gol, el deporte rey sea algo más complejo. Esos grandes cracks del Olimpo podían no sólo seguir la receta de Müller. Además podían inventarse un gol de la nada. El alemán no era ningún tronco. Era excelente en el control del balón. Pero no tuvo nunca la elegancia de un Pelé o Cruyff, ni la versatilidad de un Di Stéfano. Menos la habilidad de un Maradona o un Messi. Beckenbauer, para muchos el mejor jugador alemán de la época (posiblemente de todos los tiempos), no era un goleador. Pero era él quien organizaba y generaba el fútbol que permitía que un goleador como Müller se luciera. Su elegancia era su sello. El mejor, para el gran público, era el más elegante, no el que más goles metía. Al final, el fútbol es un deporte de equipo. Si Müller necesitaba al elegante atrás, éste requería un goleador que la metiera.
Müller vivía para el gol. Sus goles hicieron historia. Pero para estar entre los mejores de la historia -y no deja de ser curioso- se requiere algo más que gol. Es, en todo caso, uno de los mejores goleadores que han existido.