Tags: Battiston; Copa Mundial; Francia vs Alemania; Ghengini; Giresse; Kopa; Mundial 1958; Mundial 1982; Mundial 1986; Mundial 2014; Piantoni; Platini; Rummenigge; Schumacher; Tigana; Uwe Seeler
En Brasil 2014, en cuartos de final, Alemania y Francia se enfrentarán por cuarta vez en los mundiales de fútbol. Sus enfrentamientos anteriores han estado marcado por los goles y las frustraciones francesas, siempre con generaciones únicas.
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El primer enfrentamiento se dio en Suecia 1958. Francia arribó a semifinales de la mano de Kopa, Fontaine y Piantoni, la fuerza ofensiva más poderosa de su historia hasta ese momento. En los tres partidos de primera ronda, frente a Yugoslavia, Paraguay y Escocia, marcó 11 goles si bien perdió contra Yugoslavia. A pesar de ello, el empate de los guaraníes contra Yugoslavia les permitió terminar en el primer lugar del grupo. El primer mundial de Pelé fue aquel del récord imbatible: los 13 goles de Just Fontaine, jugador nacido en Marrakech, Marruecos. En cuartos de final, Francia aplastó 4-0 a la sorprendente selección de Irlanda del Norte. Ya en semifinales, a un paso de la final, Fontaine y Piantoni marcaron nuevamente. Pero enfrente no estaba cualquiera. Era el Brasil de Pelé y Garrincha que pasó como una aplanadora. Con tres goles de Pelé, Francia quedaba eliminada. Le quedaba el consuelo de luchar por el tercer puesto.
Por el otro lado del cuadro, el vigente campeón del mundo avanzaba lento pero seguro. Fue el estrenó mundialista del gran Uwe Seeler, condenado a no coronarse campeón del mundo. No estuvo en 1954, el año del ‘Milagro de Berna’. Tampoco disputó el de 1974 cuando, siendo locales, se proclamaron campeones del mundo. Entre medias disputó cuatro mundiales, siempre rozando la gloria. Nunca la alcanzó.
Todavía de la mano del ‘Zorro’ Herberger, el mago que los guió al título cuatro años antes, Alemania encabezó su grupo tras derrotar a Argentina y empatar con Checoslovaquia e Irlanda del Norte. En cuartos de final derrotó a Yugoslavia en la segunda edición de un partido que se repitió, siempre en cuartos, durante tres mundiales consecutivos. Como en 1954, Alemania venció. Los balcánicos debieron esperar a Chile ’62 para lograr la revancha. En semifinales, Alemania empezó ganando pero finalmente caería derrotado 1-3 ante el equipo local.
Así que Francia, su primera gran generación se enfrentó frustrada a Alemania. Pensando en la final que no pudo ser, debieron enfrentar al todavía vigente campeón por el tercer puesto. En el campamento francés los suplentes se amotinaron. Querían jugar un partido en apariencia irrelevante. Batteaux, entrenador francés zanjó la disputa de raíz: “Francia jugará con los titulares porque hay que ganar ese partido. Pasaremos a la historia del Mundial de 1958 en el lugar que merecemos”. Acertó.
Herberger decidió jugar al ataque. Pero en ese terreno no eran rivales para Francia. Cuatro goles marcó Fontaine para lograr los trece que lo tienen en lo alto de un podio único. Seis marcaron los franceses por apenas tres de los alemanes. Francia, como pidió Batteaux, quedó en la historia.
No volverían a enfrentarse hasta 1982. El mundial de España fue curioso. El mejor mundial desde 1970, quizás el mejor hasta Brasil 2014. Pero ninguno de los dos mejores equipos logró llegar a la final que disputarían los verdugos de Brasil y Francia. Alemania eliminó a Francia en un partido épico.
Francia, recordemos, era históricamente inferior a Alemania. A pesar del logró del ’58, poco o nada tenían los galos para mostrar al mundo. Habían mostrado destellos en Argentina 1978, pero fueron eliminados por Italia y Argentina. Así que para Alemania, la mayor preocupación era, como tituló el Diaro ABC el día del partido, “el progreso del fútbol galo”. Francia tenía un centro del campo que aún hoy recitamos de memoria: Platini, Tigana, Giresse y Ghengini. Magia pura.
Alemania, además del ‘progreso del fútbol francés’ llegó al partido con una preocupación muy real: Rummenigge, el _crack _teutón estaba lesionado. No sería de la partida y, se afirmaba que no podría jugar. Los primeros noventa minutos fueron lo que se esperaba. Una Alemania muy alemana. Rocosa, fuerte, segura pero sin lírica. Una Francia dirigida por un maestro, para mí el mejor futbolista francés de la historia: Michel Platini.
En el segundo tiempo, Bossis recuperó un balón en el flanco derecho y se lo pasó al de la camisa por fuera, a Platini. El maestro lanzó un balón a media altura que dejó desubicada a la defensa alemana. De la nada apareció Battiston quien 10 minutos antes había entrado por Ghengini. El balón le quedo rebotando, sólo frente al criminal Schumacher que , fungiendo como arquero alemán, salía desesperado al borde del área intentando achicar el arco. Battiston, dentro del semicirculo que bordea el área, resolvió mal. No la tiró ni por encima, ni por abajo. La tiró por el lado izquierdo del portero que, olvidándose del balón saltó al mejor estilo karateca y se llevó por delante, ya dentro del área, al pobre Battiston que nunca supo que sucedió. El francés quedó tendido, como muerto, boca arriba. Apenas levantó la mano izquiera, pero nada más se movía. No sólo era falta, penal y expulsión. Ahí debió intervenir la Guardia Civil para arrestar de inmediato al bigotudo arquero alemán por intento de asesinato.
El mundo aún hoy no deja de sorprenderse. El árbitro holandés, de apellido Corver, no quiso ver lo evidente. No pito falta, no pito penal, no expulsó. Ni siquiera una inocente tarjeta amarilla mostró. Sólo dio tiempo para que entrarán los servicios médicos que habrían de llevar a Battiston, de urgencia, al hospital más cercano.
Tras la salvaje agresión de Schumacher, Francia siguió jugando. En el minuto 90, Manuel Amoros, desde 30 metros disparó al larguero. Casi cambia la historia. Pero nada pasó, la historia es sólo una. El partido terminó 1-1.
Lo mejor, futbolísticamente hablando, llegó en los 30 minutos extras. Francia decidida a marcar diferencias anotó dos goles antes del minuto 10 de la prórroga. Tressor de volea, y Giresse de derechazo, pusieron a Francia a un paso de la final. El de España fue un mundial de celebraciones, como las de antes. Nadie se quitaba la camisa para ostentar ante el mundo su hercúleo cuerpo.
Aquel verano del ´82 salían corriendo, agitando cabeza y brazos. Celebraciones que quedan en la retina del niño que apenas está comenzando a ver fútbol. Recordamos la de Tardelli en la final, la de Falcao, el empate transitorio a dos frente a Italia y la de Giresse. Carreras a la banda, brazos abiertos en cruz, batiéndose y el grito de gol que en cualquier idioma suena igual.
Derwall, no el más recordado de los entrenadores alemanes, al recibir el segundo tanto hizo lo que cualquier desesperado haría. Dio entrada a Rummenigge. El crack no pudo evitar el tercero francés pero el miedo se palpaba en la defensa francesa. Todos los que vieron el partido en directo o por televisión debieron tener la misma sensación. Los franceses no sólo respetaban a Rummenigge, le temían. No importaba que estuviese jugando en una pierna.
Alemania hizo lo que siempre hace Alemania. Apretó, asustó, sopló y con Stielike adelantado y el gigante Hrubesch en plan ‘panzer’, Rummenigge descontó y Klaus Fischer, en una extraña media ‘chilena’ empató a tres.
Así se decidió un partido, por primera vez en los mundiales, por tiros desde el punto penal. Con el dramatismo propio de esos eventos tan particulares, Alemania ganó y pasó a la final. Como no podía ser de otra forma, esa la perdió. No era la mejor Alemania. Pero llegó a la final. Para siempre nos quedará el “eeeehhhh ave maría…” del incrédulo locutor de la televisión colombiana que tampoco entendía como era posible que Francia perdiera, que Alemania ganara.
El partido de 1986, también en semifinales no tuvo tanta historia. Alemania llegaba con mejor nivel y Francia seguía dependiendo de un Platini que tenía 31 años. Un gol de tiro libro cobrado por Brehme, cantada del portero Bats incluida, le dio el primer gol a los alemanes antes del minuto 10. A partir de ahí Francia apretó y apretó pero además de un gol anulado a Platini no consiguió más. En el último minuto, con Francia jugada en busca del empate, Schumacher (el mismo criminal del ’82), propició el contragolpe con un saque de mano desde el área pequeña hasta la línea que divide el campo en dos. Völler, goleador de raza, no perdonó. De aquel partido lo que más recuerdo es la frustración de Platini. Me viene a la memoria alguna entrevista que le hicieron de cara al partido por el tercer puesto. Ya no era 1958. Platini, triste y frustrado simplemente contesto que ya no importaba. Ellos habían ido a México a ser campeones del mundo. Él ya nunca podría serlo. No jugaría el partido por el tercer lugar.
El 4 de julio se enfrenta Francia y Alemania. Primera vez en cuartos de final. Francia, siempre que pasa la primera ronda llega a semifinales (excepción hecha del torneo de 1938, cuando era por eliminación directo) . Alemania. ¿Qué decir de Alemania? Ellos no pierden hasta que pierden. Un partido con olor a historia.