El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Cruyff fue el mejor jugador del Ajax tricampeón de Europa y de la Holanda que revolucionó el mundo del fútbol en Alemania 1974. Las tres Copas de Europa, la Copa Intercontinental que ganó y la sensación de haber roto en dos la estructura del fútbol mundial con la Naranja Mecánica de 1974 son razones más que suficientes para considerarlo uno de los mejores jugadores de la historia. Él fue la guinda del pastel del equipo perfectamente sincronizado que armó Rinus Michels y mantuvo en la cumbre Stefan Kovács. Con Michels el Ajax ganó su primera Copa de Europa en 1971. Al finalizar aquella temporada se fue a entrenar al Barcelona. Kovács, el reemplazo, mantuvo el ideario y con él, el Ajax ganó dos Copas de Europa adicionales.

La retirada de Michels coincidió con la cada vez más fuerte influencia de Cruyff en el cuadro de Ámsterdam. Esas influencias, dicen las malas lenguas, Kovács nunca supo o nunca quiso controlarlas. El Ajax era un equipo típico de la sociedad de los setenta. Revolucionario, cooperativo pero al mismo tiempo anárquico. Los rumores de indisciplina y desordenes internos eran constantes. La demostración del poder del equipo, de los jugadores, llegaría en la primavera de 1972. Con Cruyff a la cabeza los jugadores se rebelaron contra la decisión de las directivas de echar a Kovacs. Acababan de eliminar al Benfica, campeón portugués, en la semifinal de la Copa de Europa. ¿El pecado? El Ajax había ganado la eliminatoria por un global de 1-0. Para los directivos era inaceptable un resultado tan ajustado.

Cruyff defendió a Kovacs y también a la capacidad de los jugadores para tomar parte en las grandes decisiones. Esa fue una constante de Cruyff en el fútbol holandés. Dado que su llegada al primer plano holandés coincidió con la llegada del fútbol profesional a aquel país fue él el encargado de negociar y asumir el liderazgo en busca de mejorar las condiciones laborales del futbolista. Quizás no en el mundo, pero en Holanda, sin ninguna duda, fue el primer futbolista que se preocupó de los derechos de él y sus compañeros de trabajo. La otra versión, la más extendida, es que a Cruyff le encantaba el dinero. Eso también es cierto, pero yo situaría la realidad en algún punto intermedio entre los dos extremos. Tenía gran interés en el dinero, pero por ello mismo era el más interesado en defender las reivindicaciones salariales y laborales de él y de sus compañeros.

Semanas después de la revuelta en defensa de Kovacs el Ajax, en el estadio del gran rival, el Feyernoord Stadium de Rotterdam derrotó al ultradefensivo Inter de Burgnich, Faccheti, Mazzola y Boninsegna. Lo hizo con dos goles de Cruyff y con Kovacs aún en la dirección técnica.

Por entonces los rumores de indisciplina en el seno del equipo eran cada vez menos rumores, cada vez era más evidente la inestabilidad del grupo. Kovacs aún pudo ganar la Copa de Europa en 1973, esta vez ante la Juventus de Turin. Pero había llegado el momento de abandonar el barco. Se fue del Ajax al finalizar la temporada de 1973, con dos Copas de Europa y una Intercontinental en su palmarés. Como reemplazo se trajo a George Knobel quién, entre sus primeras decisiones, decidió someter a votación el puesto de capitán del equipo. El ganador no fue Cruyff, cuya influencia era cada vez menos apreciada por el grupo. Fue nombrado capitán Piet Keizer, compañero de Cruyff desde los primeros años. Poco importaría. Cruyff por fin cumpliría su sueño de irse al Barcelona. El Ajax, por su parte, se desintegró entre acusaciones del propio Knobel sobre las continuas parrandas de sus jugadores.

No hay error de redacción. Cruyff había estado intentado irse al Barcelona desde la marcha de Michels. Pero la normativa vigente se lo impedía. Después del fracaso de España en el Mundial de Chile de 1962 las autoridades españolas culparon de tal a la presencia de jugadores extranjeros en la liga local. La solución pasó por cerrar las fronteras a todo jugador extranjero. Aun así, en 1971 Cruyff estuvo a punto de fichar por el Barcelona. Su suegro, Cor Coster, quién le llevaba las riendas mostraba al Ajax su disconformidad por el salario que percibía en aquel entonces. Ideó entonces un esquema para traspasarlo a Italia o España y de allí, dado que ambas ligas estaban cerradas a jugadores extranjeros, llevarlo cedido al Feyernoord que le ofrecía mejores condiciones económicas. El más interesado en participar en aquel esquema fue el Barcelona. Por unos 24.000.000 de pesetas (unos 2.650.000 euros de hoy) el Barça podría haber cerrado la operación. Pero aquella era una jugada arriesgada para todos los involucrados. Por una parte, el Barcelona invertía esperando la apertura de fronteras. Por otra el Ajax estaría cediendo a su máxima estrella al odiado rival. La operación al final nunca se cerró en esos términos. El Ajax mejoró los términos salariales de Cruyff y éste renovó por siete años con el equipo de Ámsterdam. Tiempo después Cruyff dijo que había renovado cansado de especulaciones sobre su traspaso al fútbol español y porque era la oportunidad de asegurar su futuro ante una eventual lesión que lo marginara del fútbol.

La frontera se abrió a extranjeros en 1973. En ese momento el Real Madrid picó en punta en la carrera por contar con los servicios del crack holandés. El Ajax pidió 50 millones de las antiguas pesetas (aproximadamente 4.500.000 de euros de hoy día). Santiago Bernabéu ofreció apenas 30 (2.700.000 euros de hoy). Pero el Barcelona quería a Cruyff y Cruyff quería irse a la ciudad condal. El Ajax, enfrentado con su máxima estrella sacó el máximo provecho de la puja Real Madrid – Barça y de los propios deseos del jugador por irse. Lo vendió al Barcelona por unos 6.000.000 de florines, aproximadamente €8.000.000 de hoy.

Cruyff triunfó parcialmente en el Barcelona. Debutó en la octava jornada con el Barça lejos de los punteros. Gracias a su presencia ganó la liga con goleada incluida sobre el Real Madrid en el Bernabéu. La participación del Barcelona en la correspondiente Copa de Europa la frenó en semifinales el rocoso Leeds United, ya no entrenado por el legendario Don Revie, sino por Armfield. Después, Cruyff sólo ganaría una Copa del Rey, en abril de 1978. Sería su segundo y último título con el Barça porque Josep Lluis Nuñez, recién posesionado como presidente del Barcelona, y quien comandaría la nave azulgrana hasta el año 2000, decidió no renovarle.

Durante la campaña electoral, tras un partido de la Copa de la Uefa contra el AZ’67 holandés, Cruyff se negó a darle la mano a Nuñez para no ser fotografiados juntos. Él apoyaba a Agustín Montal quien lo había llevado al Barça. Nuñez, quien después tendría desavenencias con otros cracks como Maradona o Schuster, lo sacó en cuanto tuvo oportunidad. No deja de ser curioso que años después fuese el propio Nuñez quien llevara a Cruyff a dirigir al Barcelona. Aún entonces, su relación con el presidente siempre fue tirante.

La decadencia de Cruyff fue abrupta. Se retiró un tiempo, fue a Estados Unidos, el Levante, regresó al Ajax e incluso jugó en el Feyernoord. Pero ya sus mejores años habían pasado. Sin embargo, con 31 años podría haber disputado el mundial de Argentina. Nunca aclaró las razones. La razón más extendida fue que se había negado a jugar por razones políticas, inconforme con la dictadura militar que pretendía utilizar el mundial como aparato propagandístico. Cruyff, decían, no jugaría en un país donde se violaban masivamente los derechos humanos.

Cruyff y las dos rayas de Adidas

Otros argumentos para justificar la ausencia de Cruyff fueron más mundanos. Adidas, para el mundial de 1974, era el proveedor oficial de uniformes para la selección holandesa. Cruyff, sin embargo, tenía un contrato de exclusividad con Puma. La disyuntiva la solucionó Cruyff quitando una raya a su uniforme. Así, mientras el resto de compañeros utilizaba las tres rayas de Adidas, Cruyff sólo llevaba dos. Dado que Adidas siguió siendo el patrocinador de Holanda en 1978, algunos argumentaron que esto (y lo de la dictadura, por supuesto) era la gota que había rebasado el vaso. Una tercera vía era aún más simple: no había ido al mundial por influencia de su mujer.

La realidad, efectivamente es personal y la influencia es familiar, pero no parece que sea culpa de su mujer. A raíz de la publicación de un libro de Charly Rexach, exjugador y excompañero de Cruyff en el Barça, donde hablaba de la influencia de la familia para Cruyff, éste, en abril del 2008 acalló para siempre los rumores. En una entrevista a Catalunya Radio Cruyff contó que tuvo múltiples problemas en sus últimos años en el Barcelona. Particular impacto tuvo un episodio en su apartamento a fines de 1977. Cuenta Cruyff que le pusieron “un rifle en la cabeza” y un delincuente, presunto secuestrador, lo ató a él y a su mujer delante de sus tres hijos. El secuestrador, de nombre Carlos Gonzalez Verburg, llevaba una escopeta recortada con una bala en la recámara. A Cruyff le tapó con esparadrapo los ojos y la boca. Pero en un descuido la mujer se liberó, tomó el arma y salió corriendo y gritando por ayuda a la escalera del conjunto. Los vecinos, muy prestos, rodearon al delincuente que había intentado escapar por el garaje.

A raíz del incidente la policía durmió varios meses en su vivienda, él llevaba guardaespaldas a los partidos y sus hijos debían ir con seguridad oficial al colegio. Dice Cruyff, “queríamos parar un poco y ser un poco más sensatos. No podía jugar un mundial después de eso”. Simplemente, dice, un mundial no consiste sólo en jugar bien. Es también un doscientos por cien de mentalidad de victoria. En ese momento, él no la tenía.

Cruyff apenas jugó 48 partidos con la selección naranja. Marcó 33 goles. A estos se suman los 291 que marcó por clubes en los 520 partidos que jugó. Un excelente promedio de 0,57 goles por partido. Quizás, de no ser por aquel delincuente, toda la propaganda de Videla en Argentina habría sido en vano. Quizás. La historia es una y dice que Holanda perdió la final con Argentina en 1978, 3-1. Y Cruyff no la jugó.

 

El gol imposible de Cruyff

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