El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: Garrincha; João Carvalhães; Lionel Messi; Mundial 1958; Pelé; Psicológo Brasil 1958

Tras el fracaso de Brasil en el Mundial de Suiza ’54, los brasileros se prepararon concienzudamente para ser campeones mundiales en Suecia ’58. Con apoyo monetario directo del presidente brasilero de la época, Juscelino Kubitschek, la delegación de Brasil incluyó no sólo el tradicional entrenador y masajista de la época sino también un doctor, un dentista, un tesorero, un preparador físico y un psicólogo. El entrenador Vicente Feola contó además con la inestimable ayuda de Ernesto Santos, antiguo entrenador del Fluminense, como _espía_ encargado de encontrar las debilidades de los futuros rivales.

El nivel de seriedad alcanzó tal extremo que después de visitar 25 posibles locaciones para hospedarse en Suecia escogieron como campo base un hotel que aceptó retirar temporalmente a las más de veinte mujeres que allí trabajaban. Buscaban minimizar las distracciones de los futbolistas. Incluso, se dice, solicitaron cerrar temporalmente un campo nudista de los alrededores. En esto no tuvieron éxito.

El psicólogo, de nombre João Carvalhães, diseñó antes del mundial una serie de pruebas para medir la capacidad de los hombres que habrían de defender al gigante sudamericano en tierras suecas. ¿Medir la capacidad de qué exactamente? Eso no es claro. El trabajo del señor Carvalhães antes de incorporarse a la selección era establecer la idoneidad de aspirantes a chófer de bus. La prueba consistió en hacer dibujar a cada jugador la figura de un hombre.

El Doctor Carvalhães concluyó que Pelé no tenía el sentido de responsabilidad necesaria para soportar un partido entero. Para él, Pelé, de 17 añitos, ¡era infantil! Garrincha, por su parte, obtuvo los peores resultados. No sólo fue el peor del equipo sino que su puntaje ni siquiera alcanzaba el mínimo para ser chófer de bus. La conclusión del experto fue que su mentalidad era demasiado simple: se reducía a un balón de fútbol. Esto, dijo el Doctor, implicaba que Garrincha no estaba en capacidad de soportar partidos de alta presión. En consecuencia, recomendó a Feola que ni Pelé ni Garrincha fuesen incluidos en la expedición que iría a Suecia. Feola lo ignoró.

Es cierto que quizás, de la manera convencional, Garrincha no era el más brillante. Es famosa aquella anécdota en que compra un radio en Suecia y al encenderlo, decepcionado, termina tirándolo a la basura. ¿Por qué lo botas?, le preguntaron. “El radio está dañado, no entiendo nada de lo que dice”. Sólo se escuchaba sueco, ¡no portugués!

Garrincha en Chile 1962

Mientras tanto, el ilustrado Doctor Carvalhães seguía haciendo pruebas. Garrincha no jugó ni el primer ni el segundo partido de aquel mundial (tampoco Pelé). Tras una victoria y un empate, Brasil necesitaba ganar (y convencer) para avanzar a la siguiente ronda. Antes de aquel partido el psicólogo pidió a los jugadores que dibujarán lo primero que se les viniese a la cabeza. Garrincha dibujó una especie de sol, al estilo de un niño de 5 ó 6 años. Un circulo con una serie de líneas saliendo. Lo primero que se le vino a la cabeza a Garrincha fue su compañero de equipo en el Botafogo, Quarentinha. Eso fue lo que dibujó. Carvalhães sugirió a Feola que 9 de los 11 que habrían de jugar contra la Unión Soviética el partido decisivo no estaban preparados mentalmente para afrontarlo. La historia del fútbol debe a Feola el haber ignorado la “ciencia” practicada por el Doctor Carvalhães. Garrincha y Pelé jugaron, ganaron aquel partido y fueron Campeones del Mundo.

Hace poco terminé de leerme el libro titulado Messi escrito por Leonardo Faccio. Es un libro basado en una breve entrevista con Messi, algunas anécdotas recolectadas en la ceremonia de entrega de uno de sus balones de oro y en diversas charlas buscadas, casi rebuscadas, con personajes cercanos al crack argentino. No hay apenas historias nuevas en el libro salvo una. Y es precisamente lo que me recordó a Garrincha.

Messi y Garrincha comparten una serie de impedimentos físicos que en algún momento amenazó con truncar su carrera y sobretodo convenció a más de uno que no eran aptos para el fútbol. Messi era pequeño, requirió tratarse con hormonas de crecimiento. El tratamiento que clubes en Argentina le negaron se lo facilitó el Barcelona. Garrincha fue criado en un barrio pobre de Pau Grande donde pronto se le detectó una anomalía: tenía una pierna 6 centímetros más larga que la otra. Una cirugía correctiva agravó aún más el problema. Se le prohibió jugar pero el se negó. Fue rechazado por múltiples equipos hasta que en 1953 el Botafogo lo aceptó por recomendación de Gentil Cardoso a quién Garrincha había “bailado” en un juego de práctica.

El paralelismo en cuanto a problemas físicos no es lo que me llamó la atención del libro. Me causa particularidad curiosidad el poco interés de Messi por cualquier otra actividad que no sea el fútbol. El autor pinta a Messi como un personaje que está echado en un sofá cuando no está jugando al fútbol. El libro afirma que la profesora de francés dice que Messi “nunca hacía nada”, el de computadores afirma que era “un niño desganado”. A Messi tampoco le gusta leer. Guardiola le regalo un libro de David Trueba: Saber perder. Lo empezó, pero no lo terminó. Alguien  sin embargo, sí le contó que el libro trataba la “historia de un pibe que viene de Argentina y conoce una chica” en España.

A mí, al final, me queda la sensación que el mundo de Messi, como el de Garrincha, se reduce a un balón de fútbol. Los genios, ya lo sabemos de esos artistas y científicos únicos, son tipos raros. A veces los ‘normales’ los tildamos de locos o de tener una “mentalidad simple”. Pero la realidad es que son genios, y quizás, como nos lo hizo notar el Quijote, los locos somos nosotros, la mayoría.

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