No es difícil darse cuenta que la mayoría de ligas del mundo brillan por su mediocridad y salvo los propios aficionados o nativos de algún país, muy pocas ligas cuentan con aficionados de otras latitudes.  La liga colombiana no es una excepción a este comportamiento y la verdad es que los dirigentes hacen todos los esfuerzos para que la liga se mantenga de esta manera.

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En otra oportunidad denunciábamos la constante salida, casi sin argumentos de mucho peso, de jugadores del fútbol colombiano. A ellos sumamos que quienes triunfan en el exterior caso Radamel Falcao García, James Rodríguez, Guarín, etc., son jugadores que se han ido muy jóvenes y buena parte de su formación se ha dado por fuera.

Los directivos acaban de aprobar el mismo sistema para el 2013, casi sin tomar riesgos y con la misma formula que les viene dando los mismos resultados mediocres de los últimos años. En los torneos cortos encontraron un aliciente para tener emociones cada 6 meses, aunque eso signifique una enorme mediocridad en el nivel del torneo y de los mismos equipos. Los hinchas, abnegados amantes de sus equipos, sufren esa mediocridad y a pesar de que en mayo o en diciembre terminan con la ilusión rota, en Enero y en Julio tienen esa ilusión recargada. Y es precisamente ese amor desmedido del que los directivos se aprovechan, ya que sin importar si hay trabajo o no, con tirar dos o tres nombres de refuerzos y basados en la mediocre igualdad del torneo, los hinchas se vuelven a ilusionar y asisten al estadio.

Es increíble que este sistema de torneo tenga esa aberración de la jornada de los clásicos, una clara muestra de que lo que interesa es sacar algo más de dinero. Cosa que a la larga hace que esos clásicos tengan menos significado, ya que si pensamos bien, esos clásicos se dan 4 veces al año por liga, pero si sumamos la copa Postobon, se vienen otros 2 clásicos mas, con lo cual ya vamos por 6, y si por casualidad los equipos de una ciudad clasifican a los cuadrangulares y quedan en el mismo grupo, sumamos 2 ediciones mas. Ya entonces las frases de cajón de los futbolistas pierden mucho mas su poco significado, o realmente alguien cree en: “si, es un partido que el hincha espera todo el año y es especial”. Ni espera todo el año, es mas, a veces por el capricho del calendario no espera ni una fecha y los clásicos son seguidos; y mucho menos es especial algo que se juega hasta 8 veces al año. Los hinchas no decimos nada y esto es una forma vil de aprovecharse de la rivalidad de unos equipos e irrespetar una tradición.

Los equipos entonces apelan a esa mediocridad, donde cualquiera puede ser campeón, la diferencia entre los 18 equipos es tan baja, que cualquiera que entre a los 8 tiene una buena oportunidad de salir campeón. Y la mediocridad es tanta, que el campeón de un torneo sale eliminado al siguiente, la ha pasado a muchos (Nacional, Junior y este fin de semana a Santa Fe). Y donde pagamos esa mediocridad? En el verdadero torneo importante a nivel de clubes, en la Copa Libertadores, donde hace mucho rato que dejamos de ser protagonistas. Nuestros equipos en dicho torneo son ahora más animadores que cabezas de serie y en varias ediciones a duras penas superamos la fase de grupos.

Pocos equipos mantienen un nivel, y los que lo mantienen demuestran que a la larga es un nivel apenas superior al promedio del fútbol colombiano, pero que no da la talla cuando pisamos territorio extranjero. Es el caso de equipos como Tolima, Equidad o Chico, que mantienen una regularidad en el torneo colombiano, pero que cuando salen a jugar torneos internacionales demuestran que el nivel del fútbol colombiano esta por debajo de la media.

Y como decía antes, la formación de jugadores tampoco es una  prioridad. Mientras Alemania avanza hacia un sistema integrador en el que sus equipos son verdadera fuente de materia prima para su selección, el torneo colombiano es cada vez mas un productor de jugadores cuya única meta es irse lo mas pronto posible, y en el mejor de los casos lo hacen por las razones adecuadas, es decir, por aprender y mejorar en otro sistema; mientras otros lo hacen solo por el dinero y por eso terminan perdidos para el fútbol pero con alguno que otro peso en el bolsillo. Tan mediocres somos que aceptamos que nuestros jugadores deben irse a otro lado para progresar, y en lugar de tratar de cambiar en algo la estructura del futbol colombiano, seguimos cómodos en la misma mediocridad y casi esperando que otros hagan el trabajo de formación por nosotros.

Sigamos jugando pues a lo  mismo y seguiremos obteniendo los mismos resultados, los mismos jugadores y las mismas decepciones. El fútbol es un deporte que se juega con los pies, pero se toman las decisiones con la cabeza; los directivos, que si tienen la oportunidad de jugar con la cabeza para mejorar el torneo, parece que tomaran las decisiones con los pies, y como dije, las consecuencias las pagamos los abnegados y silenciosos hinchas.