El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: Alcides Ghiggia; Barbosa; Bigode; Maracanazo; Mundial 1950; Roque Máspoli; Schiaffino

Mucho se ha escrito del Maracanazo, el partido final del Mundial de Brasil 1950. Tan conocida es la historia general que por ello nunca había escrito de aquel partido en Gol y Fútbol. La muerte de Alcides Ghiggia, el autor del gol decisivo que coronó a Uruguay como Campeón del Mundo nos trae aquel partido a la memoria. Un partido sobre el que, quizás sorprenda, se cuenta poco. La historia ha sido benévola con las anécdotas; del fútbol practicado, en cambio, poco ha llegado hasta nuestros días.

Brasil, nos cuenta la historia, llegaba como gran favorito tras meter 6 y 7 a España y Suecia respectivamente. Uruguay, empató con España 2-2 gracias a un gol de Obdulio Varela en el mintuo ’72. A Suecia la derrotó 3-2 tras remontar con dos goles de Miguez quien empató en el ’77 y marcó el gol de la victoria en el minuto ’84.

Como anotaba en 1950 el Mundo Deportivo de Barcelona tras la debacle española: “el fútbol que hemos visto hoy, ha sido algo así como un fantasmagórico ‘ballet’ pleno de vida, de color, de coordinación, que han puesto en práctica unos maravillosos ‘jongleurs’ de ebano”.

La leyenda afirma también que Angelo Mendes de Moraes, alcalde de Río, en su discurso previo al partido, saludó al equipo con el ya famoso “ustedes, que en breve serán campeones del mundo ……”. La prensa contemporánea, ABC y Mundo Deportivo de España, sin embargo, no reflejan eso en sus crónicas: “en breve alocución Morales (SIC) se ha dirigido a los dos equipos contendientes recordando que los uruguayos han sido campeones del mundo y felicitando a los brasileños por los triunfos obtenidos, al mismo tiempo que les ha invitado a esforzarse por conseguir también la victoria”. Los vídeos sugieren que parte de su discurso fue: “Hemos prometido Maracaná a ustedes los jugadores. Hemos mantenido nuestras promesas. Ahora le toca a ustedes ganar este juego”. Era una forma de recordar a sus compatriotas que él había sido clave en el desarrollo del Maracana. De paso ponía más presión. Pero en ese momento , a ojos brasileños, era pertinente.

Aquel Brasil – Uruguay era la final de un torneo que no tenía final. Ante los resultados del cuadrangular que definía el título, el empate daba el título a Brasil. A los charrúas sólo les valía el triunfo. Seis meses antes del Mundial, dicen algunas notas de la época del ABC de España, el 90% de los brasileros creía en el triunfo final. Pero a medida que se aproximaba el Mundial, la confianza cedía. Y había razones para ello. Si bien el 7 de mayo del 1950 Brasil derrotó 2-0 a Paraguay, el 13 de mayo, apenas a un mes de comenzar, el ‘scratch’ no pudo más que empatar a 3 en São Paulo. El 18 de mayo, Brasil derrotó a Uruguay por 1-0 en Río. Ello fue poca revancha tras la derrota 3-4 ante el mismo rival el 6 de mayo en São Paulo. Así que al comenzar el Mundial sólo 55% confiaba en el triunfo final.

Pero la prensa, particularmente la de Río apretaba. En cierto sentido, y recordando lo que sucedió en Brasil 2014, parece que nada ha cambiado. La prensa advertía, antes del partido, a Mr Reader, el flemático árbitro inglés que había de pitar el partido: “Mr. Reader, vigile usted bien al equipo uruguayo” advertían. Obviaban el bombardeo al que habían sido sometido suecos y españoles. Mundo Deportivo afirma que tras el partido contra España “resultaron dos personas muertas y más de 250 heridos”. Por ello, de cara al partido decisivo, además de 5.000 policías y 12 ambulancias el jefe de policía “reiteró la orden prohibiendo la venta de naranjas y de botellas con refrescos con el fin de evitar que las naranjas y los cascos fueran empleados como proyectil”. Prohibió además “disparar bombas, cohetes y demás armamentos petardistas y que en el último partido [ante España] produjo heridas a varios espectadores o cayeron sobre el campo con riesgo para jugadores.”

O Brasil Vencerá

Pero la prensa azuzaba. Mundo Esportivo de Brasil se preguntaba sí “¿alguien puede concebir que Brasil no se marche como soberano con el Campeonato del Mundo?” Afirmaba que “Brasil vencerá con la autoridad que los distingue de los demás participantes”. La presión de la prensa fue tal que, después del partido, Mundo Deportivo de España escribía “los histerismos del Brasil lo han superado todo y lo han ridiculizado todo. Se deseaba el triunfo no como una satisfacción nacional, hasta cierto punto admirable. Se deseaba para humillar al vencido para pasear su cadáver en hombros, en esos entierros simbólicos de tan mal gusto, que se efectuaron ya con motivo de los triunfos sobre Suecia y España.”

Los jugadores brasileros, en cambio, eran comedidos. Ellos sabían de la dureza de Uruguay. Mientras la prensa se preguntaba si Uruguay caería como Suecia y España o aguantaría, ellos, en el fondo, sabían que el rival era de cuidado.

Aún así, Brasil anotó a los cuatro minutos del primero tiempo. Aquel gol de Chico se anuló porque estaba en fuera de juego. Uruguay aguantaba el impulso inicial de los brasileros y salía al contragolpe. A los 9 minutos Miguez, el héroe ante Suecia, dispara potente. Barbosa, el arquero brasileño, atajó el potente tiro.

Antes del minuto quince, Máspoli, guardavallas celeste, saca con la yema de los dedos un fuerte remate de cabeza de Ademir. Los tiros de esquina en el fondo celeste se sucedían. El fútbol de antes no era como el de hoy. Obdulio Varela, ‘el Negro Jefe’ manda en el centro del campo. Con fútbol y con fuerza. Las crónicas del partido afirman que “propina un puntapié a Bigode además de una bofetada en la nuca”. Tendremos que suponer que Mr Reader no vio intención en la acción porque apenas señaló la falta en contra de Uruguay.

El último cuarto de hora del primer tiempo es de Uruguay. Barbosa debe actuar aunque no puede detener un tiro de Miguez. El larguero sería su aliado.

Para el segundo tiempo, nuevamente Brasil sale con fuerza. En esta ocasión tiene premio. Ademir a Friaca y éste se interna para marcar al minuto 47. Los uruguayos protestan el gol. La leyenda dirá que Varela silenció el Maracaná. Las imágenes no permiten establecer el rol de Varela en aquel momento. Él siempre afirmó que en realidad creyó que el gol debía anularse. Pero ni él hablaba inglés, ni Mr Reader español. Con el estadio nervioso, el partido se reanudó. Ahora es Uruguay quien ataca. Barbosa, el arquero brasileño que la historia decapitó, pero que fue nombrado por Mundo Esportivo como el mejor del torneo, comenzó a tener protagonismo. Y si no era él, el palo, a tiro de Míguez, volvía a aliarse con el ‘scratch’.

La presión celeste tuvo premio al minuto 23 cuando Schiaffino empata el partido a pase de Ghiggia. El puntero uruguayo había dejado en el camino a Bigode, el verdadero objeto de crítica por parte de la prensa brasileña. Schiaffino diría después que le pegó ‘mal’ al balón. Gol es gol. Como entró, le pegó bien.

Tras el empate el partido se acelera; la violencia asoma. Además el partido se empareja. Brasil consigue su octavo tiro de esquina. Pero no sacan partido. A los 34 marca Ghiggia. Como antes, dejó en el camino a Bigode. Como antes, Schiaffino entra por la mitad. Barbosa intuye el pase y da un paso a la derecha. Ghiggia lo ve y dispara raso entre el poste y el portero. Un gol que haría historia.

Brasil se desborda. Ataca sin piedad. Entonces sobresale la figura de Roque Máspoli. El público jalea. Los jugadores brasileños aprietan. ABC cuenta que “los tres minutos finales son indescriptibles por la emoción que embarga a los 170.000 espectadores [aunque había prácticamente 200.000 con el sobre cupo] y a los 22 jugadores en la cancha”. En esos minutos Brasil hace llegar el balón a Ademir. Era el gol del título. Máspoli desvía el balón al enésimo tiro de esquina a favor de Brasil. Nada que hacer. Uruguay es Campeón del Mundo.

Flavio Costa, entrenador brasileño diría tras el partido: “Pudimos ganar, pero la desgracia estuvo esta tarde a nuestro lado. No sé como no entraron en la meta uruguaya los dos tiros de Zizinho y el otro de Chico. Creo que hemos sabido perder que es muy importante en fútbol, sobretodo cuando se juega con un equipo duro”. Pero no aprendieron a perder. Mundo Esportivo, analizando el mundial afirmó “No es un equipo extraordinario Uruguay. Faltan valores realmente técnicos para algunos puestos”. El análisis de los ‘problemas de la selección uruguaya’ siguen y siguen. Después culparon a Costa por el criterio de elección de jugadores, la falta de entrenamiento apropiado en la concentración, o el criterio regionalista en la elección de jugadores. “¿Por qué”, se preguntaba la prensa, “si tenemos a los mejores jugadores del mundo, no vencimos en el campeonato? Porque no tenemos técnico.” Nuevamente viene a la cabeza el Brasil post 1-7. En 2015, ya no tienen los mejores del mundo. Pero siguen teniendo el mismo problema de falta de técnicos.

La realidad es que en 1950 perdieron porque Uruguay fue mejor equipo ese día. Como dijo Obdulio Varela: “Es difícil ganar a un equipo cuando le apoyan 200.000 entusiastas. Nuestra victoria tiene doble mérito por esta razón. Por líneas y en conjunto, hemos sido superiores a los brasileños. No hemos tenido mucha fortuna; en otro caso hoy hubiera habido goleada pese a la ‘torcida’”.

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