El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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El 15 de junio de 1958 saltaron al terreno de juego de Helsingborg, Suecia, Argentina y Checoslovaquia. Se disputaba la tercera y última jornada del grupo A de aquel mundial. Argentina era favorita. No sólo para ganar el partido. Era favorita para ganar el mundial. Razones tenía. Sólo un año antes, con la histórica delantera compuesta por Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz había derrotado 3-0 a Brasil. Era el vigente Campeón de América. Había ganado cinco de seis partidos en los que había marcado 25 goles.

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En Suecia, Argentina había debutado frente a Alemania. Los teutones, claro, eran campeones del mundo. Pero no eran rival para un equipo que había sido despedido de Buenos Aires como el futuro Campeón del Mundo. No importaba que Maschio, Angelillo y Sívori, “los Ángeles Carasucias” no estuvieran. Poco después de aquel Sudamericano, Maschio emigró a Bolonia, Angelillo al Inter y Sívori a la Juve. Argentina los despreció pues con Corbatta y Cruz más el cuarentón Ángel Labruna el equipo seguía siendo “invencible”. A los tres minutos, la maquina albiceleste marcó, por medio de Corbatta, el primer gol. La tocaban, hacían tacos, túneles, jugaban sobrados. Pero enfrente estaba Alemania. Al finalizar el primer tiempo perdían 2-1. El partido terminó 3-1.

El segundo partido contra la debutante Irlanda del Norte lo ganaron 3-1. Pero las palabras de McIlroy son sugestivas sobre lo que vendría después: “Argentina era un equipo de hombres bajitos, gordos con barriga que estaban más pendientes de saludar a las aficionadas en la tribuna que del balón”.

Argentina, pues, debía ganar a Checoslovaquia para avanzar a cuartos de final. A los 8 minutos la albiceleste perdía 1-0. A los 45 3-0. El partido terminó 6-1. A su regreso la selección fue recibida con una lluvia de monedas. La frustración pronto dio pasó a cambios fundamentales en la forma de jugar del fútbol argentino. Se reconoció que se requería mayor profesionalidad. La técnica no era suficiente, particularmente con jugadores barrigones.

El fútbol argentino se fue al otro extremo. Jugar dejó de ser el objetivo. Ganar era la razón de ser. Ganar a cualquier precio, por más violento que fuese. Las consecuencias de aquella derrota contra Checoslovaquia fueron nefastas. La identidad del fútbol argentino, el toque, la gambeta, el fútbol de ataque se perdió. Menotti lo intentó recuperar en los setenta, pero apenas tímidamente. No se atrevió, por ejemplo, a convocar a Diego Armando Maradona al mundial de Argentina 1978. Aún hoy, 55 años después de aquella derrota el fútbol argentino destaca por su viveza, su garra y su “huevo”. Han tenido grandes jugadores, los mejores, pero la lírica es cosa del pasado.

El equivalente brasileño es la derrota frente a Italia una fatídica tarde de julio de 1982 en Barcelona. Brasil aún tuvo al Sao Paulo de Telé Santana en los noventa, pero incluso ganando 2 mundiales desde entonces, el fútbol brasileño ya no es la alegría que fue hasta mediados de los ochenta. La mejor definición del Brasil campeón del ’94 la dio el periodista español Santiago Segurola: “Brasil ganó la Copa Mundo del ’94, pero su rastro se perderá en la primera curva de la historia”. En 2002, con un fútbol más aceptable, pero sin brillantez histórica, Brasil repitió mundial. Desde entonces, hace ya más de una década el fútbol brasileño ha ganado o ha perdido pero siempre sin brillantez. Ha pasado de ser un fútbol regido por la estructura europea a desarrollar un juego vulgar donde no es extraño que la selección _canarinha_ salga chiflada cuando juega de local.

La Copa Libertadores de 2013 es una prueba del triste estilo en el que ha caído el fútbol brasileño. La liga brasilera es, de lejos, la más poderosa financieramente de Sudamérica. Es, además, junto al argentino el que más equipos pone equipos en la Copa. De sus seis representantes, el menos valorado de los que juegan en primera división según transfermarket es el semifinalista Atlético Mineiro con €44.400.000. Y eso que en sus filas está el gran Ronaldinho. El Palmeiras, en la B, esta valorado en €26.900.000.

En contraste, Santa Fe, el semifinalista colombiano está valorado en €16.725.000 mientras Newell’s, también semifinalista, se avalúa en €19.100.000. Con esos presupuestos, con esa valoración, con esos jugadores y sobretodo con esa historia uno quisiera que los equipos brasileños tuviesen la intención de atacar como medio de conseguir la victoria.

Desafortunadamente los datos sugieren que los equipos brasileños ya no practican el jogo bonito. Revisando los datos de la Copa Libertadores de 2013 se concluye que su fútbol es tan, o más rácano que el de rivales deportivamente inferiores. Para ellos nos enfocamos en la intención de atacar que tienen los equipos utilizando como indicador el número de pases por partido que realizó un equipo en campo del rival. La lógica detrás del argumento es que un equipo que busca ganar el partido hará más pases en campo contrario. Aquel que se siente inferior se esconderá más en su propia mitad y pocos pases realizará en campo contrario. El ejercicio se hace considerando el número de pases por partido para controlar por el hecho que no todos los equipos han disputado el mismo número de juegos. Es un ejercicio de intenciones ofensivas, no de efectividad.

Con datos de OPTA para la Copa Libertadores de 2013 (excluyendo la fase previa), la siguiente gráfica ilustra el número de pases que, por partido jugado, realizó cada equipo participante en la mitad del campo del rival. Se presentan los resultados según sí se jugó de local o de visitante. En promedio, durante un partido de local, un equipo hace 184 pases en campo del rival. Cuando juega de visitante el promedio baja a 136. Esta es una diferencia estadísticamente significativa. Como dato de referencia, vale anotar que un jugador en promedio hace 13.2 pases en campo rival cuando juega de local y apenas 9,84 jugando de visitante.

Intención de Ataque en Copa Libertadores 2013

 

La gráfica ilustra, por tanto, la intención de ataque de los diferentes equipos. Podría sorprender que Millonarios, equipo eliminado en primera ronda, sea quien más toques realizó en campo contrario cuando juega de local. No estamos analizando efectividad, pero es evidente que el problema no es sólo tener el balón, hay que meterla. De eso hablamos otro día.

El primer brasilero es el vigente Campeón del Mundo, Corinthians, que la toca menos que Vélez (Argentina) o Toluca (México). El segundo brasileño, es el Fluminense, séptimo equipo de los 32 participantes. Gremio, Atlético Mineiro y Palmeiras están en la mitad inferior.

El análisis cuando juegan de visitante no es tan cruel con los equipos brasileños. Sin embargo nótese que hay unos cuatro grupos claramente identificados en el panel de “Visitantes” de la gráfica. Los primeros cinco equipos (hasta Millonarios que hizo de visita 184 pases en campo contrario) están claramente destacados. Aquí se incluyen São Paulo (203 pases) y Fluminense (193). Un hipótesis es que al fútbol brasilero se le respeta aún mucho en América Latina. Quizás más de lo que sus números dicen.

El segundo grupo va desde Vélez Sarsfield al Tolima. Allí se incluyen Gremio y Atlético Mineiro. Son equipos que rondan los 150 pases en campo contrario. El tercer grupo, el más amplio, empieza en los 142 pases del Barcelona de Ecuador y termina en los 114 del Nacional de Montevideo. Ahí están incluidos los restantes equipos de Brasil, Palmeirasy Corinthians ambos con 134 pases. El último grupo comienza con el San José boliviano y son equipos con 100 o menos pases por partido en campo del rival. Allí, por cierto, destacan Olimpia y Real Garcilaso. El uno semifinalista, el otro cuarto-finalista. Con poca intención de atacar en campo visitante, es evidente que han tenido un gran rendimiento.

Que su fútbol sea feo, aburrido, brusco y de poca calidad no quiere decir que no sea un fútbol efectivo. Los seis representantes de Brasil pasaron a octavos de final. A partir de ahí, con rivales más serios, comienzan a caer como moscas. La siguiente tabla presenta los mismos números pero sólo en aquellos partidos correspondientes a octavos y cuartos de final.

Intención de Ataque Copa Libertadores 2013

En este punto se requiere del fútbol para entender los números que, en todo caso, siguen reflejando la pobre intención ofensiva de los equipos brasileños. Particularmente triste es el caso de Gremio. Con un fútbol escaso, y con algo de suerte logró superar en el partido de ida de octavos de final 2-1 a Santa Fe. Dado que con ese resultado pasaba, llegó al partido de vuelta en Bogotá como había venido 6 meses antes a jugar en la Copa Sudamericana frente a Millonarios. Echado atrás, marrullero, violento. Como hace seis meses, Gremio fue derrotado y eliminado. Con apenas 49 pases realizados en el campo de Santa Fe, el Gremio nunca tuvo intención de atacar.

Palmeiras, agazapado logró empatar en Tijuana a cero goles. Sin embargo, a los 26 minutos del primer tiempo del partido de vuelta Duvier Riascos marcó el gol que obligaba al Palmeiras a ganar. No pudieron y además, perdieron el partido.

São Paulo, como visitante, aparece como un equipo con gran intención ofensiva. Eso se debe a que en la ida, jugando de local contra Atlético Mineiro perdió 1-2. Es decir, necesitaba marcar y ganar. Fue vapuleado 4-1.

Podemos concluir con tres puntos. Primero, algún lector curioso considerará que un indicador válido para establecer la intención ofensiva de un equipo es el número de pases en campo contrario sobre el número de pases totales. La realidad es que por esa métrica los equipos participantes en la Copa Libertadores apenas si se diferencian. Prácticamente el 80% de los equipos realizan entre el 42 y 48% de los pases en campo del rival. No es pues indicativo de mucho, simplemente no hay variación en los datos.

Segundo. No se habla aquí de efectividad, sino de intención. El fútbol brasileño clásico es aquel que buscaba los partidos. Un Flamengo de Zico o un São Paulo de Telé Santana jamás tendría unos indicadores similares a los de equipos como el boliviano The Strongest. El fútbol brasileño abrazó el fútbol europeo. Entiéndase por aquel ese donde se corría, se apretaba, se buscaba recibir un gol menos que el contrario y la táctica era el epicentro del partido. Sin embargo el fútbol europeo evolucionó. Hoy es un fútbol, sin dejar de ser táctico y ordenado, de ataque, donde la victoria y el gol adicional se buscan. Es el fútbol del Barcelona, del Manchester United, del Bayern o del Borussia Dortmund. Brasil, con la mejor materia prima del mundo, haría bien en reconocer que se durmió en el tiempo.

Por último, tercero. Argentina tampoco presenta hace tiempo equipos líricos. Pero tiene excusa. Su fútbol no es tan poderoso económicamente como el brasileño y además, el fútbol de ataque albiceleste, aquel donde jugar era más importante que ganar, es en blanco y negro. Para la mayoría de nosotros el fútbol argentino es el de la garra, ese donde el “Chicho” Serna se convirtió en ídolo de Boca por el “huevo”. A diferencia de Brasil, en la selección, donde se concentran sus mejores jugadores que además no juegan en Argentina se intenta hacer un fútbol más ofensivo. Esto es particularmente cierto gracias a que pareciera que por fin han reconocido que Messi debe ser el centro del equipo. En Brasil quieren que el centro sea Neymar. Pero apenas tiene 21 añitos.

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