Tags: 1987; Barcelona; Butragueño; Copa de Europa; Hugo Sánchez; Italia 90; Maradona; Messi; Mexico 86; Napoles; Pelé; Pep Guardiola; Real Madrid; Roberto Baggio; Van Basten; Chendo; Real Madrid vs Nápoles
Messi ha marcado en 16 partidos consecutivos de liga. Récord en España. Messi lleva 39 goles está temporada. Impresionante si se tiene en cuenta que estas cifras son a febrero, cuando aún queda un tercio de liga y además, hasta hace no mucho, el récord en España eran los 38 goles de Zarra y Hugo Sánchez. Pero el Barcelona perdió dos partidos con el Madrid, uno con el Milan y de repente el mundo se vino encima.
Algunos, como Jorge Barraza, incluso comienzan a hablar de fin de ciclo, del fin del gran Barça del toque y el buen trato al balón. Es posible. Pero otros van más allá. Se lee en las redes sociales, en ciertos círculos del balón. Para estos Messi es un sangre-yuca, como dirían en Colombia. Messi es un pechofrio dirían en Argentina. No se le vio garra, no se echó el equipo al hombro. Ese par de clásicos demuestran, dicen, que Lionel no se muestra en los partidos importantes. Olvidan que ha igualado a Di Stéfano como el máximo goleador en partidos frente al clásico rival.
Además, cuando se habla de los fracasos de Messi, siempre aparece el nombre de Maradona. El ídolo que nunca se arrugó en un partido. Pero la memoria es corta. Si de Messi ya se olvidaron de sus 39 goles, no extraña que se olvide la historia de Maradona. Recordemos un partido en particular. El 16 de septiembre de 1987 se enfrentaron en primera ronda de la Copa de Europa de Campeones de Liga el Real Madrid y el Nápoles. Era la primera participación del equipo del sur de Italia en la máxima competición continental. Debido a su escasa, si no nula historia continental no fue cabeza de serie en el sorteo. La suerte quiso que se enfrentaran el campeón español y el campeón italiano.
El partido, por supuesto, centró la atención de mundo futbolístico. Era el equipo más tradicional de la Copa de Europa contra el equipo del gran Maradona, aquel que había logrado romper el dominio de los poderoso cuadros del norte de Italia. El partido tenía además un componente adicional. Debía jugarse a puerta cerrada, sin público.
El Real Madrid había sido sancionado por los incidentes de los ultras sur en el partido de semifinales de la Copa de Europa de la temporada anterior frente al Bayern München. Si el partido de ida se recuerda por el pisotón en la cabeza de Juanito a Mattheus, el partido de vuelta trae a memoria la barra de hierro que los ultras blancos lanzaron a Jean Marie Pfaff, el arquero belga al servicio del equipo bávaro. Tras de eliminados, al Madrid le cayó una sanción ejemplar: dos partidos a puerta cerrada. La sanción posteriormente se redujo a un partido a puerta cerrada y el otro a jugar a un mínimo de 300 km. de su estadio.
Así que ese primer partido de Maradona en Copa de Europa se jugó sin público: en total se contaron 499 en el recinto aquella noche. El Nápoles, cuentan las crónicas, salió a defenderse dejando a Maradona detrás de Giordano para intentar con su habilidad ganar el partido. Pero “el abandono físico” de Maradona era escandaloso. Genio, pero genio sin garra, genio sin fuerza. La imagen del partido fue aquella de Maradona marcando a Chendo el marcador derecho del Real Madrid. Lo que debió ser un baile de Maradona sobre Chendo terminó registrado como la noche en que el gran Diego se vio obligado a ejercer de marcador de punta. El Madrid ganó la ida 2-0. El titular en Italia fue diciente: “Sin público y sin Maradona”.
El partido de vuelta comenzó bien para el Napoles. Marcó pronto Francini tras fallar Buyo, el arquero blanco, en un remate relativamente sencillo de Careca. Pronto sin embargo empató Butragueño a pase de Hugo Sánchez. Pero Maradona nuevamente se ausentó en vida. Sin disciplina para entrenarse como debía, su aporte a la primera aventura del Nápoles en la máxima competición continental fue nula.
Trece días tardó Maradona en recluirse en una clínica de reposo en Merlano. Allí el doctor que lo atendió acusó al Napoles de inyectar a Maradona cortisona, “no hace una semana o dos, sino hace tres años, por lo menos”. Maradona, ya entonces, desde su estadía en el F.C. Barcelona, tenía problemas con la droga. Pero en principio esta reclusión era simplemente para recuperar al crack física y anímicamente No sería esta la última vez que Diego visitaría la clínica de reposo en Merlano. En agosto de 1989 se limitó a informar al Club que no jugaría el primer partido de liga porque no renunciaría a la “cura de reposo”. En aquella ocasión, el reposo tuvo efecto. Maradona volvería por la puerta grande. Llevó al Napoles a ser campeón y con 16 goles fue el tercer máximo goleador del Calcio tras Van Basten (19) y Baggio (17).
Maradona se fue y volvió. Maradona se arrugó y apareció. Quienes lo vimos jugar en 1986 y luego en 1990 sabemos que aunque en ambos casos se preparó individualmente con su equipo de confianza para enfrentar la máxima cita de selecciones, no era el mismo en Italia que en México. De hecho, en Italia ’90 no marcó un sólo tanto. Pero contribuyó a llegar a la final. Y es que no hay jugador, por más grande, por más Pelé o Maradona que sea, que rinda al 100% todos los partidos, por más importantes que sean.
Messi tiene 25 años. No está acabado. Es un bache normal en un deportista de élite. Quizás el Barça de Pep, con Messi eso sí, haya sido el equipo más grande de la historia. Pero el Barça de Messi, el de la era post-Guardiola también ganará partidos y títulos. Maradona tenía malos partidos, malas temporadas inclusive. Pero no era sangre-yuca, no era pecho frío. Messi tampoco. Un tipo que lleva 16 partidos marcando gol en una de las ligas más poderosas del mundo, un tipo que ha marcado los mismos goles que el gran Diego hizo en una de sus mejores temporadas con el Nápoles no puede ser catalogado de flojo. Está en la parte de abajo de la curva. Ya volverá.