Tags: Faustino Asprilla; Fútbol Profesional Colombiano; Harold Lozano; Ivan Rene Valenciano; Javier Alvarez; Jorge Bermudez; Preolimpicos; Ronaldinho Gaucho; Seleccion Colombia; Torneo sub 23; Victor Hugo Aristizabal
Aprovechando que estamos en época de juegos olímpicos, hago esta reflexión acerca de nuestra selección masculina de futbol que no asistió a dicho torneo y miro un poco atrás hasta la última vez que fuimos a unos olímpicos cuando en el 92 asistimos al torneo preolímpico en Paraguay, con una selección donde sobresalía una delantera comandada por Faustino Asprilla e Iván Rene Valenciano y con un Víctor Hugo Aristizabal que venía de una excelente actuación en el torneo Colombiano. El resto de la nómina no era inferior en calidad, con jugadores como Bermúdez, Calero y Harold Lozano por mencionar algunos. Colombia termino la primera fase sorprendiendo a todos al darse el lujo de terminar por encima de los locales paraguayos y casi que ser el responsable de la eliminación de Brasil al que venció 2 por 0. La fase final parecía asegurada aunque se terminó con susto frente a los ecuatorianos en un sufrido empate que dio el segundo lugar y que debió servir como campanazo de alerta. Pero no, eso no fue lo que ocurrió, lo que ocurrió fue que acostumbrada como esta nuestra prensa a vender humo, subió a esta selección a lo más alto, acostumbrados como están nuestros jugadores a dejarse afectar por el medio externo, se creyeron el cuento, y acostumbrados como estamos los hinchas, los subimos a nivel de dioses. Peor no pudo ser el desempeño con un humillante recibimiento de los anfitriones y posteriores campeones, seguido de un lánguido empate y una horrible derrota con errores de todos los calibres.
Y al parecer hasta ahí fue el sueño olímpico para Colombia, porque de ahí en adelante jamás hemos regresado a unos olímpicos. Son 20 años y hemos tenido torneos mediocres, torneos regulares y hasta hemos hecho el mayor ridículo de cualquier selección de futbol Colombiana en la historia con el ya mil veces recordado 9-0 ante Brasil en Londrina, si, justo contra Brasil, el día que a Javier Álvarez le dio por jugar con suplentes frente a un Brasil comandado por un tal Ronaldinho Gaucho.
En un torneo donde la clasificación se juega con un combinado sub-23, creo que vale la pena volver a pensar en los procesos de nuestros directivos. El jugador Colombiano de una época para acá parece haber incluido en su ADN una afección por irse y entregarse al máximo en el extranjero, pero como decía en una columna anterior, su meta es irse, solo eso; la mayoría pierden el hambre, las ganas y al parecer el amor patrio.
Ese problema de meterle ganas y corazón parece haber calado duro en otras selecciones como la uruguaya que es el mejor ejemplo, una garra y un corazón que se ven en cada una de sus categorías. En la colombiana no. Las selecciones juveniles son una vitrina usada por los propios jugadores y sus representantes. Y claro, al parecer ese éxodo de varios jugadores al parecer rompe todo lazo de afección con el futbol colombiano, y resalto que es con el FUTBOL colombiano, porque qué triste es ver jugadores que se van y luego no rinden porque les hace falta el sancocho que hace la mama, los amigos del barrio y la rumba al estilo colombiano.
El problema es de formación, el problema es cultural. Si en otros aspectos de nuestra Colombia clamamos por una cultura ciudadana, también es hora de clamar por una cultura futbolística y un respeto a los hinchas que se ilusionan cuando ven a su selección.