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Decía el otro día Juan Fernando Quintero que “cuando fui al Porto era muy joven, pero entendí en un momento que mi lugar es Sudamérica, no me arrepiento de no haber triunfado en Europa, pero para mí el mejor lugar es Sudamérica. No quiero sonar a excusa, pero tú encuentras tu lugar y es ahí donde vas a triunfar, pero mí lugar es Sudamérica. Sabio.
En la vida y en el fútbol siempre existirá la disyuntiva entre moverse y quedarse. Las palabras de Quintero, que en Suramérica ha triunfado, muestran una madurez profesional y personal que poco he visto en el mundo del fútbol.
John Jader Durán, aún en formación, triunfaba en un equipo menor de Inglaterra, pero que vive sus mejores momentos en décadas. Cambió el epicentro del fútbol mundial, donde no ganaba poco, €1.9 millones anuales, algo más de 22 millones de pesos diarios, por un ingreso diario de más de 238.9 millones de pesos en un fútbol de mediocre nivel. Nada que objetar considerando sus ingresos. Mucho que objetar si se piensa en su profesión porque, salvo que uno lo haya entendido mal, Durán es futbolista, no comisionista de bolsa.
He leído de todo. Que el fútbol es un negocio, y que jugar por amor se acabó hace 100 años. De acuerdo. Pero el fútbol también es un deporte donde, por más que sea un trabajo remunerado, también ilusiona, como en cualquier otra profesión, alcanzar las cotas más altas posible. Messi, con todos sus millones, siente que ya se puede retirar. Nunca dormiría con la tranquilidad que lo hace desde que fue campeón del mundo. Juan Román Riquelme, millonario hoy, dice que nunca pudo volver a ver ese penal que falló ante el Arsenal. Aquel disparo que llevaría, contra todo pronóstico, a un chico como Villarreal a la final de la Champions League. El fútbol es un negocio, sí. Pero el fútbol nunca ha dejado de ser un amasijo de pasiones únicas. Sigue siendo un deporte.
A Durán nadie le explicó el ciclo de vida. Una persona normalmente tiene mayores gastos que ingresos en los primeros años de su vida. Hacia la mitad de su vida logrará maximizar sus ahorros, la diferencia entre ingresos y gastos. Ya mayor, sus gastos superarán nuevamente a los ingresos. En un deportista, el ciclo de vida es algo diferente, pero considerando sus años de futbolista, sigue la misma forma de U invertida. Pocos ahorros en sus primeros años de profesional, muchos en la mitad, y algo menores cuando volviera a Colombia por allá con 37 años.
La ida a Arabia le cambió la forma de la curva. Ganará mucho al principio, menos en la mitad, y quizás menos al final. Llenar de joven esa cuenta bancaria tiene un costo. La gloría que pudo dibujar en el epicentro del fútbol, lo ganó por unos gritos de gol que no retumbarán en la historia. La elección es personal, pero me quedo con la sabiduría de Quintero.