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Tags: Juegos Panamericanos; Ministerio de Deportes; Barranquilla; 2027

Perdió Colombia la sede de los Juegos Panamericanos de Barranquilla 2027 por incumplimiento de contrato. Esencialmente, el gobierno, a través del Ministerio de Deporte no fue capaz de pagar el dinero al que se había comprometido. El Mundial de 1986 no pudimos organizarlo por dos razones básicas. Primero, la incapacidad de nuestra dirigencia política de comprometerse con un megaproyecto de largo plazo. Segundo, los cambios estructurales que tuvo el Mundial y la FIFA misma entre que nos otorgaron la sede en 1974, y la renuncia en 1982. Lo de Barranquilla se relaciona exclusivamente con lo primero. Seguimos teniendo una dirigencia política incapaz de lidiar con proyectos de largo plazo.

Cuando perdimos el mundial, buena parte del país, salió a despotricar contra la FIFA por habernos cambiado las reglas del juego. Una estrategia que apoyaron y promovieron los dirigentes políticos de la época porque les convenía que la sociedad culpara al de allá, nunca al de acá. En realidad, la inoperancia de Colombia durante 8 años (entre 1974 y 1982) hizo que los cambios que sucedieron en el mundo y en la FIFA nos comiera casi naturalmente.

Aún como presidente electo, López Michelsen afirmó en 1974 “es una vieja aspiración colombiana coronada con éxito.” No se escatimarían esfuerzos para “que esa Copa del Mundo que organizara Colombia se presente de manera decorosa”. Décadas después, Petro trinaría “los juegos panamericanos se harán en todo el Caribe colombiano. Colombia será campeón en medallas”.

Tras años sin hacer nada, Turbay Ayala, presidente en 1981 sostuvo que: “a mi juicio, el país no tiene dinero suficiente para dedicar entre 10 y 15 mil millones de pesos al campeonato de fútbol. Tenemos otras necesidades más importantes que ver jugar fútbol”. Equivale a lo que, según la ex ministra de deportes, María Isabel Urrutia, Petro le habría dicho: “Le dije al presidente y me dice que eso es mucha plata, me dice que esa plata hay que invertirla donde tenemos que llegar y en el conflicto armado”.

Betancur, presidente electo, salió en julio de 1982 con que “si el mundial le ha de servir a Colombia, se hace. Pero si de lo que se trata es de que Colombia deba servirle a la gran empresa comercial que es el mundial, no se hace”. Por esa época se hablaba ya de las escuelitas y hospitales que se construirían con la plata del mundial. Petro, aunque tras bambalinas parece no querer los Juegos, no ha sido explícito. Pero gente de su partido sí. Ocampo, Representante a la Cámara escribió en 𝕏 que con “esos casi 2 billones de pesos [que costarían los Panamericanos] podemos garantizarle la práctica deportiva a UN MILLÓN TRESCIENTOS MIL NIÑOS durante 4 años“ (mayúscula en el original). No hubo escuelitas ni hospitales, ni habrá plata para los niños.

Como país, como sociedad, no podemos desarrollar proyectos de largo plazo. En 1982 Colombia intentó aplazar la sede a 1994. Ahora dependemos de una reunión extraordinaria en febrero. El cambio no es más que un eslogan. La diferencia es que antes no pudieron organizar el evento más grande del planeta, ahora son incapaces de girar unos recursos que ya existían.

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