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Los imperios, como todo en la vida, llegan y pasan. También en el fútbol. Los grandes dominadores del S. XX, los líderes del imperio futbolístico fueron Brasil y Alemania. Hoy, los emperadores del balón son otros: Argentina y Francia.
Alemania y Brasil dominaron los mundiales de la posguerra. Entre 1950 y 2002, únicamente en una ocasión, en 1978, no estuvo en la final ninguno de los dos. Desde entonces, Brasil no ha podido llegar a ninguna final, a diferencia de Alemania que en su último coletazo imperial logro su cuarto título en Brasil 2014. Triunfo que, además, llegó con la gloria añadida de humillar a su eterno rival, en su propia casa, con aquel ya legendario 1-7.
Francia tuvo un primer gran equipo, también lleno de inmigrantes, en 1958. Kopa, de origen polaco, y Fontaine, marroquí, llevaron a Francia a enfrentarse en semifinales a la Brasil del rey emergente: Pelé. El tercer puesto recompensó a aquel equipo. Pero fue en los sesenta y setentas cuando el estado francés invirtió decididamente en academias de fútbol, incluyendo los “centros de formación” que cada equipo profesional debía tener. Lo anterior se complementó en 1988 cuando el gobierno francés directamente inauguró el Instituto Nacional de Fútbol que hoy cuenta con un sistema de cobertura nacional.
La historia de Argentina parte de una tragedia. Aquel 1-6 ante Checoslovaquia en 1958, cuando habían partido de Ezeiza básicamente a ser reconocidos como campeones del mundo. El fútbol perdió su norte, se interpretó mal la europeización, y los años sesenta y buena parte de los setenta están marcados por el fútbol violento. Menotti, con su Huracán, comenzó a recuperar el balón que se había perdido. Sin llegar al fútbol lírico de los mejores equipos brasileños, Argentina ha sabido explotar a sus dos grandes ídolos, Maradona y Messi, para subir a la élite del fútbol mundial. Aun así, se perdieron los mejores años de Messi, subutilizado en 2006, y pisoteado por Maradona en 2010, lejos como entrenador del genio que fue como jugador.
Así, Argentina o Francia han jugado la final en ocho de los doce mundiales transcurridos desde 1978. Brasil, tras su triunfo en 2002, apenas llegó a una semifinal, en 2014. La decadencia alemana ha sido más lenta. Alcanzó semifinales en 2006, 2010 y fue campeón en 2014. Pero en los dos últimos mundiales se ha visto incapaz de superar la primera ronda.
La espectacular final que Argentina y Francia ofrecieron en Catar 2022 es la cúspide de una ruta que arrancó hace décadas. Argentina y Francia, los grandes emperadores del balón hoy en día, han estado en dos de las tres últimas finales de Copa del Mundo. El futuro brilla en Francia, donde Mbappé tiene 23 años, y la academia explota el genio de cientos de jóvenes. Más incierto es el futuro argentino, donde Messi cierra su ciclo, y se corre el riesgo que, en medio de la sempiterna crisis, se pierdan genios sin saber.