Tags: Gol olímpico; Cuba Rumania 1938
En Colombia siempre hemos sacado pecho gracias a Marco Coll. El único futbolista que ha anotado un gol olímpico en los mundiales de fútbol. Así lo creíamos todos hasta hace unos días. En 2020, en un blog sobre fútbol cubano se afirma que el primer gol olímpico lo marcó Magriñá para la selección de Cuba, el 5 de junio de 1938, durante el mundial de Francia. Mr Chip, el famoso tuitero español, preguntó el 23 de marzo a sus más de tres millones de seguidores sobre el tema. En particular estaba interesado en revisar las dos fuentes que cita el blog. El debate está abierto.
La historia primero. A la selección de Cuba le tocó jugar en primera ronda contra Rumania. Entonces se jugaba mediante un sistema de eliminatorias, donde en caso de empate debía jugarse un partido adicional. En Toulouse, informa el Diario de la Marina de La Habana, tomando la nota de AP, “más de 20.000 personas de congregaron” para observar el cotejo. L’Ouest-Eclair habla de 15.000 espectadores. Lo que para el Diario de la Marina (6 de junio de 1938) fue inicialmente “un inefectivo juego por ambas partes, que duró treinta y cinco minutos, antes de que se anotará el primer tanto”, para La Stampa de Turín (6 de junio de 1938), fue un “juego mediocre en general, con mucho entusiasmo pero lleno de errores”. La página de la FIFA informa que el primer gol lo anotó Siviu Bindea a los 35 minutos. La nota cubana dice, en cambio, que el gol lo marcó Covaci. La Stampa, también le da el gol a “Binden” (no Bindea). Por el contrario, el diario La Dépéche, clave en nuestra historia, porque es de Toulouse y el periodista efectivamente asistió al partido, dice que el único mérito de “Bindia” (tampoco Bindea como lo escriben en FIFA) es fallar un gol, pero que “cinco minutos después, Covaci tiene la misma oportunidad y no la desaprovecha”. (Agradezco a mi colega y amigo, el historiador del pensamiento y económico Andrés Álvarez por su colaboración con el francés. Todo error es atribuible a mí, y sólo a mí). L’Auto, por su parte, informa que Covaci agarra un centro y marca. Vale destacar en este punto, que según FIFA, Covaci no jugó. De hecho parece no existir. Pero en las alineaciones de La Stampa, y La Dépéche Covaci aparece en la alineación, y en L’Auto también se menciona. L’Athlete de Bordeaux menciona a “Coraci” en la alineación. Considerando lo anterior, y ponderando más los periódicos franceses que seguramente estuvieron presentes en el estadio, pareciera que la página de la FIFA está errada. Covaci y no Bindea es el autor del primer gol.
Sobre el partido, todas las notas en general alaban al meta Carvajales de Cuba. Tras el gol rumano, Socorro empató para Cuba. En un final emocionante, y tras un segundo gol cubano, a falta de apenas segundos para terminar el partido, Baratki empató.
El segundo gol cubano, es el de Magriñá, el del debate, el que vamos a discutir a profundidad. Tras dos períodos extras de veinte minutos cada uno, el partido quedó empatado a tres goles. El partido de desempate lo ganaría Cuba, días después, por 2 a 1.
El blog cubano cita dos fuentes a partir de las cuales sostiene que Magriñá es el autor del primer gol olímpico en los mundiales. L’Auto, precursor de L’Equipe, y el periódico cubano Noticias de Hoy. Este último, lastimosamente, no lo encontré en versión digital. El día que la pandemia nos permita quizás podamos ir a Cuba a revisar la versión física. El blog cita textualmente al atacante Juan Tunas diciendo a su regreso a La Habana que “la jugada que más me causó emoción fue el gol anotado por Magriñá producto de un corner directo sin intervención de nadie”. La frase es clara y, de ser cierta, poco debate habría.
L’Auto, la otra fuente de la noticia, informa en su edición del 6 de junio de 1938 que “en un corner, Maguina (SIC) acierta el tiro y el balón pasa la línea blanca”. No afirma que sea directo. Puede serlo, pero también puede ser una jugada que se origina en un tiro de esquina. No parece una confirmación clara a la cita de Tunas. Así que a continuación repasamos informaciones de otros periódicos sobre el gol de Magriñá para contrastar la información hasta el momento disponible. Parto del supuesto que, dada la forma particular en qué ocurrió el gol, cabría esperar que alguna nota mencionara el gol de corner directo.
La nota del Diario de la Marina, tomada de AP dice que “los cubanos, haciendo un alarde magnífico de coraje, lograron, antes de que terminara el partido, anotar de nuevo, por medio de un bonito pase de Tomalín Fernández a Magriñá”. En este caso es evidente que el disparo de Magriñá no fue un disparo desde el tiro de esquina. Se habla de un bonito pase.
El periódico Le Miroir des Sports, que según la edición del 8 de junio tenía corresponsal particular en el partido, nos informa de la taquilla, pero no habla de un gol fuera de lo común. En otras reseñas, como la de L’Athléte de Bordeaux tampoco se hace mención a ningún gol marcado de forma especial.
El diario de Toulouse, La Dépéche (6 de junio de 1938), dice sobre la jugada que “un disparo claro de Magrina es bloqueado por Pavlovia [debe ser Pavlovici, el arquero rumano] detrás de la línea y se concede el gol”. La historia comienza a tomar color. La disputa parece ser en torno a si el balón pasó o no la línea. Quizás los rumanos hayan protestado (no encuentro evidencia de ello), pero el disparo de Magriñá, cruzo la línea a pesar del bloqueo del arquero rival. El calificativo de “disparo claro” no suele utilizarse, ni siquiera hace 80 años, para un disparo desde el tiro de esquina. Pero veremos más adelante que pareciera que sí, la definición de disparo claro da para mucho.
La Croix en una breve nota del 7 de junio de 1938 reporta que en un “corner Maguina les dio la ventaja” a los cubanos. La jugada, ya no hay duda, se origina en un tiro de esquina.
En su edición del 7 de junio de 1938, L’Ouest-ÉClair afirma que “A su vez, los cubanos visitan el campo contrario y, ante la intervención de Paviovici, es un corner para los cubanos. El golpe es soberbio: Paviovici bloquea el balón detrás de la línea de meta y el árbitro lo concede”. Este documento parece corroborar que la jugada sale de un tiro de esquina. Pero habla de un gopeo soberbio y un corner. Combinando con el reporte de La Dépéche en la que hablan de un disparo, la pelicula sugiere que efectivamente hay un tiro de esquina, pero aún es confuso qué sucedió para que disparará Magriñá. La clave estaría en saber quién cobró el tiro de esquina.
Quizás el documento más claro es el de Le Petit Parisien cuyo reportaje firmado por el enviado especial Cl. Thuillard (es decir presente en el campo), escribe explícitamente que a cinco minutos del final, en un “corner pateado directamente, Magriná había marcado”. Aún puede haber campo a la interpretación, pero entre las palabras de Tunas, y lo visto anteriormente, pareciera que el “directamente” se refiere a un disparo directo de Magriña.
La historia de los mundiales nunca deja de fascinar. Este es un partido con mucha incertidumbre. A lo ya discutido cabe anotar que La Stampa, el periódico italiano, ni siquiera le pega al autor del segundo gol. Dice simplemente que “Socorro finalmente anota el segundo gol para los cubanos, pero a 20 segundos del final el rumano Barcackji [todos lo escriben diferente] empareja nuevamente”. Si algo tenemos claro es que el segundo gol fue de Magriñá.
Pareciera que efectivamente fue un gol olímpico el de Magriñá, pero quizás no lo espectacular que uno quisiera imaginarse. En este sentido es muy interesante la entrevista a José Tapia, entrenador cubano, a su llegada a La Habana el 28 de junio de 1938 en el Diario de la Marina. No menciona nada de un gol directo de tiro de esquina. Con cierto tono jocoso dice que hasta cierto puntos está feliz con la eliminación ante Suecia en cuartos de final (perdieron 8-0) “porque si en nuestra primera salida a Europa, hubiéramos llegado hasta el vestíbulo del campeonato tal vez si nos hubiera hecho daño, porque de haber llegado tan lejos, tal vez nos hubiéramos embriagado con los triunfos y hasta creernos que éramos más de lo que realmente somos”. A la fecha, Cuba no ha vuelto a un mundial.
A modo casi de anécdota, en la misma edición del Diario de la Marina, el periodista afirma que “como dato extraoficial que recogimos, después de hablar con casi todos los jugadores podemos dar a título de impresión nuestra que los dos jugadores que más se distinguieron en los tres juegos fueron el Bolero de la Juventud Asturiana, y el Ayra del Deportivo Hispano América”. Es una frase difícil de entender. Por Bolero de la Juventud Asturiana entendía yo al arquero Carvajales, uno de los cuatro convocados de ese equipo, pero me indican por twitter que se refieren a Joaquín Arías. Ayra, sí hay, fue el portero el día que Cuba derrotó 2-1 a Rumania en la revancha. Pero Ayra jugaba en CD Centro Gallego según Wikipedia. El único jugador del Hispano América sería el delantero Carlos Oliveira quien no jugó ningún partido. Es decir, el periodista habló con todos los jugadores, no pareciera que le dijeran nada de un gol olímpico, pero aparentemente confundió los nombres.
En una primera versión de esta columna escribí desechando la idea de un gol olímpico cubano. Pero la evidencia, me parece, apunta hacia a otro lado. La revisión que hizo en twiter Emiliano Rossemblum fue muy útil para darle un giro a mi conclusión. Considero que la evidencia no es incontestable, y quizás cuando se pueda acceder a las hemerotecas italianas (que son de pago), o algún documento en Cuba, se pueda cerrar definitivamente este capítulo de las Copas del Mundo. De momento, parece que el gol de Marco Coll a la Unión Soviética es el segundo gol olímpico en la histora del Mundial de Fútbol. Además de su gesta ante Rumania, los cubanos lograron un gol único.