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En tiempos de coronavirus y de redes sociales, me llamó la atención la supuesta afirmación de una científica española que decía: “_ustedes le dan a un futbolista un millón de euros al mes y a un biocientífico le dan 1,800 euros. Ahora ustedes buscan el tratamiento para este virus, entonces busquen a Ronaldo o a Messi para que encuentren la cura_”. Más allá de la cuestionable veracidad de la cita (los españoles, entre otras cosas, no hablan de usted), la pregunta es interesante desde el punto de vista de la ciencia económica.
Sherwin Rosen publicó en 1981 en el American Economic Review un artículo seminal sobre la “economía de las superestrellas” (vale anotar que en estos días de coronavirus y encierro, el artículo se puede acceder gratis). Si bien no fue él el primero en pensar sobre estos temas, su artículo es el más influyente en esta área particular de la economía. Los economistas trabajamos bajo la premisa de que la productividad adicional que genera la labor de un trabajador en su puesto de trabajo determina su salario. Es por ello que cada fin de año se ajusta el salario mínimo con base en inflación (para mantener la capacidad de compra), y un nivel de productividad.
¿La productividad de los Messi y Ronaldo realmente es tal como para justificar económicamente sus ingresos? Messi, según cifras de Forbes gana entre salario y publicidad 127 millones de dólares anuales. Ronaldo 109. Neymar 105 y el boxeador “Canelo” Álvarez 94, el primero no futbolista de la lista. La respuesta corta es no.
La respuesta de Rosen se divide en dos. En primer lugar, el talento es escaso y no hay sustitución perfecta. No es posible sustituir el talento de Messi con otros tres que “sumen” su talento. El mejor ejemplo lo vemos con la salida del Madrid de Ronaldo que ha sido incapaz de reemplazar los 50 goles anuales del portugués.
En segundo lugar, la tecnología es capaz de multiplicar miles, millones de veces, el potencial interés del mundo en un personaje. Esto lo denomina Rosen economías de escala de consumo conjunto. Es decir, en términos de audiencia global, es casi irrelevante la diferencia entre poner a Messi a jugar en un estadio vacío, o en uno lleno.
La teoría de las superestrellas, valga decir, aplica para deportistas, pero también para estrellas de cine y de la música. Además, supone tiempo normales. Estos no son tiempos normales. Más allá del optimismo con el que veamos el futuro, hoy por hoy Messi y Cristiano valen lo que sus millones de seguidores en redes sociales, pero ello viene de su fama pasada. Hoy todos somos hinchas de médicos y científicos y en ese sentido se ha visto un redireccionamiento de recursos hacia esas áreas que luego se evaluará su impacto, ojalá muy positivo para la humanidad.
Por otro lado, en ciertos países, EE.UU. por ejemplo, el mercado académico tiene sus superestrellas, entre ellas los grandes científicos de Berkeley, Harvard o Princeton cuyos sueldos superan en muchos ceros los 1.800 euros. Al final sí hay explicación económica.