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A partir de este semestre, el fútbol es de pago. El debate sobre el “interés público” del fútbol no interesa más que a políticos ávidos de minutos en televisión. Más interesante es entender el negocio y la racionalidad del precio: $29.900 al mes. Según Win Sports, se espera alcanzar una penetración del 30%. Es decir, 3 de cada 10 hogares con servicio de suscripción satelital, cable o similar va a terminar suscrito al canal premium. ¿Es un objetivo razonable?

Según la Encuesta de Calidad de Vida del DANE del 2018, en Colombia el 45,5% de los hogares cuenta con servicio de suscripción a TV. Considerando que según el reciente Censo de Población hay algo más de 14 millones de hogares, Win está aspirando a contar con 1.944.285 hogares suscritos.

Entendiendo que el objetivo es de mediano plazo, al precio de 2020, ese número de suscriptores daría unos ingresos de algo más de 58 mil millones de pesos anuales. Unos US$17.6 millones. En 8 años esos 58 mil millones de pesos representarían algo más de 465 mil millones de pesos.

Aún con la dificultad para entender el proceso de venta de los derechos que vende la Dimayor, en 2018 se informó que tales derechos se vendían por 8 años a Win por 1.7 billones de pesos. Es decir, los 1.7 billones de hace dos años parecen lejos de los 465 mil millones de pesos con el nuevo modelo.

Información reciente afirma que Dimayor recibía a la fecha US$37 millones anuales por derechos de televisión, y que el nuevo esquema podría hasta duplicar ese valor. Pero el ejercicio descrito sugiere que con el canal Premium se aspira a recibir US$17.6 millones. Si además esos US$37 millones eran netos para Dimayor, los US$17.6 millones parecen ser el ingreso a repartir entre Win y la Dimayor.

Estos cálculos suponen que todos los suscriptores actuales son potenciales afiliados al Canal Premium. Considere la tabla. De los 7.2 millones de hogares que actualmente cuentan con suscripción a televisión, 4.6 millones son hogares con ingresos inferiores a dos salarios mínimos. Dado el nivel de ingreso, y las alternativas de suscripción a menor precio que ofrecen programación amplia y variada (Netflix, Amazon), es posible que estos hogares no tengan la disponibilidad para pagar $30.000 al mes. Es decir, no parece descabellado suponer que un hogar (compuesto en promedio por cerca de 4 personas), y cuyo ingreso mensual es menor a $1’755.000, no está interesado en pagar $30.000 por ver fútbol colombiano.

Suponiendo entonces que preferencialmente pagarán por el Canal Premium hogares con ingresos superiores a $1’755.000, y recordando que el 30% de penetración requiere que cerca de dos millones de hogares se suscriban al Canal Premium, se concluye que cerca del 80% de hogares con ingresos superiores a los 2SMMLV se van a tener que suscribir (el cálculo sale de los 2.6 millones de hogares que ingresan más de 2SMMLV) .

Visto desde la otra perspectiva, no parece claro tampoco las cifras que se muestran. Los US$37 millones que dice Win que Dimayor recibía hasta 2019 por derechos de TV, se alcanzarían en la estructura de negocio actual, si 4 millones de hogares se suscriben al Canal Premium. Eso representa el 30% de todos los hogares en Colombia, no de los que actualmente pagan un servicio de cable.

Es cierto que el ejercicio que aquí se presenta no considera establecimientos comerciales que pagarán más, ni la pauta comercial, pero las cifras que nos presentan sobre el Canal Premium y su penetración parecen demasiado optimistas. Más cuando el objetivo es incrementar los ingresos para mejorar el espectáculo futbolístico que se ofrece en Colombia. Quizás el incremento en dinero que recibirá el fútbol nunca se basó en los ingresos de los hogares, sino en lo que se obtenga de establecimientos comerciales y/o pauta publicitaria. Pero de ser así, ¿para qué un negocio de TV cerrada? A la larga uno quisiera que el canal fuese exitoso para que pudiéramos disfrutar de mejores futbolistas y mayor espectáculo en los estadios. Pero una mirada rápida genera interrogantes.