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Boca Juniors y River Plate son, con permiso de muy pocos, los dos equipos más populares del nuevo continente. Tras casi 60 años de historia, por primera vez en la Copa Libertadores se enfrentarán en una final dos equipos de la misma ciudad. Los sueños más profundos de ¾ de los argentinos y de buena parte del hincha futbolero de Sur América se ha hecho realidad. Analicemos el juego de los rivales argentinos.
Habiendo jugado ambos 12 partidos en la competición, Boca Juniors ha marcado 20 goles, River Plate 14. En ataque hay una interesante coincidencia en disparos por partido, 12,9 por Boca y 12,25 por River y en relativamente pases claves (aquellos que generan al menos un disparo). 10 el xeneize, 8,3 el millonario. En defensa, en lo que a recuperación de balón se refiere, son también muy similares. Un quite es la acción de quitar el balón cuando lo lleva un rival. Recuperación es tomar un balón perdido e interceptación es, valga la redundancia, interceptar un balón que salió de los pies de un rival.
Boca, por partido, ha realizado 19,5 quites, 63 recuperaciones y 14,8 interceptación. River 19,4 quites, 59,9 recuperaciones y 12,4 interceptaciones.
Ahora, Boca es un equipo más rápido con el balón, pues realiza en promedio 426 pases por partido, frente a los 348 de River. Sorprende, además, que aunque mueve el balón mucho más, la precisión en el pase es significativamente más alta: 80,5% frente al 74,8%. Tendería uno a pensar que la diferencia se explica en que Boca mueve el balón más en zona de bajo riesgo. Pero la realidad no es esa. Si bien en el último tercio realizan aproximadamente el mismo número de pases, Boca Juniors hizo 119,9 pases por partido frente a los 118 de River. La precisión es mayor para los de la Bombonera: 66,3% vs 61,6%. La Figura 1 ilustra el manejo de balón en detalle.
Se ilustra en la Figura 1 todos los jugadores que han participado en la Copa Libertadores y que han jugado más de 120 minutos. Son hasta cinco los jugadores de Boca que porcentualmente aciertan más pases en el último tercio: Mauro Zárate, Frank Fabra, Emmaneul Mas, Reynoso y Lucas Olaza. Hay, sin embargo trampa en el análisis. Ninguno de estos jugadores jugó más de 6 partidos. Enzo Pérez de River, el jugador más acertado en el último tercio (75,3%) jugó 10 partidos. Así, los tres primeros punticos rojos de River lo complementan Santos Borré (74,4%) quien jugó 9 partidos y Juan Fernando Quintero (73,8)% con 10. Sebastián Villa, el otro colombiano, ha disputado 4 partidos con un acierto en el pase del 71%.
Cualitativamente, por tanto, se hace difícil establecer superioridades en este rubro. Quizás se pueda ver más claro con nuestro modelo de goles esperados. La Figura 2 y Figura 3 muestran la evolución acumulada de goles esperados de Boca y River respectivamente. Boca que, recordemos quedó segundo en el grupo, tuvo problemas al inicio. En la fase de grupos apenas ganó dos partidos (de local a Junior y Alianza Lima), con lo cual su diferencia esperada apenas rozó los 2 goles, pero su rendimiento observado estaba incluso en negativos antes de la goleada en la última fecha al equipo peruano.
River, en cambio, ganó con cierta holgura su grupo. Si bien sólo logró tres victorias, terminó invicto. En rendimiento esperado, Boca debería tener una diferencia de goles esperados de aproximadamente +5. River apenas +4. Pero ambos han superado su rendimiento esperado, con un mejor remate en el caso del xeneize.
La Figura 4 muestra cómo ha marcado los goles Boca Juniors, considerando la probabilidad de que cada disparo fuese gol. Sus goles se marcan con pierna derecha, dentro del área, desde el lado izquierdo. Muy poco efectivo ha sido Boca desde fuera del área.
River se ve (Figura 5) más centrado que Boca. Sus disparos tienen a originarse dentro del área, pero no escorados, sino a lo ancho del área chica muy de cara al arco. También es más peligros de cabeza y como su gran rival, desde fuera del área no genera mayores sustos. A modo de anécdota llama la atención algunos fallos importantes en el área chica (áreas grandes que quieren decir que la probabilidad de marcar era muy alta)
Veamos ahora cómo jugó River el partido de vueltas de semifinales ante Gremio. Tras perder 0-1 debía marcar al menos dos goles para pasar sin necesidad de acudir a penales. Ganó 1-2. La red de pases (construida econométricamente sobre la dificultad del pase, no sobre la cantidad de pases) muestra en la Figura 6 que Exequiel Palacios fue el centro de la red, es decir el jugador sobre el que basculó más el juego del equipo de la franja. Además, gracias a la fuerza de Montiel por derecha el equipo estuvo escorado a ese lado, conectando a Quintero, Borré, Fernández e incluso Madiana.
En el segundo tiempo (Figura 7), Montiel no apretó tanto por derecha, el equipo se echó más para atrás y en el equipo de la banda primó la simetría. Suficiente para aguantar el envite del equipo brasileño. El caso de Boca, teniendo que aguantar la ventaja en el partido de vuelta lo estudiaremos si llega al partido de vuelta de la final en situación similar.
Para finalizar, veamos los arqueros. Armani, hasta hace poco ídolo de Nacional ha triunfado en Argentina. La Figura 8 muestra el rendimiento y la respuesta del arquero de River considerando la dificultad de los disparos recibidos. Cuanto más grande el círculo, más difícil de atajar el disparo. Basados en el modelo de goles esperados, Armani debió recibir 4 goles. En la práctica recibió 5. Es decir, un gran arquero, pero no ha tapado más allá de lo que se espera. La Figura 7 permite inferir, siempre que haya suficientes observaciones, la existencia de algún punto débil sistemático del arquero analizado. No hay un patrón evidente en la Figura 8, sí algún gol con baja probabilidad pero los hay más atajados que tenían una alta probabilidad de ser gol. La portería de River está bien cubierta.
Finalmente, la Figura 9 muestra el arco defendido por Rossi, arquero de Boca. No jugó todos los partidos, y hay pocas observaciones, pero si se quieren exprimir un poco los datos, se observan goles al lado bajo del arquero. En realidad todos los goles entran a media altura o por abajo. Un patrón que quizás deberían explorar con mayor profundidad en River. De hecho, ha recibido 5 goles, 2 más de los esperados. En este rubro pareciera que el River Plate está marginalmente mejor cubierto que Boca Juniors.
La final Boca – River es histórica. Nadie lo duda. Pero, estoy convencido, son muy pocos los que esperan que en la final se vean grandes partidos de fútbol. La triste cultura del güevo güevo, la excesiva admiración por el barra brava, y la dificultad que desde el Presidente para abajo parecieran tener en el sur del continente para entender que en el deporte se gana y se pierde, lleva a pensar en una final apretada, raspando, encarando al árbitro, metiendo. De fútbol poco. Pero, de corazón quisiera estar equivocado. La final la va a ver el mundo entero. Qué bonito sería que Sur América, de la mano de los dos grandes argentinos, vendiera una imagen de calidad con el balón. De querer ganar, de buscar el gol, de jugar al fútbol. La esperanza es lo último que se pierde.
Mi favorito, por ligero margen, considerando la igualdad que hemos analizado, y siguiendo las tendencias de las Figuras 2 y 3, es Boca Juniors. Pero clásico es clásico, y no esperaría que la final esté decidida hasta el último minuto del partido de vuelta. Veré los partidos con mucha expectación. Nuevamente, ojalá veamos fútbol, mucho fútbol.