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Circula por Internet una imagen donde con presunto buen humor tildan a Francia de ser el último representante africano en el Mundial de Rusia 2018. Hasta 14 jugadores “son africanos”. Sin embargo eso no es cierto. En África únicamente nacieron dos: Mandanda en la República del Congo y Umtiti, camerunés. Los otros 12 son nacidos en Francia. ¿Por qué es tan relevante el color negro de la piel? ¿No son franceses?
Francia ha jugado con jugadores nacidos fuera de la metrópoli desde que el fútbol es fútbol. Ya en el Mundial de 1938 jugaron con un austriaco, un suizo y un uruguayo. La estrella, Kowalcyzk había nacido en Polonia, y Ben Bouali y Diagne nacieron en Argelia y Senegal, entonces colonias.
El primer gran equipo francés en los mundiales fue aquel que le metió 6 goles a Alemania en Suecia 1958. Era tal su fuerza ofensiva que le metió 7 a Paraguay y 4 a Irlanda del Norte. Sólo el poderío de Pelé, autor de tres goles en la semifinal, frenó el ímpetu galo. Para la historia quedaron los 13 goles de Fontaine, nacido en Marruecos. Junto a Kopa, nacido en Francia e hijo de mineros polacos, fue la gran figura francesa.
La historia del fútbol francés, como de Francia misma, ha estado ligada a los migrantes. Con el tiempo no solo llegaron de África. A finales de los sesenta y setenta el flujo de inmigrantes llegados del Caribe, Martinica y Guadalupe en particular, fue significativo. Llegarían también de más lejos, como la familia de Karembeu (campeón en el ’98), quienes viajaron desde Nueva Caledonia.
El fútbol les dio ese ascenso social que la sociedad negó a sus inmigrantes. La mayoría, si no todos, se criaron en las hoy famosas banlieau, los suburbios de las grandes ciudades galas que entre protestas y discriminación han sabido explotar los beneficios de las grandes escuelas de fútbol que Francia estructuró en los años setenta.
Thuram, un futbolista con aire de intelectual quien anotó sus únicos dos goles en la selección en una semifinal de un mundial, se declara francés. Nacido en Guadalupe, Caribe, Francia, fue quien más y mejor respondió los cantos racistas de Le Pen cuando veía “mucho color” en la selección que se prestaba a jugar el mundial de Francia 1998. Tras derrotar a Croacia en esa semifinal, Thuram unió en una sola voz, por una vez sin importar el origen, a todos los franceses. A los votantes de Le Pen ya no les importaba la composición del equipo
Como hace 20 años, Francia juega una final. Entre memes y análisis casuales, el tema del color parece central. Es anecdótico. Lo que debemos estudiar es el funcionamiento de las academias francesas de fútbol, productoras de grandes futbolistas. Unos franceses, otros que juegan por países africanos. El tema del color es irrelevante. Ya lo dijo Thuram cuando le preguntaron qué es el fútbol: “es el lenguaje de la felicidad”