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Días antes del plebiscito que rechazó el acuerdo negociado entre el gobierno y la guerrilla de las FARC en Colombia, John Carlin acusó en El País de España a James Rodríguez de cobarde por negarse a decir públicamente que apoyaba el sí. Para Carlin el plebiscito no era un evento democrático. Para él era la ocasión para que uno colombianos de bien votarán sí, y otros colombianos, como diría días después, de “corazón oscuro” votarán que no. Que James se definiera por una opción no habría sido extraño. Falcao, como celebró Carlin, optó por sí. Torres, como apuntó con dedo de inquisidor el periodista británico, optó por el no.
A Sindelar, el crack austriaco de los años 20 y 30, la Gestapo lo vigilaba por “social demócrata y amigo de judíos”. Jugó su último partido con Austria en Viena el día que se enfrentaron con Alemania para celebrar la anexión, el Partido de la Alianza como se denominó. Pero rompió el empate previsto y su gol se fue a celebrarlo frente a la tribuna VIP cubierta de esvásticas ante el delirio de 60.000 compatriotas. Para colmó se negó a jugar con la selección pangermánica que dirigía Herberger. El 23 de enero de 1939, tras una noche de sexo y alcohol con Camilla Castagnola, su novia italiana, Sindelar y Camilla murieron asfixiados mientras dormía. La investigación oficial tachó de accidente la muerte del más grande futbolista austriaco de todos los tiempos.
A finales de los 30, comienzos de los 40, la rivalidad en la Unión Soviética entre el Dinamo y el Spartak representaba la lucha entre la élite del establecimiento comunista y la única opción de libertad que quedaba. Contrario a los demás equipos fundados por el régimen (ejército, NKVD –precursora de la KGB–, ferrocarriles entre otros), el Spartak es el legado de la cooperativa de trabajadores del sector servicios (peluqueros, modistas) que fue convencida por los hermanos Starostin para financiar su equipo. El Spartak se convirtió en un fenómeno social, especialmente cuando se enfrentaba al Dinamo. Así que en 1937 los hermanos Starostin fueron denunciados por utilizar métodos casi democráticos en el Dinamo, con lo cual se parecía “casi a un club privado”. Además, en 1938 y 1939 ganó liga y copa derrotando al Dinamo que contaba con el apoyo de Beria, cabeza de la NKVD. Beria intentó mandar a los hermanos Starostin a Siberia. Su objetivo lo logró llegada la guerra.
Otros casos de jugadores que se negaron a aliarse con el establecimiento son los de Caszely y Véliz, militantes de izquierda, enfrentados a Pinochet; o Socrates y otros jugadores del Corinthians que impulsaron candidatos pro-democracia en las elecciones del club en abierto enfrentamiento con el régimen militar brasileño de la época. Una lucha que tuvo impacto social más allá del fútbol.
El común denominador es el rechazo a regímenes autoritarios. Alguien debería decirle a Carlin que en Colombia hay libertad para elegir. Unos votan sí, otros votan no y a otros no les da la gana de votar. ¡Y ninguno es cobarde! La coyuntura interna es lo suficientemente compleja para que de afuera acusen a la mayoría de colombianos de desalmados, cobardes, oscuros o locos.