El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: Ajax; Bill Shankly; Cruyff; Diego Armando Maradona; Dukla de Praga; Gerrie Muhren; Liverpool; Maup Caransa; Messi; número 14; obituario; Piet Keizer; Rinus Michels; Sjaak Swart

El Jueves Santo del 2016 se asociará a la eternidad con la partida de uno de los cinco futbolistas más grandes que haya dado el deporte rey. El mejor de todos los que han nacido en el viejo continente. Se lo llevó un cáncer de pulmón, quizás castigando esa costumbre suya de fumar hasta en el entretiempo de los partidos.

Cruyff, hijo y parte creador de la Ámsterdam revolucionaria de los 60s, la de Provos, la que rompió con esa generación holandesa conservadora que prefería no hablar de lo ocurrido en la segunda guerra mundial, no veía porque, si era el mejor, no podía fumarse un cigarrillo a mitad de cada partido. En 1991 el estrés y el cigarro le afectaron el corazón. El vicio lo cambió por una chupa-chups, una colombina que se llama al otro lado del Atlántico. Pero ya era tarde. El cigarrillo había dejado facturas que se cobraron ese Jueves Santo de 2016.

Cruyff Chupa Chups

Hay libros, casi bibliotecas escritas sobre Cruyff. Su influencia es tal que abarca desde su debut el 2 de febrero de 1964 –cuando con 17 años recibió el permiso de su señora madre para viajar a partidos de visitante con el Ajax–, hasta el Messi de hoy. En retrospectiva quizás haya que lamentar que Cruyff no estuviese todavía entrenando al Barça cuando otro genio, Maradona, aterrizó en el cuadro catalán. Quizás aún el gran Diego hubiese dado más de lo mucho que dio.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras:

Padre Hijo Espíritu Santo

La influencia de Cruyff en el fútbol y la sociedad no se puede entender sin otro genio del deporte: Rinus Michels. Los historiadores del deporte aún están decidiendo cuánto del _fútbol total_ se le debe a Michels y cuánto a Cruyff. El punto es que la historia es caprichosa y juntó a los dos magos que revolucionarían el fútbol para siempre.

A finales de 1966, terminando su primera temporada completa como entrenador del Ajax, Michels instó a la Junta Directiva del equipo a pagar y garantizar un sueldo decente a los jugadores. El fútbol holandés era aún un deporte  de aficionados.

Cruyff, huérfano de padre desde los 12 años, ayudante en todos los quehaceres domésticos del Ajax desde niño al tiempo que su madre laboraba limpiando los vestidores, trabajaba entonces para la revista Sport World. No era reportero. Sus labores incluían repartir la revista a través de la ciudad.

Cruyff decía que el primer profesional del fútbol holandés fue Piet Keizer, hasta entonces comerciante de tabaco. El segundo fue él.  De Keizer, quien jugaría 364 partidos con el gran Ajax, dijo el escritor holandés Nico Scheepmaker: “Cruyff es mejor, pero Keizer es el mejor“. El tiempo desmentiría tal afirmación.

Pronto Cruyff se dio cuenta que él era el artista. La gente pagaba por verlo a él y a sus compañeros. También era consciente que su carrera, la de futbolista, era corta. Por ello fue apenas natural su interés en explotar el profesionalismo en su beneficio: “Cuando mi carrera termine no puedo ir a la panadería y decir, soy Johan Cruyff, deme pan”.

De allí la famosa anécdota en la que se molestó cuando descubrió que los dirigentes de la Federación Holandesa de Fútbol viajaban con seguro, pero los jugadores no. Eran épocas en que jugar en la selección era un honor. Así lo entendía Cruyff también. Pero honor o no, exigió y eventualmente logró el cambio. Por ello también, cuando lo expulsaron en su segundo partido como internacional frente a Checoslovaquia, se negó a aceptar la sanción de la Federación: le prohibían jugar con el Ajax, pero no con la selección. El problema era simple. Era el Ajax quien le pagaba, no la selección. El honor no da para comer.

La racionalidad económica de Cruyff no fue obstáculo para que como todo futbolista, tuviese agüeros especiales. De hecho el Ajax era un equipo de muchas supersticiones. El fisioterapeuta, Bennie Muller, debía ir a todos los partidos con el sombrero de la suerte, un gorro de ski.

En la Copa de Europa de 196667 el Ajax se presentó a Europa. En segunda ronda se enfrentó al Liverpool que no sólo era el campeón inglés, sino que además estaba dirigido por una leyenda: Bill Shankly. Cinco goles marcaron los holandeses. Ese partido contra el Liverpool, reconoció alguna vez Cruyff, fue el comienzo del Gran Ajax. Shankly, al final del partido, anunció que el Liverpool ganaría 7-0 la vuelta.

Rumbo a Liverpool, para disputar el partido de vuelta, Maup Caransa, uno de los mayor inversores del Ajax de aquellos años le prometió a Cruyff un bono extra especial si marcaba un gol en los primeros 15 minutos. La amenaza de Shankly era creíble. Cruyff, solidario él, le respondió que lo discutiría con los muchachos. “Pero sabe que nosotros pensamos en grandes sumas de dinero. Igual que usted“. El Ajax empató a 2. Cruyff marcó dos goles, pero en el minuto 49 y en el 71. Desconozco si Caransa les dio algún premio. Pero ahí nació el gran Ajax.

Ya en cuartos, el Ajax se enfrentó al Dukla de Praga. El empate 1 -1 en Ámsterdam obligaba al Ajax a remontar en Checoslovaquia. Un penal y un autogol contrarrestaron el gol de Sjaak Swart. Michels culpó a Soutekouw, autor del autogol. Nunca más jugaría con el Ajax. Los jugadores culparon a la mujer del fisioterapeuta Muller: olvidó empacar el gorro de la suerte.

Cruyff, por supuesto, también era supersticioso. Como cada jugador, debía recibir masaje en el orden exacto. Al finalizar el masaje, el bueno de Muller debía decir a cada jugador una frase. La misma por jugador. A Cruyff le decía “yogi twee”. Muller, en el libro de Winner “Brilliant Orange” dice que no recuerda porque le decía Yogi. Pero la frase quería decir: “marca dos goles“.

Icónica es su foto con el número 14 a la espalda. Cruyff, como todo delantero que se respetase usaba la 9, tanto en el Ajax como en la selección de Holanda. Pero lesionado a inicios de la temporada 197071 no regresó hasta un partido con el PSV en octubre.

Cruyff y la 14

A su regreso, Gerrie Muhren entró al camerino a tomar el número 7. Profesionales o no, el uniforme aún lo lavaba la esposa del utilero. Pero la señora refundió el 7. Cruyff le sugirió entonces que usará el 9 y él se pondría el 14, número asociado a los suplentes en una época en que los titulares siempre vestían del 1 al 11. Ajax ganó y cuenta la leyenda que Cruyff le sugirió a Muhren que mantuviese la 9 y él se quedaría con la 14. Así nació la leyenda del 14, el número que en 2007 el Ajax retiró para siempre.

En el Ajax ganó tres Copas de Europa. Hizo historia en el Ajax y en el Barça, aunque fue en el cuadro catalán donde hace historia en el otro ámbito del fútbol: como entrenador: Alguna vez afirmó: “_Lo más bonito en nuestra vida es jugar, pero lo que más cerca queda de esa sensación es entrenar_”. Se fue en 1996, echado por las directivas que no entendieron que el Barça estaba en proceso de rearmarse. Dicen que tenía ya apalabrado a un muchacho que despuntaba: Zinedine Zidane. Nunca sabremos como habría sido es Dream Team II.

Se fue el hombre. Nace la leyenda.

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