Tags: Alemania; Corrupción en el fútbol; Doping; Franz Beckenbauer; Schumacher
El penúltimo escándalo del fútbol afirma que optando al Mundial 2006, Alemania sobornó con €6,7 millones a delegados asiáticos. Beckenbauer, cabeza del Comité, y la Federación lo niegan. De ser declarados culpables, a pesar de la transparencia que suelen inspirar las instituciones alemanas, la historia sugiere que no deberíamos sorprendernos.
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Además de esta última acusación y del actual escándalo de la Volkswagen, son múltiples los casos de este tipo que involucran al país germánico. Destaca el caso Flick en el que una de las más poderosas familias del país sobornó en 1982 a partidos políticos a cambio de importantes beneficios fiscales. En 2008, Siemens fue condenada a pagar una multa multimillonaria por más de 400 casos de soborno en todo el mundo. Deutsche Bank, importante entidad financiera de Alemania, fue condenada este año a pagar US$2.500 millones por manipular las tasas de interés de referencia en Europa. Apenas una pequeña muestra allende el fútbol.
En el fútbol, los primeros casos llegaron de la mano del amateurismo que lo caracterizó hasta los años sesenta. La ley, como en cualquier país latinoamericano, era sólo papel. Ya en 1930, el tesorero del Schalke 04, encargado de los pagos por debajo de la mesa a jugadores, se suicidó cuando el equipo de Gelsenkirchen fue expulsado de la Federación.
En la posguerra, se autorizó el pago de módicas sumas a los jugadores quienes debían tener y ejercer un trabajo regular. El efecto fue que recibían pagos escondidos que además, dada su ilegalidad, eran libres de impuestos. Los grandes clubes europeos, de Italia y España particularmente, ofrecían grandes sumas por los cracks alemanes. Estos era reacios a irse por dos razones (i) un profesional no era elegible para defender a la selección y (ii) el ‘Zorro’ Herberger, histórico entrenador Campeón Mundial en 1954, solía mover todas sus influencias para conseguirles unas mejores condiciones en su trabajo regular.
El esquema explotó en los años sesenta y setenta. Los equipos subfacturaban los traspasos de jugadores, pagaban por debajo de la mesa, y compraban y vendían partidos. Las investigaciones eventualmente demostraron que todos, salvo 6 equipos de la Bundesliga, estaban involucrados en el ir y venir de maletines para perder y hacer perder.
El doping también ha estado presente. En 1977 Beckenbauer reconoció que en su caso era norma extraerse sangre para posteriormente reinyectársela. Sin ser ello ilícito, 10 años después, Schumacher, el portero del atentado a Battiston en la semifinal de España 82, reconoció dopaje sistemático en la Bundesliga. Beckenbauer, ya seleccionador, lo castigo excluyéndolo del Mundial del 90. Un estudio reciente de la Universidad de Friburgo confirma las acusaciones que en su momento también defendió Breitner, Campeón Mundial en ’74 y subcampeón en ’82.
Pero Alemania es potencia. Un país de admirar. Quizás Turbay, Presidente colombiano entre 1978 y 1982 tenía razón: “hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones”.