Tags: Bolsa de Valores y Fútbol; Cúcuta; Gol y fútbol
Nada suaviza más una mañana de lunes que la victoria del equipo del alma durante el fin de semana. El fútbol, como pocas actividades humanas, tiene esa particular capacidad de producir alegrías y tristezas infinitas. Hasta a los profesionales de las finanzas parece afectar.
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En Europa, entre 2007 y 2009, había 23 equipos de fútbol listados en bolsa de valores. Con base en estos datos, Castellani, Pattitoni y Patuelli, profesores de la Universidad de Bologna, evaluaron en un reciente artículo el impacto que el estado de ánimo de los inversionistas tiene sobre el precio de la acción.
En efecto, midiendo el impacto sobre el precio de la acción como la diferencia entre el retorno de la acción del equipo respecto al retorno agregado de la bolsa, encuentran que mientras una victoria empuja hacia arriba las acciones, una derrota las desvaloriza. Pero la derrota duele más del doble.
El resultado se enmarca en la conocida aversión a la pérdida que afirma que los individuos tienen tendencia a evitar pérdidas más que a obtener ganancias. Lo curioso es que este comportamiento no suele darse en profesionales de las finanzas acostumbrados al riesgo. Una única derrota no debería llevar a una caída de la acción de tal magnitud. La explicación, que no se discute en el artículo, podría ser que el fútbol y los sentimientos que genera son más difíciles de controlar, aun para los profesionales.
Los autores también encuentran que el empate tiende a desvalorizar las acciones por un monto similar a la valorización que genera una victoria. Entre los demás resultados del artículo destaca aquello que los hinchas conocen bien: no hay nada que duela más que una derrota en casa. Perder en casa impacta negativamente la acción un 26% más que cuando se pierde en campo ajeno. Curiosamente muestran que una victoria en torneo de liga vale más que en la Champions (el doble), pero una derrota en Champions League duele más que una derrota en liga. Y es que la ilusión de obtener una Champions es insuperable para el hincha.
El artículo en cuestión me vino a la cabeza leyendo las declaraciones del señor Cadena, dueño del Cúcuta en Colombia, cuando decía que el fútbol es un negocio. Que lo sea, es debatible. Pero si lo es, éste no consiste en comprar 2, 3 ó 4 equipos, descenderlos, venderlos y ganarse unos pesos. El fútbol, lo demuestra el artículo anterior, va más allá del negocio. Incorpora sentimientos de ciudades enteras que deben respetarse, sea negociante o no el dueño nominal del equipo. Los directivos pasan, las instituciones quedan. Así algunos hagan todo lo posible por desaparecerlas.