El fútbol hoy: analítica y visualización de datos

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Tags: Barcelona; Cruyff; Diego Armando Maradona; Luis Aragonés; Motín del Hesperia; Schuster; Terry Venables

El Barcelona de los ochenta no era el Barcelona de la actualidad. Si bien entonces como ahora, era un club poderoso económicamente, a diferencia de hoy era un club eminentemente perdedor.  A comienzos de los ochenta, el Barcelona era todo ilusión. A tierras catalanes llegó el que, para muchos, llegó a ser el mejor jugador de fútbol de la historia: Diego Armando Maradona. Pero entre la hepatitis B que contrajo, la patada criminal de Goicoetxea que le rompió el tobillo, las peleas con el presidente Nuñez y, seguramente la rumba que lo llevó allí a iniciarse en las drogas, Maradona no logró triunfar.

Pero nada parecía importar cuando el 7 de mayo de 1986 el Barcelona saltó al Estadio Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla para disputar la final de la Copa de Europa ante un desconocido Steaua de Bucarest. Abarrotado de barcelonistas, ausentes los rumanos –  Rumanía estaba detrás de la Cortina de Hierro- nadie dudaba de la victoria azulgrana. La primera Copa de Europa estaba al caer.

Pero el partido terminó 0-0. Schuster, aunque flojo todo el partido, era la máxima estrella y el mejor cobrador de penales que tenía el Barça. Pero fue sustituido por José Moratalla en el minuto ’85. El alemán, siempre agresivo, se fue directo al vestuario y abandonó el estadio sin esperar a saber el resultado final. Viajaría luego de Sevilla a Barcelona por su cuenta, acompañado por su mujer. Nuñez diría al día siguiente que “lo de Schuster es una película que ya se repite demasiado. No creo que juegue más en el club azulgrana”. Schuster jugaría en el Barça hasta 1988.

En la tanda de penales, Urruti, histórico golero barcelonista tapó los dos primeros disparos del Steaua. Pero Ducadam, un nombre vetado para cualquier hincha azulgrana, también tapó los dos primeros. Alexanco y Pedraza fallaron. Al tercer turno, Lacatus anotó por los rumanos pero ‘Pichi’ Alonso falló. Nuevamente, como antes, Ducadam detuvo el penal. El cuarto penal rumano lo marcó Balint. Finalmente Ducadam detuvo el penal de Marcos Alonso que para más _inri _era hijo de Marquitos, marcador derecho del Real Madrid que de la mano de Di Stefano y Gento ganó cinco Copas de Europa.

A pesar del fracaso en la final, Terry Venables, entrenador escocés que los había conducido a ser campeones de liga en 1985 después de once años sin ganarla habría de dirigir al equipo hasta finalizar la temporada 198687. Tenía la curiosa costumbre, al menos en sus inicios, de ver el primer tiempo desde arriba, en la gradería. Al campo bajaba para el segundo tiempo.

Venables siguió a pesar de la derrota porque en realidad no había razón para echarlo. De su mano, en dos años, el Barcelona había ganado una liga y había rozado la Copa de Europa. Claro que en 1986 no sólo perdió el Barça la Copa de Europa, el Madrid ganó la liga. Y para desespero del barcelonismo aquello era simplemente el comienzo de un dominio absoluto del equipo de la capital de España. La Quinta del Buitre era joven y después se reforzaría con cracks de la talla de Hugo Sánchez o el mismísimo Schuster. Habrían de ganar cinco ligas seguidas hasta la de 198990.

Así que el Barça, el todopoderoso Barça, entre las temporadas 196061 y 198990, tres décadas que se dicen fáciles, apenas si logró obtener dos títulos de liga. El mencionado de Venables, y el de Cruyff en 197374. En ese período el Real Madrid ganó 19 ligas. El Atlético ganó 4, y el Athletic de Bilbao y la Real Sociedad 2 cada uno. En aquellos años, no era desde luego una liga de dos. El Barcelona, por resultados, era simplemente uno más.

Así que el Madrid ganaba y el Barça sufría. En 1987 Nuñez decide contratar a Luis Aragonés ya entonces un entrenador reputado por el fútbol de contraataque típico de la época en el Atlético de Madrid. Aquel año el Barça tampoco ganó la liga. De hecho, tuvo casi tantas derrotas como victorias. 15 victorias, 14 derrotas. Terminó sexto, detrás del Osasuna. Pero la tragedia que marcaría un antes y un después ocurrió el 28 de abril de 1988.

Tras la derrota de Sevilla, Schuster siguió en el Barcelona pero en conflicto permanente con el Club. Entre pleitos jurídicos que iban y venía, se filtró a la prensa en algún momento el contrato de imagen entre el Club y Schuster. Esta figura de pago era lo suficientemente novedosa en España para que aún no estuviese regulada. Hacienda simplemente tuvo que leer el periódico ‘La Vanguardia’ para constatar que había diferencias significativas entre las declaraciones de renta de los futbolistas y los tributos del club que aparecían en el contrato de Schuster. La situación, vale anotar, no afectó sólo al Barcelona, sino a todo el fútbol de élite español.

En cualquier caso, Hacienda inició con las citaciones a los clubes y futbolistas para resolver quien se haría cargo de las multas y las cantidades reclamadas por el fisco. Es en este contexto que los directivos del Barça deciden negociar desde febrero de 1988 con los futbolistas para regularizar la situación con el Estado y acordar qué parte de los impuestos debían pagar los jugadores y qué parte debía pagar el Club. Pero encabezados por los capitanes Alexanco (el mismo del penal fallado dos años antes) y Victor, los jugadores exigían al Club que pagará la totalidad del monto adeudado. Luis Aragonés, ex-futbolista él, se alineó con sus dirigidos.

La presión de Hacienda y la falta de acuerdos con Nuñez llevó que el 28 de abril de 1988 se reunieron en el Hotel Hesperia toda la plantilla profesional (salvo López López —convaleciente de una operación—, Lineker —de regreso en un partido con Inglaterra— y Schuster, que ya iba camino al Real Madrid aunque estos dos dijeron apoyar el comunicado) y Luis Aragonés para emitir un comunicado en el que exigían la dimisión del presidente del Club y su Junta Directiva. De ahí el nombre de la “Motín del Hesperia” con el que se conoce el incidente.

La nota de los jugadores fue extremadamente dura. “Hemos perdido toda la confianza en el presidente, que nos ha decepcionado como persona y humillado como profesionales” señalaba el texto. La nota, que curiosamente no mencionaba la raíz del problema , terminaba anotando que “a los jugadores nos produce tristeza ver cómo este histórico club, con valores que siempre han representado la idiosincrasia del pueblo catalán, se va deshumanizando de esta forma.” 

Aunque en declaraciones posteriores los jugadores quisieron expresar que la preocupación de ellos iba más allá de los problemas con el fisco, las palabras de Zubizarreta, entonces arquero de la institución, fueron claras: “Sabemos el riesgo que corremos y lo hemos valorado. Nos han toreado durante tres meses”. Victor, uno de los capitanes, fue de los más expresivo: “Yo tengo una conclusión muy particular: Núñez no es un forofo ni tampoco barcelonista. Se quiere a sí mismo y ésa es su única bandera”.

Nuñez no dimitiría y, como se temían los jugadores, las represalias fueron contundentes. Aragonés abandonó el club. Despidió a 14 jugadores, de los 26 que había en nómina y fichó 11 jugadores. Además el 4 mayo de 1988, apenas unos días después del ‘Motín del Hesperia’, llegó a Barcelona Johan Cruyff. Firmó por una sola temporada y requirió de diferente avales bancarios por parte del Barcelona para solucionar las múltiples deudas que entonces tenía en la ciudad.

Los primeros años de Cruyff son en sí mismo, una historia para contar.

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