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Las grandes figuras se fichan por cifras escandalosas. Falcao, Ángel Di María, Neymar, Luis Suárez, James Rodríguez son traspasados de un equipo a otro por millones y millones de euros. Los entrenadores los reciben, pero no siempre con los brazos abiertos.
Si a Di María o a Falcao parece que Van Gaal los recibe con una gran sonrisa en el Manchester United no pasa lo mismo con otros cracks traspasados recientemente. Neymar, que ya lleva un año en el Barça, ha salido tres veces consecutivas desde el banco. Luis Enrique evita cualquier piropo aún cuando marque 2 goles en los escasos 25 minutos que juega. James sufre con las comparaciones. No se ubica en el terreno de juego y su entrenador, Ancelotti, tampoco ayuda mucho. El público y la prensa comienza a mirarlo con lupa. Pero Neymar y James jugarán por un buen tiempo más de manera asidua. El club espera, debe esperar. Sin necesidad de ser explícitos, Luis Enrique en el Barça o Ancelotti en el Madrid entienden que sus jefes exigen que 80 millones (o más) de euros no se pueden quedar sentados en el banquillo.
Quizás, más adelante, llegue el momento en que el jugador no rinda y el entrenador decida jugársela toda con la suya. Pero para sentar al crack de los millones y millones de euros tiene que pasar tiempo. Así que por ahora, James, en la picota pública hoy por hoy, tiene tiempo. El entrenador, recordemos, siempre es el eslabón más débil. Así lo hizo explícito Ramón Mendoza, el presidente del Madrid de los ochenta.
Ese maravilloso Madrid de finales de los ochenta nunca pudo lograr lo que con tanto anhelo buscó: la Copa de Europa. Tenía un gran equipo, temido en España y en Europa. Era el Madrid de la Quinta del Buitre. El Buitre (ver vídeo), para aquellos jóvenes que sólo lo conocen como directivo del Madrid actual, era un jugador elegante, fino, de poco peso, pero muy rápido en el arranque y hábil en el regate. Era el ídolo máximo del Real Madrid que, como siempre, estaba plagado de estrellas.
En las semifinales de la Copa de Europa de 1988, el Madrid no pudo derrotar al PSV Eindhoven. Era el holandés un equipo que se había armado para Campeón de Europa con el dinero recibido por la millonaria venta de Ruud Gullit al Milan italiano. Ese partido, esa eliminación dolió, mucho en las huestes blancas.
Pero como dijo alguna vez Kempes, el fútbol siempre te da revancha. Así que un año después el Madrid se encontró nuevamente en frente al PSV Eindhoven, entrenado entonces por Guus Hiddink. Esta vez el partido era en cuartos de final de la Copa de Europa.
Leo Beenhakker, el entrenador holandés del Real Madrid decidió sentar al Buitre, que por aquellos años aún brillaba más que nadie. Era el partido de vuelta y el Madrid partía con ventaja tras haber empatado a uno en tierras holandesas. Beenhakker, decidió poner de titular a Paco Llorente, jugador rápido cuya mejor referencia era ser sobrino de Paco Gento, la mítica Galerna del Cantábrico, único futbolista en ganar 6 títulos de la Copa de Europa.
El Madrid ganó 2-1, pero Butragueño decidió apretar a Beenhakker después del partido: “Sabía desde por la mañana que no me iba a alinear. Me llamó para mantener una reunión a solas, y antes de que empezara a hablar yo ya sospeché de qué se trataba. Tardó 30 segundos en explicarme que iba a ser suplente“. Luego, ante la prensa, el entrenador justificó la decisión en que la velocidad del sobrino de Gento era clave para “tapar las subidas del lateral Gerets“. Butragueño respondió: “Yo creo que un delantero debe salir al campo a jugar al fútbol y no pensando en marcar a un lateral contrario“. Desde Barcelona, por supuesto, se atizaba el fuego. Cruyff declaró: “Yo no hubiera dejado a Butragueño en el banquillo, porque creo que tiene que jugar siempre. El Madrid es Butragueño y 10 más“. El holandés respondió: “Si yo tuviese a Lineker en mi equipo, jugaría los 90 minutos“
Lo mejor, lo que hizo historia, llegó unos días después. Ramón Mendoza, presidente blanco se reunió con Butragueño y luego con Beenhakker quien había llegado a pedir una sanción económica al jugador por quejarse de su suplencia. Contrario a lo que el holandés pensó, Ramón Mendoza fue muy claro.
– “¿Sabe usted lo que ha hecho?” preguntó el gran jefe.
– “Eliminamos al PSV y alcanzamos la semifinal de la Copa de Europa”, respondió orgulloso el entrenador.
– “Ha jugado usted con el patrimonio del club”, le recriminó Mendoza.
Al final, quizás lo mejor hubiese sido no pasar a semifinales. Ese Madrid, ya con Butragueño, más Gordillo, Martín Vázquez, Schuster, Michel, Hugo Sánchez y hasta el simpático Paco Llorente, sería vapuleado 5-0 por el Milan de Sacchi y los tres tulipanes: Rijkaard, Gullit y Van Basten.
Pero el patrimonio del club primó. Tiempo después, Beenhakker fue despedido del Madrid, siendo líder en la liga, porque jugaba feo. En Colombia hay nervios porque James no logra destaparse en el Madrid. Quizás por obvio no haya necesidad de recordarlo, pero James no llegó como Rincón o Congo al Madrid. James llegó como estrella por mucho dinero. Así que tiene tiempo. Neymar tuvo una primera temporada bastante opaca. Aún está por verse si triunfa de verdad en el Barça. Pero ahora parece consciente que tiene que trascender en el juego azulgrana para ganarse la confianza del entrenador, el equipo y de la afición. Ese ataque de personalidad es el que necesita James.
El Madrid y su afición son impacientes, no lo esperarán eternamente, pero es muy joven y sentarlo sistemáticamente es jugar con el patrimonio del equipo. Personalmente no creo que Ancelotti sea de los que juega con el patrimonio del equipo que le paga. Habrá que ver.