Tags: Charles Reep; economía del fútbol; importancia del fútbol en la economía
Brasil 2014 fue, sin lugar a dudas, el mundial de las estadísticas. Teníamos a la mano desde los ‘mapas de calor, a los kilómetros recorridos por Messi, James y Robben. Aquí en Gol y Fútbol tuvimos minutos después de terminado el partido un completo resumen ejecutivo de los principales indicadores que había dejando cada encuentro. Es la culminación de un proceso que arrancó hace ya varios años y que creo que vale la pena hacer el recuento aquí. Se basa esta entrada en una columna que saque antes del mundial para un periódico de estudiantes de economía.
El fútbol, no cabe duda, es una de las grandes actividades económicas del mundo moderno. La consultora Deloitte, hace ya unos años, estimó que el fútbol sería en sí mismo la economía número 17 del mundo. Algunos cálculos sencillos me llevaron alguna vez a estimar que el fútbol sería una de las primeras 25 economías del mundo. Más o menos al nivel de una economía como la belga o la noruega. Cualquier sea el resultado, la conclusión es que el fútbol mueve mucho dinero y de ahí el interés que genera, por ejemplo, un mundial de fútbol.
A pesar de la importancia del deporte rey como agente económico entre el gran público poco se entiende de la relación entre el deporte y la economía, entendida ésta última como ciencia social. Quizás algunos se sorprendan al comprobar que tal relación entre fútbol y academia nació hace más de cuatro décadas.
La historia comienza con Charles Reep, contador y coronel de la Real Fuerza Aérea del Reino Unido quien tuvo la suerte de asistir, en 1933, a dos charlas ofrecidas por el capitán del Arsenal de Herbert Chapman sobre el método y funcionamiento del innovador módulo táctico conocido como la WM. Reep quedó prendado de aquellas detalladas explicaciones. Tal vez ello explique su decepción cuando, tras su regreso de Alemania, donde había estado apostado durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, comprobó que la WM, ya entonces la estrategia dominante en Inglaterra y el mundo entero, no estaba siendo implementada como Jones, Capitán del Arsenal, la había descrito durante aquellas sesiones del año 33.
Decidido a demostrar las falencias del fútbol de entonces, Reep entendió que sólo podía hacerlo desde los números. Así que el 18 de marzo de 1950 comenzó a recolectar datos de los ataques del Swindon en la segunda parte de su partido contra el Bristol Rovers. Su esfuerzo se vería recompensado en 1968 cuando publicó junto a Bernard Benjamin, quien luego sería Presidente de la Royal Statistical Society, un artículo en el Journal of the Royal Statistical Society. Utilizando datos recolectados entre 1953 y 1967, el objetivo era identificar patrones predecibles de los diferentes eventos de un partido de fútbol. El artículo sería la base para el fútbol de lo que hoy se conoce como Sports Analytics. Sin una traducción directa en español, se puede definir como el análisis estadístico de datos deportivos en general, del fútbol en particular. El objetivo no es probar empíricamente una teoría. El objetivo es identificar patrones de comportamiento a partir de los números.
Poco a poco los datos recolectados fueron ganando importancia. Hoy los grandes equipos del mundo contratan con empresas la generación de datos que les reportan hasta 1.500 tipos de eventos en un solo partido (disparos, centros, pérdidas, recuperaciones de balón entre otros). Ello requiere profesionales con un alto nivel de preparación para poder extraer información relevante de semejante cantidad de datos. Y así se ha hecho. El Liverpool, por ejemplo, creó en 2012 una nueva posición: Director de Investigaciones. El encargado era un Ph.D. en física teórica.
La estadística aplicada y el manejo de grandes bases de datos tienen hoy día un papel preponderante en el fútbol profesional. La abundancia de datos ha tenido una consecuencia interesante en el mundo académico, en el de los economistas en particular. En la última década tal abundancia ha sido explotada por diversos académicos para contribuir a testear teorías propias de la ciencia económica. Uno de los ejemplos más conocidos es el análisis que diversos investigadores han hecho de los tiros desde el punto penal para estudiar situaciones estratégicas como son las denominadas ‘estrategias mixtas’. La teoría de juegos, sin duda, ha sido uno de las áreas más estudiadas de la economía con base en datos del fútbol.
Otra área, casi natural para enlazar fútbol y economía, es la denominada behavioral economics o economía del comportamiento. Trabajos de reputados economistas han estudiado la presión sicológica en diferentes escenarios, desde el cobro de tiros penal a la decisión de los árbitros de otorgar más o menos tiempo extra según el resultado.
La organización industrial también se ha mostrado particularmente interesada en el fútbol y su funcionamiento. Una liga de fútbol nacional es un cartel legal. Un grupo de agentes se reúnen y coordinan para vender un mismo producto. Dada la animadversión que las agencias regulatorias tienen hacia este tipo de estructuras de mercado, esto no deja de ser una curiosidad académica. En otro ámbito de la organización industrial se ha estudiado la validez del supuesto de maximización de beneficios de la firma respecto a la alternativa de maximizar victorias. Lo segundo, al menos con datos de España e Inglaterra, parece ser el objetivo de un equipo de fútbol.
El fútbol pues, además de la pasión que lleva despertando entre seguidores del mundo entero desde hace más de 100 años, es ahora un área de estudio que va más allá del deporte. También, para diversión de aquellos a los que nos gusta el fútbol y la economía, es un área de interés académica.