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El 15 de mayo de 1974, faltando apenas segundos para acabar la final de la Copa de Europa, el Atlético de Madrid era campeón por primera vez en su historia. Aquel año habría nuevo campeón. El elegido para suceder al gran Ajax de Ámsterdam saldría del duelo entre el Bayern de Múnich y el equipo colchonero.
Los 90 minutos reglamentarios habían sido insuficientes para abrir el marcador. El Bayern de Múnich llegaba favorito. Entrenado por Udo Lattek, tenía en sus filas cracks de la talla de Hoeness, Maier, Müller y sobretodo Franz Beckenbauer, el ‘Kaiser’. Pero el Atleti no era un equipo chico. Ya entonces había ganado siete ligas. Aún ganaría otra más dos años después. Era un equipo poderoso en España, que buscaba asomar su grandeza por Europa.
El Atlético de Madrid había derrotado en una salvaje, pero heroica semifinal al Celtic de Glasgow. En el partido de ida, en Hampden Park –con 73.000 espectadores a bordo-, el excesivamente brusco equipo madrileño había terminado el partido con apenas ocho jugadores. El árbitro, turco él, no sólo expulsó a Quique y al ‘Panadero’ Díaz. También al ‘Ratón’ Ayala. Ello no fue óbice para que el equipo aguantara el cero en el marcador. Ese empate supo a gloria. Más cuando en la vuelta, con goles de Gárate y Adelardo, el Atlético celebró el pase a la final que habría de celebrarse en el Estadio belga de Heysel.
Así que, en el minuto 113, ya en la prórroga de la gran final, Luis Aragonés, de tiro libre adelantaba y prácticamente daba el título de Campeón de Europa al Atlético de Madrid. El Atleti, dicen las crónicas, no se echó para atrás. Buscó el segundo gol. Pero faltando un minuto, Gárate, delantero rojiblanco, quedó tendido en el área contraria consecuencia de un calambre. Schwarzenbeck, que lo había marcado toda la tarde, vio la oportunidad de salir con balón controlado en un último intento desesperado por evitar lo aparentemente inevitable. No debió ver muchos compañeros libres porque, desde 35 metros, sacó un latigazo que se coló rasante por la portería de Reina que, tapado entre compañeros y rivales, no pudo reaccionar adecuadamente.
Dado que las finales aún no se definían por penales, hubo de repetirse el partido. Era esa la primera vez que se debía repetir una final de Copa de Europa. La fortaleza física de los alemanes primó y el Bayern marcó cuatro goles que acabaron con las ilusiones del campeón español. Fue entonces cuando Vicente Calderón, el legendario presidente de Atlético de Madrid lanzo la famosa frase: “es que somos el pupas”. Utilizaba una expresión española que hace referencia al raspón, la herida del niño. Cariñosamente se dice: “se hizo pupa el niño, no llores”. Claro que un año después, tras ganar la Copa Intercontinental que el Bayern se negó a jugar, él mismo Calderón declararía que “ya no somos el pupas”. No importaba. Para siempre, el Atlético de Madrid sería, tras cada derrota, ‘el Pupas’.
Cuarenta años después de aquella final el Atleti está nuevamente soñando con la gloria europea. El equipo actual es un conjunto armado lenta pero progresivamente en los últimos años. Desde 2010 ha ganado dos UEFA Europa League, dos Supercopas de Europa y una Copa del Rey. Ha sido protagonista en Europa y en España. Ad portas de finalizar la temporada 2013 – 2014, está a centímetros de lograr un título de liga esquivo desde el mágico doblete (liga y Copa del Rey) de 1996. El Atlético de Madrid no es pues una institución acostumbrada a perder. Pero aquello de ‘El Pupas’ los tiene marcados pues las derrotas se sobredimensionan más que en cualquier otro club.
Los números demuestran que tienen buenas posibilidades. Son fuertes en defensa pero, sobretodo, son muy eficaces de cara al arco contrario. El equipo llega a la semifinal de la Champions League donde deberá enfrentarse, quizás, al peor equipo que podía tocarle. A los rojiblancos le vienen mejor los equipos con ansias de dominio. Entre octavos y cuartos, el Bayern de Múnich logró una posesión (según Opta) del 71%, el Madrid del 56%, el Chelsea del 46% y el Atleti apenas del 38%. Es decir, deberá medirse al equipo más parecido a sí mismo.
De los cuatro semifinalistas (de hecho, de los 16 equipos que jugaron las rondas definitivas de la Champions), es el que menor precisión tiene en el pase. Apenas acierta el 66,9% de sus pases. El Chelsea el 77% mientras que el Madrid y el Bayern lideran la estadística con 85% y 86,9% respectivamente. Pierde, además, más balones (562 vs 524 del Chelsea) y recupera menos (221 vs 237).
Las cifras del Atlético de Madrid no impresionan pues, casi por ningún lado. Los rivales en octavos y cuartos tiraron a la puerta de Courtois 14 veces. Apenas una vez menos que los disparos que recibieron Bayern y Real Madrid. El Chelsea, en cambió, apenas permitió 10 disparos a su portería.
En dónde, entonces, está el poder del Atleti? El poderío del Atleti, es su ofensiva, y su portero. De los 16 equipos que pasaron la primera ronda de la Champions, el segundo más efectivo fue el Atlético de Madrid. Si el Bayern Múnich marca un gol cada 2,71 tiros y el Real Madrid uno cada 3,1 tiros, el equipo del Manzanares marca uno cada 2,45 disparos al arco. De lejos más eficaz que el Chelsea que marca un gol cada 3,2 tiros.
Además, de los 14 disparos que recibió por parte del Milan y el Barcelona, Courtois detuvo 12; un rendimiento cercano al 86%. Cifra muy superior al de sus contrapartes de Chelsea, Madrid o Bayern.
Pero el poderío del Atleti, el que verdaderamente lo puede hacer campeón es intangible. Es su historia y su presente. La institución, dirigentes, hinchas, jugadores, técnicos, han ido poco a poco dejando el complejo de ‘Pupas’ que durante tanto tiempo les ha perseguido. Hoy son un grupo de amigos donde cada cual cumple su papel a la perfección. El Presidente, paga, aplaude y calla. La hinchada apoya al ritmo que lo pide el equipo y la sangre caliente de Simeone. Éste, entiende que de ganar lo harán con picardía, con valentía, con fuerza y con garra. El gol ha de llegar. Sí es bonito mejor. Si es feo, vale igual. Y los jugadores, tienen clase, por supuesto. Pero han aceptado todos el papel de guerreros al servicio de un entrenador de métodos particulares, pero estudioso como el que más, para deleite de una afición que merece el título más grande del fútbol europeo. El Chelsea es el rival que los separa de plantarse en la final que les permita, ahora sí de verdad decir: “No, ya no somos el Pupas”. El 2014 podría ser, por fin, el momento del Atleti.