El gol es la esencia del futbol, es la meta de este deporte, es la culminación del trabajo en equipo y como tal es el generador de alegrías y triunfos para unos, y tristezas y derrotas para otros. Es a veces tan difícil de lograr que por eso en ningún otro deporte una anotación genera tanto desborde. Por eso un aficionado al beisbol difícilmente entiende porque hay tanta emoción por un gol al minuto 4 de un partido, cuando aun hay 86 minutos más por jugar. Por eso un aficionado al Basketball no entiende que una sola anotación tenga tanto alboroto.
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Pero además por eso el valor de quienes hacen los goles es mayor al valor de los que tienen como misión evitarlos o destruir las jugadas del rival, cuyo fin es llegar a la meta. Decia Ted Richards en su libro, que es increíble como un acto tan simple como el de un balón cruzando una línea, pueda generar tales reacciones en la gente.
Lo mejor es que tal acto sencillo ha logrado tener calificativos como gol, golazo, gol tonto y de ahí en adelante goles con apellido: gol olímpico, auto gol, gol de palomita, gol de volea, etc.
Pero erase una vez una historia paralela de dos jugadores que hacían goles por montones, y como en casi toda historia de amor del futbol, ese que trataba bien al balón, ese que lo acariciaba, lo mimaba y lo mandaba a guardar con sutileza era un brasileño, y ese pragmático que no se preocupaba por la forma sino por el resultado, era un italiano (y bueno, si Maquiavelo era italiano, este también tenia que serlo). Lo mas interesante es que el destino les uniria en un capitulo de sus vidas.
El primero que quiero recordar hoy es al señor Rivaldo Vítor Borba Ferreira, o simplemente Rivaldo. Dueño de una espectacular zurda, de un ingenio propio del ADN brasileño y de una elegancia que lo llevo a ser Balon de Oro en 1,999. Rivaldo es de esos jugadores que parece que solo hace golazos y que si no va a ser golazo, pues mejor no lo hace. Y los hizo con todos los equipos en los que jugo y con su selección, con la cual gano aquel mundial del 2,002 siendo figura y goleador por detrás de Ronaldo. La historia de Rivaldo es el mismísimo sueño del pibe llevado a Brasil, el jugador humilde nacido en la pobreza de las favelas y conquistando al mundo con su futbol. Alcanzo la gloria con su selección y con el Barcelona, donde vivio sus mejores años, pero sus goles siempre fueron como para top-10 de cualquier programa. El día que Rivaldo marcaba, seguro que iba a ser un golazo. Y la mejor muestra de su calidad y de sus golazos fue aquel que le marco al Valencia, en el ultimo minuto, de chilena y que además le permitio al Barcelona jugar la UEFA Champions League del siguiente año. Como siempre, una imagen vale mas que mil palabras:
El otro goleador, se llama Filippo Inzaghi, o simplemente Pipo, o Pipogol como le decía un amigo mio. Pipo es el sinónimo del pragmatismo, del delantero recursivo, del que hace goles con la zurda, con la derecha, con la cabeza, con el estomago, con la nalga, es decir, con lo que haga falta. Es el delantero rebuscador y oportunista, el que sale siempre en la foto al lado del arquero, el que hace el gol de rebote, el que empuja el balón en la raya cuando un compañero suyo ha driblado a 5 rivales y el solo tiene que estar ahí para empujarla. Ese es Pipo, hace goles hasta sin querer. Y como decía antes, en algún momento alcanzo a compartir vestuario con Rivaldo, cuando este ultimo paso por el Milan, aunque ya no era el mismo que queríamos ver. Pipo a pesar de su edad, siempre fue ejemplo por su disciplina y constancia, ya en el ultimo tramo de su carrera, entraba y los rivales sabían que este no se fijaba en como seria el gol, solo sabían que en el área era un cazador. Y la mejor prueba de su oportunismo y capacidad también queda reflejada en este video:
Los goles valen igual independientemente de como se hagan, nunca valen doble ni la mitad, gol es gol así sea de media cancha o sobre la raya y sin querer. Pero para los que amamos este deporte, que lindo es ver un gol de chilena, un gol olímpico, uno como el deMaradona en el mundial, y hasta un “casi gol” como el de Pelé contra Uruguay.