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Saltó la sorpresa en el torneo olímpico. España ha sido eliminada tras dos derrotas y 180 minutos sin poder marcar un gol. Si contra Japón, España debió salir goleada; contra Honduras el empate no habría sorprendido. Al final, sin embargo, el resultado es justo.
La España futbolística está conmocionada. Acostumbrada como está a los triunfos de la roja, salir eliminados tras sendas derrotas contra dos equipos sin historia es incomprensible. Aunque es fácil hablar a posteriori, también es cierto que vale la pena analizar por qué pasó lo que pasó.
Las razones estructurales del fracaso olímpico se origina en la idea que vengo defendiendo hace rato. España, la selección mayor, es la mejor del mundo gracias a que cuenta con dos cracks que son irrepetibles: Xavi e Iniesta.
En España hay cierto convencimiento que hay relevo para Xavi e Iniesta. Todos saben que son únicos pero hay la creencia que los Thiago, Mata o Muniain (o los Cesc o Silva) tienen el potencial de mover el equipo como lo ha hecho la mejor pareja de medios de la historia. La realidad ha explotado en la cara. Siendo buenos futbolistas, no son cracks candidatos al Olimpo.
Las diferencias con la selección mayor casi se pueden cuantificar. 24 disparos hizo la olímpica en dos partidos (18 contra Honduras). Los 12 disparos por partido contrastan con los 15 disparos de la selección mayor. Pero la efectividad no tiene color. De esos 24 disparos, sólo 9 fueron a portería, es decir, una efectividad del 38%. La efectividad de la selección mayor es un increíble 63%.
Hay diferencias cualitativas también: Jordi Alba. En la Eurocopa era un cohete por la izquierda con gol incluido en la final. Si algún desprevenido sólo lo vio jugar el torneo olímpico jamás entendería porque el Barcelona lo contrató. Es cuestión de quien y como lo ponen a jugar.
España tienen un procesos de inferiores único en el mundo. Pero es casi imposible repetir un equipo donde se juntan dos de los mejores centrocampistas del mundo, con delanteros y centrales de gran nivel y uno de los dos mejores porteros españoles de toda la historia. La derrota duele por inesperada, pero sirve para valorar aún más los logros del equipo bajo el mando de esos dos chiquitos, Xavi e Iniesta. Quizás Milla, el entrenador de la selección olímpica, debería recapacitar su frase post-partido de “el equipo estaba para medalla”. Sería cierto de haber convencido a Xavi e Iniesta de ir por la medalla de oro.