Tags: Benjami Cuello; Edgar Perea; Fútbol Profesional Colombiano; Hernan Pelaez; Marco Antonio Bustos; Patico Rios; Rafael Araujo
Desde que tengo uso de razón he sido amante del futbol, quizás uno de los mejores legados que me dejo mi Papá fue el de disfrutar el fútbol, el viejo me llevo a ver partidos de todos los equipos, jamás me influenció para que fuera hincha de su poderoso DIM, jamás me dijo que no le hiciera fuerza a ningún equipo, cuando vivimos en Cali me llevo a ver por igual al América de Ochoa y al Cali de Popovic, juntos disfrutamos de los mundiales. Aun en esas tardes de finca en la que no íbamos al estadio, recuerdo regresar oyendo los resúmenes de la fecha con la complacencia del viejo y claro, con la rabia de mi Mamá y mis hermanas. Y así como aprendí a ver todo el fútbol posible y a disfrutarlo, también aprendí a oír radio, a oír los programas de opinión, a ir al estadio con un radio, a oír los partidos a los que no podía ir.
De pequeño durante mucho tiempo no me llevaron al estadio en las noches, pero eso no impedía que siguiera el partido por radio. Claro, también tenía una hora estricta para acostarme, pero me las arreglaba para camuflar el radio debajo de la almohada y oír el partido de la fecha a un volumen casi imperceptible y con la mano puesta en el botón de apagar listo por si entraba alguien. Y así fue creciendo esa leyenda y ese personaje que eran para mí los narradores de futbol y los comentaristas. Y claro, de pequeños creemos todo, de pequeños tragamos entero, pero a medida que vamos teniendo criterio vamos perdiendo la fe y la ilusión. En su momento era imposible no imaginar las descripciones de los narradores, y en el estadio, acompañado del radio, era tal la influencia que terminábamos casi viendo lo que ellos querían. Por eso mismo era famosa la frase: Bájele el volumen al televisor y pongamos el radio.
Así vi futbol durante mucho tiempo, así vimos los mundiales, así Perea se convirtió en un gran narrador (pero siempre ha sido pésimo comentarista), Rafael Araujo, Benjamín Cuello; y por el lado de los comentaristas me atrevería a destacar a uno por encima de todos, a Hernán Peláez, el único en el que no perdí la fe. Y ahí cuando el criterio y la razón empezaron a tener importancia fue cuando empecé a ver con otros ojos, cuando veía como todo lo que imaginaba en esas noches con el radio escondido bajo la almohada era muchas veces inventado. Si claro, no es fácil narrar un partido a la velocidad que lo hacen nuestros narradores en Colombia y no equivocarse. Y leyendas chistosas las hay todas, como la del popular Patico Ríos, que según contaban un día se fue y solo se le olvido narrar un gol, y con el mayor desparpajo volvió, lo narro y se volvió a ir.
Y muchos de esos narradores generaron un estilo, una forma de narrar, seguro influenciados por Carlos Arturo Rueda, el mismo Patico Ríos, Marco Antonio Bustos – El Emperador -, y tantos que oí y que generaron esa leyenda en mí.
Los de hoy sin duda se enfrentan a otro público, a otro mundo que ve todo por televisión, que sabe lo que está pasando y que ya no prende el radio, es más, algunos ni oyen a los que narran por televisión. El público es más exigente, los narradores no pueden improvisar y ya no vale tratar de generar esas emociones. Bueno, eso y que cada 20 segundos hay una cuña que hace que las narraciones sean tediosas y aburridas. Pero también es cierto que algunos solo heredaron una forma y poco estilo, no olvido una vez que me quede dormido durante una transmisión y me despertó la histriónica voz de “el cantante del gol”, dure con una migraña por muchas horas y aun no puedo superarlo.
En este momento viene a mi mente una canción de “The Buggles”: Video Killed the Radio Star. Y es posiblemente lo que le paso al narrador de radio, la televisión lo mato, lo condeno. Ya no se pueden hacer análisis superfluos solo por llenar un espacio de radio, ya el oyente ha visto y es más preparado, por eso un domingo ya no es tan fácil encontrar varias emisoras transmitiendo un partido, ahora es más factible oír programas que van resumiendo la fecha, bueno eso y que antes todos los partidos se jugaban a la misma hora. Ahora la gente cambia el dial y seguro no hay peleas con Mamá sobre que emisora oír.