Recientemente leía un libro sobre la psicología del juego, la psicología del fútbol y el porque es tan apasionante. Realmente el libro merece una entrada aparte, pero hoy quiero hacer énfasis en algo que me llamo la atención. Decía el autor que el fútbol tiene un ingrediente que le hace diferente a otros juegos y es su enorme aleatoriedad. Es decir, los sucesos de un partido de fútbol suelen ser mas aleatorios que los de otros deportes, debido en gran parte a que son dos tiempos de 45 minutos de juego ininterrumpido, y ojo, que me refiero a interrupciones como los tiempos fuera o los forzados de dos minutos que si existen en otros deportes. Bajo este parámetro, los deportistas tienen 45 minutos en los cuales toman decisiones casi sin asistencia de sus técnicos y ello hace el juego más aleatorio. Y es por eso que a quienes amamos este deporte nos captura cualquier partido, es por ese ingrediente aleatorio que no perdemos la fe aunque nuestro equipo se vea inmensamente inferior al rival,  es por ello que a veces nos hemos visto capturados por los partidos menos importantes o incluso por partidos de diversión, como me sucedió la otra noche.

Desde la terraza de mi apartamento, tengo vista a un campo de fútbol 5, indoor soccer, fútbol de jaula, como le quieran llamar. El caso es que me senté a hablar por teléfono pero me entretuve viendo un partido en el cual se dio una alta dosis de esa aleatoriedad que mencionaba. En un lado formaban 5 jugadores que se veían bastante jóvenes y sin duda mucho mejores deportistas que sus rivales. En el otro lado me llamo la atención la poca forma física de sus jugadores, uno de ellos bien pasado de kilos y los demás tirando a veteranos. Al principio vi el partido prestándole más atención a mi conversación telefónica, pero pronto me vi sentado sin hablar por teléfono y admirando como ese jugador pasado de kilos, no necesitaba correr como sus rivales para sobresalir. Sin ser el mas atleta los bailo a todos, fácilmente le vi hacer 3 o 4 túneles de esos que pasan suave, sin necesidad de correr, con un tobillo prodigioso y debajo de toda esa masa una cintura endiablada. Si, no ayudo mucho en la marca, no se preocupaba mucho por desmarcarse, no era precisamente un tipo que aparecía por todo lado, pero cuando recibía el balón en sus pies marcaba la diferencia. Y si, ese es el tipo de jugadores que a uno le gusta ver, no importa si es una recocha o si es la final de la Champions, era simplemente el jugador atrevido, el jugador diferente, el que nos hace gozar, el que se divierte jugando.

Es cierto que el fútbol ha evolucionado, que hoy hay atletas futbolistas y no al revés, pero seguro que es mas divertido ver estas recochas donde seguro se apuesta la cerveza o solo se hace por el placer de jugar, que algunos partidos llenos de tácticas y enredos que alejan al juego de su esencia pura. Es más, en algunos de esos partidos, por no decir que en todos, se ven jugadores mas entregados y con más ganas que muchos de los llamados profesionales.

En resumen y como dicen algunos, es bonito volver a las bases. La básico de este deporte son los goles y las jugadas bonitas, los pases precisos. ¿Que si lo demás es valido? Claro que es valido, pero repito, prefiero ver fútbol desde mi terraza a ver algunos de esos espectáculos tácticos.