Tuve la oportunidad de ver el clásico español del pasado fin de semana, Barcelona – Real Madrid en un televisor en 3D. La experiencia fue, para mí, totalmente nueva y dado que es una tecnología aún incipiente, desconocida para el gran público, quisiera compartirla.

Me invadía, además de la emoción propia del partido, decisivo en la liga española, la emoción de verlo en 3D. Así que llegado el momento, tomé las gafas, las sincronicé con el televisor y sintonicé el canal 1030 de Directv. Estaban presentando las alineaciones de los equipos, con una simple figura tridimensional donde el estadio, abarrotado, se veía al fondo. Los nombres y fotos de los Casillas y Messi se veían más cerca, en ese primer plano tan único de la imagen en 3D.

La imagen es nítida, con calidad de alta definición. Ese adelanto tecnológico que, pienso que sin ambigüedades, cambio para siempre la experiencia de ver fútbol por televisión. Sin embargo, el 3D aporta poco a los planos abiertos, aquellos a vuelo de pájaro. Si acaso representa una ligera decepción porque el correr del balón no es totalmente nítido. No es evidente, pero sí es perceptible.

Pero el cambio grande, gigante, el que paga la boleta, está en los primeros planos. Es simplemente espectacular. Ver a Guardiola caminar por el área técnica con el banco y la tribuna al fondo, claramente al fondo, es casi una obra de arte. En algún momento, el primer plano es tan llamativa que casi se siente la necesidad de acercarse para darle consejos sobre la mejor manera de superar al rival.

Pero como con las películas, las gafas cansan. La visión no es lo relajado que uno quisiera y a pesar de la emoción del resultado, se termina con esa molestia en los ojos tan común en muchas personas que utilizan el 3D.

Es sin duda, un adelante tecnológico importante. A riesgo de equivocarme, sin embargo, no creo que se convierta en la manera estándar de ver deporte; al menos mientras la tecnología no avance más. Quizás lo sea retirando las gafas que, a pesar de su diseño, siempre serán una molestia.

Obliga además, el 3D actual, aquel que se ve con gafas, a verlo sólo o casi sólo. Aquellos grandes grupos de amigos reunidos para ver estos acontecimientos especiales no son posibles pues el número de gafas es limitado. Además, y como consejo para Directv, el narrador elegido no fue el apropiado y es necesario que trabajen en mejorar lo que se transmite en el intermedio. Se espera, como mínimo, observar en cámara lenta las repeticiones de las mejores jugadas, no una visión panorámica del estadio sin ningún comentario.

En resumen, es una experiencia que merece vivirse, sorprende gratamente y sí, se ve diferente un partido de fútbol. Pero no deja esas ganas inaguantables de repetir.